Paraíso natural de musas literarias

Entre el Páramo de Masa y Covanera se encuentra una tierra acogedora, defensora apasionada de sus tradiciones y con múltiples encantos paisajísticos y arquitectónicos para conquistar de pleno al visitante. Sedano tiene mucho que ofrecer y luce sus encantos con pasmosa naturalidad, como si el tiempo pudiese detenerse para brindar el aliento necesario al viajero que busca desconectar de la rutina y el estrés del día a día en la ciudad.De buenas a primeras, lo que más llama la atención es el impresionante escenario que rodea al municipio y sus pedanías. La oferta de parajes por los que perderse es tan amplia que conviene marcar una ruta previa para disfrutar al 100% de una experiencia inolvidable. No se puede obviar en ningún caso la Ruta de los Dólmenes, uno de los asentamientos megalíticos más importantes de Europa gracias al esfuerzo por conservar algunos de sus principales monumentos funerarios.Destaca, sin lugar a dudas, la necrópolis medieval, que alberga un espectacular conjunto de tumbas antropomorfas en una sola roca. Para acceder a tan majestuoso enclave, solo hay que seguir la senda que se sitúa tras la cabecera de la iglesia parroquial de Santa María.El citado templo también es una de las grandes joyas de la corona. Su fusión de estilos, desde el renacentismo hasta el barroco pasando por pinceladas de orden corintio se muestra orgullosa ante el turista que desea conocer sus dos capillas laterales con forma de concha jacobea o el retablo mayor, con múltiples elementos perfectamente diferenciados para honrar como se merece a su Virgen, cariñosamente conocida en estos lares como ‘la Morenita’.Tampoco desmerece en absoluto -más bien brilla con luz propia- la iglesia de San Esteban, en Moradillo de Sedano. El templo se ubica en un paraje envidiable, nada más y nada menos que en la cima del monte ‘El Castro’ y a tan solo 6 kilómetros de la capital del municipio. Merece la pena dedicar un buen rato para observar con detenimiento cada uno de sus elementos, sobre todo el tímpano del pórtico, donde un Pantocrátor muestra a Cristo en actitud de juez sentado en un sillón con unos monstruos como apoyabrazos y un libro apoyado en una de sus rodillas.Y qué decir del Cañón del Ebro, posiblemente el principal recurso turístico de una tierra íntimamente ligada a Orbaneja del Castillo. Entre hoces, gargantas y cañones calizos, el cazador de estampas únicas e irrepetibles tiene una oportunidad de oro para descubrir un diamante en bruto en el que confluyen mágicas sendas que avalan la perfecta convivencia de flora y fauna con el entorno de Las Loras como testigo directo de este milagro de la naturaleza.No es de extrañar que Miguel Delibes, que hoy cuenta con un Centro de Interpretación a su nombre, se enamorara de esta tierra. Qué duda cabe de que aquí, en este enclave, las musas se le aparecieron más de una vez.