El problema de los grafitis continúa pese a las Edades del Hombre

No es nada nuevo pero el problema de los grafitis persiste, a pesar de las Edades del Hombre. «Estamos haciendo un esfuerzo extra en las zonas de paso a la exposición», explica la responsable de la empresa adjudicataria del Servicio de Aseo Urbano (Urbaser), Inés Porras, consciente de que ha sido determinante el acuerdo que el Ayuntamiento alcanzó con los vecinos del centro. Gracias a éste, Urbaser puede limpiar las pintadas sin solicitar un permiso previo a la comunidad de un edificio o a los propietarios de una vivienda. «De esta forma, según aparece un grafiti se limpia de inmediato», asegura.La buena imagen que ofrece estos días el casco histórico de la ciudad no se observa, sin embargo, en el resto de barrios, que «están tan mal como siempre». Y es que los grafitis no solo afean la ciudad, también cuestan un dineral a las arcas municipales. «El coste de la limpieza de grafitis varía en función de diferentes parámetros, tales como el tamaño de la pintada, la superficie sobre la que se haga (piedra, ladrillo, pintura, plástico…), la pintura utilizada o el entorno de la superficie dañada (accesibilidad, tonos y variedad de pinturas, existencia por ejemplo de persianas…)», explica.En cifras, el coste de limpieza por metro cuadrado sale por 56 euros en superficies de piedra; 28 euros en superficies pintadas, y 9,50 en superficies plásticas o cristales. «En lo que va de año se han limpiado más de 140 pintadas, y cada una de esas actuaciones puede ser de medio metro cuadrado o de 20 m2, así que llevamos una gran superficie tratada”, analiza.Porque aunque desde el último contrato Urbaser incorpora esta limpieza como mejora, el Ayuntamiento en el fondo lo sigue pagando. «No es un problema que estemos atajando, y lejos de disminuir está aumentando», advierte convencida de que la situación mejoraría con una mayor coordinación entre el Ayuntamiento, los vecinos (que deben dar su visto bueno a la limpieza), la empresa de Aseo Urbano y la Policía.La concienciación también juega un papel fundamental. «Además de actuar policialmente, hay que redirigir a los grafiteros a zonas concretas, habilitando muros y motivándolos para que también puedan expresar su arte», propone.daños en contenedoresAl problema vandálico de los grafitis le siguen los daños a contenedores. Según Urbaser, en 2012 se quemaron doce unidades, en 2013 trece, y otros doce en lo que va de año. Y no son los únicos casos: en el año 2012 se robaron un total de 22 pedales de los contenedores de carga lateral, y durante los fines de semana es raro no encontrarse contenedores volcados, desubicados o tirados incluso al río.«Cada contenedor cuesta 900 euros», recuerda, con la esperanza de que la tendencia no se expanda también a los contenedores soterrados.MÁS EN EDICIÓN IMPRESA