El Correo de Burgos

Meses de récord para el turismo rural

Burgos rompe su techo con 43.624 viajeros acumulados y 86.685 pernoctaciones entre enero y mayo de 2023

El turismo rural con más demanda se encuentra en Ribera del Duero, Merindades y Sierra de la Demanda.-RAÚL G. OCHOA

El turismo rural con más demanda se encuentra en Ribera del Duero, Merindades y Sierra de la Demanda.-RAÚL G. OCHOA

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Las cifras no dejan lugar a dudas. El turismo rural ‘funciona’. Los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística evidencian el incremento de viajeros en este tipo de establecimientos. Un auge, de hecho, que va más allá, y mucho, de la mera recuperación de las metas alcanzadas antes de la irrupción de la pandemia.

Y es que los 43.624 clientes acumulados entre enero y mayo de 2023 en los alojamientos de la provincia de Burgos superan con creces los 34.223 que en ese mismo periodo se lograron allá por 2019, cuando ni se atisbaba una crisis sociosanitaria como la que limitó los desplazamientos y, por extensión, congeló la actividad turística durante los años posteriores.

Exactamente lo mismo ocurre con las pernoctaciones registradas por el INE. Los negocios de turismo rural burgaleses sumaron 86.685 en los primeros cinco meses de 2023, ocho mil más que en 2019, último año de ‘normalidad’, en el que la cifra alcanzó las 72.784. Sorprende aún más la evolución si se compara la estadística reciente con la de hace apenas un año, cuando mayo cerró con un total acumulado de 67.741 pernoctaciones, casi 20.000 menos que las que hoy se pueden considerar un récord.

El INE diferencia dos grupos de viajeros: nacionales y extranjeros. La pauta se repite en este caso y, si bien el incremento es general, llama la atención el registrado en concreto por los visitantes internacionales que optaban por un establecimiento rural.

En 2023, del total de los 43.624 clientes acumulados hasta mayo, 35.392 eran españoles -de nuevo la cifra más elevada al menos de la última década y posiblemente del histórico completo- y 8.232 procedían de otros países, lo que supone el doble del dato medio de ese mismo periodo desde 2014, que ronda, hasta ahora, los 4.000 viajeros extranjeros.

El tirón de este tipo de negocio es evidente, por tanto, basta enfrentar los números actuales con los de hace diez años. Entre enero y mayo de 2014 el turismo rural de la provincia recibió 23.278 visitantes que sumaron 46.527 pernoctaciones. La tendencia inició un auge claro en 2016, superando los 28.000, para consolidarse en 2018, con 36.604. Ese era el techo de la década, de hecho, pues en 2019 la cifra caía hasta los 34.000, siempre en relación a los cinco primeros meses del año.

Recuperada la actividad ya en 2022, cuando se acariciaban de nuevo los 34.000 viajeros en cinco meses, 2023 ha visto dispararse ese total más de un 28% en un año.

Lo cierto es, sin embargo, que en ocasiones los números no reflejan la realidad particular de quienes conforman el sector al que se refieren. Y, según Domingo Hernández, presidente de la Asociación de Turismo Rural de la provincia de Burgos (Turalbur), eso es lo que ocurre en este caso. La alegría de las cifras generales no tiene su reflejo en la contabilidad de buena parte de los negocios, que apenas superan una ocupación anual del 30% de media.

La causa radica en el propio tirón del mercado que azuza los datos hacia arriba. Y es que al tiempo que aumentan los clientes crecen los establecimientos y la actividad se reparte. «No podemos negar las estadísticas, son oficiales y el aumento existe, hasta ahí es una buena noticia, pero claro, no es oro todo lo que reluce cuando hablamos del reparto de la actividad por establecimientos», explica Hernández.

Al respecto, el presidente de Turalbur subraya que la realidad general de los integrantes de la agrupación que lidera, tal y como recogen las encuestas internas que realizan periódicamente, es «que la ocupación no alcanza todavía los niveles prepandemia».

Hernández, de hecho, considera que el ritmo de apertura de negocios en los últimos años ha derivado en que «la mayoría de los alojamientos de la provincia estén prácticamente al límite de la rentabilidad».

La proliferación de espacios «ilegales o alegales» agudiza esta paradoja. Es por ello que una de las principales reivindicaciones, que el sector lanza siempre que tiene ocasión en dirección a las administraciones competentes, es «que se refuercen los mecanismos de control y sancionadores para poner coto a aquellos que no cumplen con lo establecido para ofrecer estos servicios».

Hernández afirma al respecto que no solo suponen una importante competencia desleal para quienes sí se atienen a la norma, sino que implican una pérdida de recaudación de impuestos notable. Estiman desde la agrupación provincial que en torno al 20% de lo establecimientos de Burgos son ilegales.

A esta vigilancia se suma en el listado de peticiones a la Junta de Castilla y León y al Gobierno central, la puesta en marcha de campañas de promoción turística adecuadas y específicas para este tipo de destinos.

Indica Hernández que ni dentro de España ni en el extranjero se hace una difusión adecuada. Preguntado al hilo por el sorprendente incremento de los usuarios de fuera del país que muestra el INE, el presidente de Turalbur lo tiene claro: la inmensa mayoría son peregrinos del Camino de Santiago.

Un verano «flojo»

Sin mucho que celebrar por tanto pese a las cifras de récord, toca mirar al futuro. Sin embargo, el panorama no es demasiado alentador. «En junio, cuando preguntamos, la perspectiva era de un verano flojo respecto a años anteriores. Puede cambiar, por supuesto, pero de momento apenas tenemos un goteo de peticiones, llama gente para preguntar y como hay tanta oferta cuesta mucho cerrar las reservas», lamenta Domingo Hernández.

En la provincia de Burgos hay 404 establecimientos de turismo rural abiertos en abril con 4.400 plazas y que emplean a 555 personas en el entorno rural.

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