El Correo de Burgos

Pradoluengo promoverá su patrimonio industrial y textil en tres documentales

El proyecto, dirigido por Eugenio Monesma y financiado por la Junta, bucea en la historia de la villa para mostrar el «lado humano» de las profesiones ‘supervivientes’ / Verá la luz el año que viene

El último hilandero de Pradoluengo trabaja delante de las cámaras durante el primer día de rodaje.-J. M.

El último hilandero de Pradoluengo trabaja delante de las cámaras durante el primer día de rodaje.-J. M.

Burgos

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Lunes. Primer día de rodaje, de 10 de la mañana a 8 de la tarde. El director de cine etnográfico Eugenio Monesma y su equipo de la productora Pyrene (Huesca) exprimen al máximo su llegada a Pradoluengo. ¿Su misión? Plasmar en tres documentales el recorrido histórico de la villa a través de su poderío textil en épocas pasadas y su envidiable patrimonio industrial. No podía faltar a la cita Juanjo Martín, historiador local y guionista de dos de las cintas. Como buen anfitrión y eje vertebrador del proyecto, les guía por antiguos batanes hasta llegar a la única hilatura que se mantiene con vida. Allí les espera su propietario, gustoso de mostrar «todo el proceso» ante las cámaras. Además, por el camino se topan con algún rebaño de ovejas, «de los pocos que quedan», lo que permitirá reflejar el potencial que en su día tuvo la actividad lanar en el municipio.La grabación de todos estos elementos interrelacionados entre sí forma parte del primer documental de la trilogía que la Junta de Castilla y León financiará a través de fondos europeos. Obviamente, el leitmotiv de esta entrega es la industria textil, con abundante «documentación histórica», desde las primeras bayetas y paños hasta la actualidad pasando por la «reconversión» industrial al especializarse en la fabricación de boinas y calcetines en el siglo XIX.El segundo documental no abandona el sector textil. De hecho, se convierte en el complemento ideal para ilustrar «el patrimonio que queda». Lo que se pretende en este caso es «plasmar algunas de las piezas más destacadas» que atesora la localidad. A modo de adelanto, Martín detalla la aparición de un tinte del siglo XVIII o el trabajo que desarrolla el último bayetero -«con telares antiquísimos del siglo XIX»-. Por si fuera poco, la cinta también aborda el proceso evolutivo que experimentó la fabricación de calcetines, partiendo de la metodología artesanal hasta llegar a la introducción de las nuevas tecnologías. Y cómo no, «las distintas fases de los telares en el siglo XX, que son muy interesantes», apostilla el historiador.La tercera parte se sale del guion, más que nada porque no tiene. Su contenido se basa en los testimonios de 25 vecinos de la villa que demostrarán, cada uno a su manera, que «Pradoluengo ha sido una fábrica entera». Por este motivo, esta suma de relatos de valor incalculable dan forma al «documental central», de ahí que su duración sea mayor: 50 minutos frente a los 20 de las otras dos entregas.En esta suma de «reflexiones» y «sensaciones», Monesma se encargará de recoger las vivencias de algunos ‘supervivientes’ de la otrora floreciente industria que puso a Pradoluengo en el mapa. Ahí estarán, como no podía ser de otra manera, «el último batanero y el último hilandero». Junto a ellos, empresarios y obreros del sector textil mostrarán el «lado humano» de sus respectivas profesiones más allá de los «tecnicismos» de los dos primeros documentales.Martín sabe que los testimonios orales de sus vecinos prometen -y mucho- porque «te cuentan cosas increíbles». Lo ha comprobado anteriormente de primera mano y está convencido de que el resultado, una vez finalizado el proceso de montaje, no decepcionará. Ahora bien, primero habrá que seleccionar cuidadosamente lo más jugoso de cada entrevista, pues calcula que el total de las grabaciones rondará las 25 horas.Poco se sabe sobre la fecha de salida de los tres documentales, salvo que se estrenarán en el Cinema Glorieta de Pradoluengo. No obstante, lo más probable es que vean la luz el año que viene, ya que el plazo de entrega contemplado por la Junta es de cuatro meses. Sobre su valor y utilidad, el guionista reconoce que «de la historia no se come», aunque al mismo tiempo sostiene que su proyección supondrá el «acicate» que el municipio necesita para consolidarse como «recurso turístico».Por otro lado, destaca la retroalimentación de esta iniciativa con el Plan Director contemplado por el Gobierno regional, amén de su importancia a la hora de recopilar «material de archivo» cuyo valor «intrínseco» caería en el olvido «si no lo recogemos».

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