El Correo de Burgos

MIRANDA

«En la Seguridad Social no saben que mi hermano ha fallecido»

Francisco Javier Gálvez murió el 14 de abril, pero el INSS insiste en que debe reincorporarse a su puesto de trabajo / Su hermana escribirá una carta a título personal y exige una disculpa

Burgos

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Lo mínimo que espera Ana Esther Gálvez del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) es una disculpa. Que se reconozca la negligencia médica y administrativa que se ha cometido con su hermano Francisco Javier, apto en teoría para trabajar a pesar de que falleció el 14 de abril al no poder superar las graves secuelas de una «neumonía atípica» que en 2015 le obligó a coger una baja laboral permanente y percibir una prestación.Tenía 46 años y esperaba un trasplante doble de pulmón. Sin embargo, el INSS entendió que su evolución había sido positiva y que se encontraba en condiciones de reincorporarse a su puesto. En base a ello, dejaría de recibir la pensión a partir del 1 de marzo. Ana se enteró de la noticia por la empresa en la que trabajaba su hermano y asegura que «se quedaron igual de alucinados que nosotros». Tanto sus jefes como sus compañeros conocían perfectamente el estado en el que se encontraba Francisco Javier y no daban crédito. En este sentido, la familia se sintió respaldada, ya que la compañía tuvo en cuenta la situación y en ningún momento se planteó jugar con la salud de su empleado.Paradójicamente, la carta salió del registro del INSS el 28 de febrero, justo cuando le dieron el alta en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU). Llevaba ingresado desde el día 14, primero en el Santiago Apóstol de Miranda y después en la capital burgalesa por el agravamiento de la enfermedad.A lo largo de este surrealista proceso, Francisco Javier preguntaba a sus hermanas lo que sucedía. Le firmó un poder notarial a Ana para que se hiciese cargo de todas las gestiones. Durante el ingreso, en el que estuvo «entubado», sus familiares presentaron alegaciones a la polémica decisión de la Seguridad Social aportando pruebas sobre su verdadero estado.A los cuatro días de recibir el alta, Francisco Javier volvió a ser ingresado. Fue entonces cuando Ana se enteró de que necesitaba el transplante. Mientras tanto, esperaba una respuesta del INSS que no llegó hasta dos días después de su fallecimiento. La notificación confirmó lo que la familia ya sospechaba, que«no se han enterado de nada». Nada de retractarse ni reconocer el error. La única contestación al respecto fue que «habían recibido la documentación» y que se iba a revisar su caso.Al día siguiente, Ana se encargó de tramitar el certificado de defunción de su hermano en el Ayuntamiento. También se lo comunicó a la Seguridad Social y pensó que a partir de ese momento se percatarían del error cometido durante los últimos meses. Se equivocaba. Sorprendentemente, recibió hace dos semanas una nueva carta con la «resolución» del INSS: habían rechazado su solicitud y debía reincorporarse a su puesto de trabajo.De nada sirvió que Francisco Javier se presentase a todos los tribunales médicos en los que no se le realizó ninguna prueba para valorar su estado, «solo preguntas». En cualquier caso, parece que fueron más que suficientes para determinar que había pasado «de grave a leve», por lo que su hermana considera que se ha producido una dejación de funciones. En primer lugar, porque «no sabían muy bien de qué estaban hablando» al eludir un examen en profundidad. En segundo, porque quizá se hubiese podido actuar para revertir las graves secuelas de la neumonía que padecía. «A lo mejor si en esos tres años alguien le hubiese mirado...». Y no se refiere únicamente a los tribunales médicos, sino también al Servicio de Neumología de Burgos, la única opción que tenía porque el hospital de Miranda no cuenta con una unidad destinada a esta especialidad.Con el duelo todavía a cuestas y la incredulidad intacta, Ana esgrime que esta rocambolesca historia «no tiene ni pies ni cabeza». Le cuesta definir con adjetivos lo sucedido. Lo mismo le ocurre al expresar sus sentimientos. «Estoy enfadadísima», acierta a decir con una mezcla de rabia y templanza en sus palabras mientras recuerda la desesperación inicial durante los primeros días de luto porque «no sabíamos a quien recurrir».Después de valorar con su abogado cuál era la mejor opción para que el INSS «rectifique», reconozca su error y pida disculpas, Ana redactará una carta «a nivel personal» para exponer el caso de su hermano y reflejar la tristeza de todos sus seres queridos. A día de hoy no ha recibido «ninguna respuesta». Es más, cree que «todavía no se han enterado de que ha fallecido».En principio no se plantea la vía judicial porque sabe que es un David contra Goliat. Tan solo espera que no aleguen el típico «error informático» y recuerda que en términos económicos «no queremos nada». Lo que sí confiesa es que «me llega a pillar en Burgos y me presento en la Seguridad Social con las cenizas de mi hermano».

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