El Correo de Burgos

Incendio en julio de 2022

Las ayudas no terminan de llegar tras un año del fuego de la comarca de Arlanza

Los alcaldes de Santibáñez del Val, Santo Domingo de Silos y Quintanilla del Coco coinciden en que para recuperar la normalidad en sus pueblos «falta mucho por hacer»

Un pajar en reconstrucción en Santibáñez del Val, donde se quemaron hasta 11 viviendas, como la de la foto en la que se nota el fuego.

Un pajar en reconstrucción en Santibáñez del Val, donde se quemaron hasta 11 viviendas, como la de la foto en la que se nota el fuego.SANTI OTERO

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Aranda

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Ha pasado un año desde aquel 24 de julio, víspera del día del Apóstol Santiago, pero en la retina de todos aún permanece la imagen del incendio que comenzó a primera hora de la tarde en la comarca burgalesa de Arlanza. 

Ese miedo y esa tristeza por todo lo que el fuego destrozó aquellos intensos días de julio de 2022. El balance fue desolador: 86 construcciones en Santibáñez del Val, de las cuales 11 eran viviendas, once en Quintanilla del Coco; y varias más en Santo Domingo de Silos donde las llamas llegaron a amenazar el monasterio benedictino, y un total de 2.540 hectáreas de monte de sabinas. 

El fuego se originó cuando un agricultor cosechaba en horario restringido, a primera hora de la tarde, con un calor abrasador y viento intenso. Él fue detenido y hay un juicio en marcha en el que también se ha incluido como imputado al tractorista.

Los pueblos afectados, por su parte, luchan hoy, doce meses después por salir adelante, con pocos medios y también con menos ayudas públicas de las esperadas.

En Santibáñez del Val, el municipio más afectado, donde los bomberos dieron por perdida la batalla, los estragos son aún visibles en las calles del pueblo. Las viviendas y construcciones afectadas, como pajares, están apuntaladas. 

La carretera que estaba en obras cuando hicieron acto de presencia las llamas, también se ha arreglado, pero queda mucho por hacer.

«Se van a reconstruir 11 viviendas y un total de 86 pajares, solo uno no ha querido arreglarlo», explica la alcaldesa, Ana María García Martínez, con la mirada puesta en el calendario. «Los arquitectos están trabajando en los planos y cuatro casas van a empezar ya. 

Están a la espera de recibir la licencia de obras que tiene que dar su visto bueno la Diputación y en cuanto salga, empezarán. Yo espero que en septiembre los albañiles estén aquí».

En Santibáñez las ayudas de las viviendas afectadas llegaron pronto. «Dos meses después de que nos lo dijeran, ya teníamos la primera remesa; en febrero recibimos la segunda y ahora estamos a la espera de resolver las que dependían de una herencia», relata la alcaldesa de este pueblo de 54 vecinos.

Según detalla, la Junta de Castilla y León ha dado un dinero por metro cuadrado que los afectados deberán gastar en la reconstrucción de su propiedad. Pueden gastar más pero nunca menos. 

El problema llega con Hacienda. «Recibes un dinero de golpe pero Hacienda también te cobra y al final si la Junta te da 100 y Hacienda te pide 25, tienes que poner de tu parte porque luego debes justificar los 100», explica.

Un hombre en la obra de una de las casas en reconstrucción.

Un hombre en la obra de una de las casas en reconstrucción.SANTI OTERO

Si para el arreglo de casas, las ayudas llegaron rápido, para otras cuestiones no ha llegado nada. Es el caso del sabinar, que sigue esperando, así como el cementerio «que se quemó bastante». «Nos dijeron que nos iban a dar para las cañerías y para arreglar la red de alcantarillado pero no ha llegado nada».

Lo peor advierte es el papeleo. «Aquí hemos movido 87 expedientes, en muchos casos muy complicados porque había seis herencias que no se habían hecho. En Vivienda de la Junta nos dijeron que nunca habían visto tanto papeleo», asegura a sabiendas de lo que este reto supone de esfuerzo extra para un ayuntamiento como el de Santibáñez del Val.

