El Correo de Burgos

«Desde el verano de 2016 no ha llovido lo que tiene que llover»

El delegado regional de Aemet, Juan Pablo Álvarez, abordó ayer en Salas los efectos del cambio climático y la historia de la meteorología

Juan Pablo Álvarez, delegado regional de la Agencia Estatal de Meteorología.-ICAL

Juan Pablo Álvarez, delegado regional de la Agencia Estatal de Meteorología.-ICAL

Burgos

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No hay vuelta de hoja. El calentamiento global es una «señal» inequívoca de que «está cambiando la composición de la atmósfera». Prueba de ello es que «los veranos son un poco más largos y los inviernos menos rigurosos». Por ello, tal y como advierte el delegado regional de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Juan Pablo Álvarez, se antoja más necesario que nunca tomar medidas «a todos los niveles» para evitar que el planeta se vuelva insostenible para la vida humana.Para frenar este fenómeno, distinto pero al tiempo relacionado con el temido cambio climático, Álvarez considera fundamental la colaboración del ciudadano de a pie. Por ejemplo, a través del «reciclaje». Sobre este apartado centró parte de su conferencia sobre el ‘Ayer y hoy de la meteorología’ que tuvo lugar en el Teatro Gran Casino de Salas de los Infantes con motivo de la Semana de la Ciencia de Castilla y León.Sin lugar a dudas, lo que más preocupa a día de hoy -sobre todo en el sector agrario- es la sequía. Según Álvarez, «desde el verano de 2016 no ha llovido lo que tiene que llover», de ahí que la última campaña haya resultado históricamente desastrosa. En cuanto a la próxima, todavía es pronto para lanzar estimaciones fundadas, si bien es cierto que las últimas predicciones estacionales «no eran muy halagüeñas».En lo que respecta a los dos ejercicios anteriores, el delegado autonómico de Aemet recuerda que las «alarmas» de la sequía de 2012 se encendieron en 2015. Sin embargo, las cuantiosas nevadas en el norte de Burgos permitieron llenar de agua ríos y embalses, de tal forma que se «solucionó el problema casi en la mitad de la cuenca» del río Duero. Un año después, en enero, la campaña se salvó gracias a que «en dos semanas llovió el 200%» de lo contemplado en un año hidrológico normal. Es decir, lo correspondiente a «los tres meses anteriores y los tres siguientes». Además, «en abril también llovió lo necesario y hubo la cosecha del siglo».Lo ideal para que el campo castellanoyleonés remonte el vuelo sería que llueva «en cantidad» durante las navidades. Eso sí, de manera «continua» y «suave», pues los grandes chaparrones, en estos momentos, podrían llegar a estropear los suelos y perjudicar la recogida de agua.

avances en poco tiempoAunque asevera que la meteorología nunca llegará a ser una ciencia exacta, tal y como determinó Edward Lorenz en su ‘teoría del caos’, Álvarez destaca los progresivos avances que ha registrado su profesión durante la segunda mitad del siglo XX. «Desde el año 50 al 70 fue una burrada, pero desde los 90 mucho más todavía». El empuje de las nuevas tecnologías garantiza predicciones fiables con un margen de 10 o 15 días por delante. En cambio, cuando empezó en el oficio, en el 84, solo se podían realizar cálculos de «hasta tres días o cuatro».De esta evolución habló largo y tendido en Salas, ensalzando las aportaciones previas de Newton o Galileo y remontándose a los precarios inicios de esta ciencia, «hace unos 3.000 años» cuando el hombre se convirtió en agricultor.

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