El Correo de Burgos

RIBERA

Aranda ordena hacer callar de noche a 11 gallinas de La Aguilera

Un vecino denunció el ruido y el Ayuntamiento verificó que pasa de los 40 decibelios permitidos

El corral no se ve desde el exterior pero sí se escucha a las gallinas desde la calle.-L.V.

El corral no se ve desde el exterior pero sí se escucha a las gallinas desde la calle.-L.V.

Burgos

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Un vecino de la calle San Sebastián de La Aguilera deberá estudiar la forma de hacer callar a sus once gallinas. Al menos durante la noche. Tendrá que ser capaz de dominar su naturaleza y evitar que las aves despierten con sus cacareos a los vecinos de esta calle, una de las principales de esta pedanía de Aranda de Duero de apenas 386 habitantes censados.El corral del vecino está muy cerca de la iglesia y rodeado de otras casas, por lo que las gallinas son parte activa de la vida de los habitantes del pueblo, lo que ha traído consecuencias legales para su propietario.Y es que, a raíz de una denuncia de un vecino que no podía dormir han entrado en juego las autoridades municipales de Aranda, que se tomaron muy en serio la reclamación. En primer lugar se encargó a una empresa especializada la medición del ruido que hacen esas once díscolas gallinas. Estas comprobaciones se realizaron de noche y al alba, cuando más cantan las gallinas, según la protesta del vecino que tenía perfectamente identificada la rutina de las las aves y dio la pista de que empezaban a hacer ruido a las cinco y veinte, exactamente, de la madrugada. Se conoce que esa es la hora en la que le despiertan cada día. La medición encargada por el Ayuntamiento de Aranda de Duero ha confirmado el motivo de sus desvelos: las gallinas exceden con su cacareo de los 40 decibelios permitidos en horario nocturno. Según relata el vecino denunciante, las gallinas empiezan a cantar a esa hora de la madrugada y «ya no paran» de alborotar.Una vez confirmada la medición por Audiotec, la Junta de Gobierno Local de Aranda concluyó ayer el expediente: el propietario de las gallinas deberá adoptar medidas correctoras como un aislamiento acústico o el traslado de los animales a otro lugar.Los vecinos de La Aguilera ya eran conocedores del caso y ayer una de las residentes en esa misma calle reconocía a este periódico que las gallinas de la discordia ardan un alboroto muy sonoro a diario. De hecho, las aves no se ven desde la calle, como se aprecia en la fotografía de la casa en cuestión, porque el corral da al patio interior, pero se oyen desde lejos, como pudo comprobar este periódico que localizó el corral ‘de oído’.

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