«Ha sido una locura porque aquí somos un ayuntamiento pequeño. Menos mal que yo trabajo en la administración porque te toca esto sin cualificación en esta materia y te puedes morir».

En el pueblo la vida se recupera poco a poco y aunque muchos vecinos no han podido volver, se nota la ilusión de quien tras el fuego proyecta el sueño de la reconstrucción. «Aquí vamos todos con planos», afirma.

A sabiendas de que con el verano, muchas personas quieren ir a Santibáñez, la alcaldesa hace un llamamiento a los vecinos que tengan alguna casa vacía para que la alquilen.

Santo Domingo de Silos

Aunque Santibáñez fue el municipio más afectado, Santo Domingo de Silos perdió hace un año con el incendio 1.700 hectáreas de sabinas, un bosque de especial relevancia en Europa que cuenta con todas las protecciones «que puede tener» pero que, sin embargo, palidece ante unas ayudas que ahí tampoco han llegado.

«Estamos todavía muy consternados. Se nos prometieron muchas ayudas pero solo han llegado unas pocas», lamenta Emeterio Martín Brogeras a sabiendas de que aunque la Junta, con el Estado, retiró la madera quemada y la Diputación reparó los caminos y el material contra incendios, las ayudas que da el Estado a los incendios de nivel 2 no han llegado. 

«Nos han enviado la convocatoria pero aquí en el Ayuntamiento estamos un auxiliar administrativo y yo para una subvención que es la biblia en verso».

Sin medios, la solución no es fácil. «Al final tienes que contratar a una consultora que te cobra 2.000 euros para recibir la subvención, y luego igual la recibes en un año. 

Esto debería ser mucho más rápido, debería ser directo. Aquí están los presupuestos. Si quieren que manden un notario, que dé fe por 200 euros, pero que nos den el dinero porque hemos tenido que reducir las inversiones para reparar los daños».

Víctima colateral

Como consecuencia, han quedado paralizados proyectos largamente demandados como la piscina municipal. «Llevamos 4 años y ahora nos quedarán otros dos», lamenta sin olvidar el otro gran proyecto: la mejora de la plaza para recuperar la imagen antigua y quitar la carretera que la divide en dos. «La verdad es que estamos un poco descontentos».

Y es que, con el incendio los gastos del Ayuntamiento se han multiplicado. «Vamos como podemos pero se quemó todo el circuito de alumbrado y aquí somos 270 habitantes y un gasto corriente que se limita al pago de las nóminas de los 3 trabajadores que hay. 

Hemos tirado de remanentes, dejando de hacer obras que hacían falta. Hemos llamado a todas las puertas, pero se pasan la pelota de unos a otros, de un despacho a otro», lamenta con indignación porque al final «están en manos de los técnicos» y «de informes y más informes». 

«La única subvención que nos aprobaron en octubre todavía no la hemos cobrado».

Respecto a la gestión del incendio no hay quejas. «La Guardia Civil actuó con mucha diligencia, evacuó rápido y solo tenemos palabras de agradecimiento para todos los profesionales que vinieron a ayudarnos, como los bomberos, que llegaron de distintos puntos. Hasta de Miranda y Burgos», agradece.

Quintanilla del Coco

En Quintanilla del Coco, donde comenzó todo, ardieron 11 viviendas y 1.000 hectáreas de monte en un pueblo que ronda los 70 habitantes censados. Al tener que resolver muchos temas de herencias que no se habían hecho, muchos vecinos todavía no saben la cantidad exacta que van a recibir de ayuda. 

La plaza durante una de las actividades.

La plaza durante una de las actividades.@Quintanillacoco

Vamos poco a poco», asegura el alcalde, Domingo del Pozo, con la esperanza de que después de verano, pueda comenzar la ansiada reconstrucción. «Aquí metieron una subvención para las farolas pero falta el grosor, las construcciones», termina.

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