La sequía merma un 45% la producción de cereal en Burgos respecto a un año normal
Asaja alerta del descenso de la superficie en un 20% en Castilla y León debido a la inflación. Donaciano Dujo: «El lobo no está en peligro de extinción y mata más de 5.000 animales al año»
A punto de finalizar un año «catastrófico» para la agricultura y la ganadería de Castilla y León, la organización agraria Asaja ha realizado este martes su tradicional balance abordando numerosos frentes abiertos. No obstante, si por algo se ha caracterizado el presente ejercicio es por la sequía, que condicionó notablemente los rendimientos, y la subida de precios de los inputs debido a la inflación. Bajo este contexto, la provincia de Burgos registró en la última campaña un descenso del 45% en la producción de cereal tras cosechar 830.000 toneladas frente a los 1,5 millones que se recogen habitualmente de media.
La merma en tierras burgalesas, según detallaba el presidente autonómico de Asaja, Donaciano Dujo, fue menor que en el conjunto de la Comunidad. En total, se obtuvieron 3,2 millones de toneladas cuando en una campaña estándar la media se sitúa en 7,5. En cualquier caso, este fenómeno no solo se explica por la escasez de agua, sino también por la caída generalizada de la superficie cerealística en detrimento de otros cultivos -principalmente oleaginosas y proteaginosas- e incluso del barbecho. En Burgos, Asaja estima una reducción del 15% (de 400.000 a 340.000 hectáreas) y, en Castilla y León, del 20 % (de 2 millones a 1,6).
Recordaba el presidente de Asaja Burgos, Esteban Martínez, que las siembras se desarrollaron con «normalidad» hasta que la sequía se impuso en primavera. Por si fuera poco, las primeras lluvias a principios de junio llegaron acompañadas de granizo. Ante este panorama, las organizaciones profesionales agrarias (Opas) reclamaron ayudas al Gobierno central y a la Junta de Castilla y León para afrontar los altos precios del gasóleo y compensar las pérdidas derivadas de la sequía. Aprobadas dichas ayudas, los agricultores y ganaderos afectados permanecen a la espera de que se materialicen.
Respecto a las ayudas directas del Gobierno para paliar la sequía, Dujo volvía a criticar que -salvo excepciones puntuales- se fijase una intensidad media en Castilla y León cuando sufrió «más pérdidas que ninguna región». En su opinión, el «color político» ha primado por encima de las verdaderas necesidades y se aprecia en casos como el del Condado de Treviño, de intensidad alta -y por ende, con mayor dotación económica- porque «está enclavado en Álava». Martínez, por su parte, sostiene que los criterios se determinaron así porque «no había elecciones» en la Comunidad y, por lo tanto, «no había que recoger votos».
El lobo y la nueva PAC
No ha desaprovechado la ocasión el presidente regional de Asaja de reivindicar, una vez más, un plan de choque para evitar la «sobrepoblación» de la fauna silvestre. Sobre todo la del lobo, que «no está en peligro de extinción» y «mata más de 5.000 animales al año». A su juicio, se trata de una «lacra» que lo único que hace es «echar a los ganaderos del territorio» mientras el Gobierno sigue prohibiendo la caza al norte del río Duero.
La superpoblación, según Dujo, también se extiende a corzos, jabalíes, venados o conejos. Y aunque no afecten directamente a la ganadería, causan «muchísimo daño» al provocar «más de 10.500 accidentes por atropellos» al año. Por todo ello, Asaja solicita un «plan especial» al Ejecutivo autonómico para «disminuir» en la medida de lo posible todos estos perjuicios.
Sobre la nueva Política Agraria Comunitaria (PAC), que desde sus primeros borradores generó un amplio malestar entre las Opas, el presidente de Asaja subrayaba que, aparte de «medioambientalista» y con «menos presupuesto», propiciará que se vaya «desincentivando la producción». Aparte, la excesiva burocracia -cada vez mayor- se traduce en un menor número de perceptores cada año. A este tenor, ha precisado que en 2010 se tramitaron alrededor de 98.000 solitudes y en 2023 apenas 65.000. En Burgos, dentro del mismo periodo de tiempo, se ha pasado de 12.500 a 8.700.
Ganadería en declive
También preocupa desde hace tiempo en el seno de Asaja y del resto de organizaciones la situación de crisis que atraviesa el sector ganadero. Inquieta especialmente el ovino, donde el cierre de explotaciones es una constante cada año al tratarse de un ámbito «muy envejecido» con más jubilaciones que incorporaciones. A este respecto, Martínez hacía hincapié en la necesidad de garantizar la «rentabilidad» mientras ponía en valor la línea de ayudas impulsada por la Junta para favorecer los traspasos entre los productores que se van a retirar y jóvenes que quieren poner en marcha su propio negocio o que ya están en activo y desean ampliar el tamaño de su granja.
Sin salir del ovino, y con la Navidad a la vuelta de la esquina, Asaja ha puesto una vez más de manifiesto el desequilibrio entre lo que gastan los consumidores a la hora de comprar lechazo y lo que perciben realmente los productores. En este sentido, Dujo ha advertido que el encarecimiento de los costes de producción «no puede repercutir en el producto final» porque de lo contrario el sector está «abocado a desaparecer».