El Correo de Burgos

Aventurero en bici

Vuelta al mundo en 6 años. “Tienes que estar preparado física y psicológicamente”

Alberto Matamoros dejó su vida en Aranda para vivir el sueño de viajar sin calendario

Alberto cumple esta semana su primer año viajando

Alberto cumple esta semana su primer año viajandoAlberto Matamoros

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Aranda

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El arandino Alberto Matamoros lo dejó todo hace un año. Vendió todas sus pertenencias para dar una vuelta al mundo en bicicleta que en principio durará 6 años. Comenzó por Portugal y desde hace 7 meses se encuentra descubriendo el siempre inesperado continente de África. 365 días en los que ha encontrado la felicidad, pero ya lo advierte: “cumplir un sueño y un proyecto vital es muy duro”. “Tienes que estar preparado física y psicológicamente, pero merece la pena muchísimo, incluso los días malos”.

No ha sido un viaje tranquilo. Huyendo de las grandes ciudades y los puntos excesivamente turísticos, ha buscado rutas libres en las que ha tenido más de un susto, con animales salvajes como cocodrilos, babuinos o elefantes, y también con la bici, en un accidente sin daños personales pero que le obligó a parar casi dos meses.

Pero la experiencia, insiste, “merece 100% la pena”. “Yo vivía estresado, tenía una empresa y mi vida estaba atada las 24 horas del día. Aquí estoy aprendiendo a vivir de verdad, a encontrarme con la naturaleza en sus mil facetas; a valorar a las personas y en definitiva, lo que tenemos y lo que podemos perder si seguimos dando la espalda al Medio Ambiente”.

De hecho fue uno de los motivos que le impulsó a iniciar este viaje de vida. “Tengo la sensación de que estamos viviendo los últimos años de muchas especies y ecosistemas y quiero ver las jirafas en estado salvaje, los gorilas, las ballenas…”, advertía entonces decidido a poner su granito de arena para que la naturaleza no se siga viendo afectada por el trasiego y la ambición del Hombre.

Primera lección: humildad

Las lecciones aprendidas este año son muchas. “Lo que más se aprende es humildad, a respetar a todo el mundo y a tratar a todas las personas por igual, independientemente de lo que tengan. Nosotros hemos tenido la gran suerte de nacer en el primer mundo, pero es solo eso, suerte. Viajar así te ayuda a entender que están esas otras realidades, mucho más difíciles, en las que las personas nacen y viven más limitadas, pero tienen mucha más actitud. También he descubierto que el 99% de la gente es buena”.

Aunque a lo mejor prolonga los 6 años previstos de viaje, tiene la certeza de que es algo temporal. “Sé que no es para siempre, que un día me volveré a asentar. Tengo en mente dos proyectos empresariales que siempre he querido desarrollar, relacionados con el turismo y la naturaleza, y este viaje me va a servir para fijar destino. Como dijo Steve Jobs, como ‘todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabré cuando lo encuentre’”.

Descubriendo paraísos 

Su aventura comenzó el 1 de noviembre de 2022 en Portugal. De este país destaca dos paraísos: las islas Azores y la costa Vicentina. “Es alucinante, cero masificación de personas y como consecuencia, mucho más limpia. Nada que ver con el Algarve, brutal”.

La segunda parada fue Andalucía, en España, donde vivió una de las rutas más complejas al recorrer en bici, por la playa, desde Matalascañas (Huelva) hasta Sanlúcar de Barrameda (Cádiz); una ruta de 32 kilómetros en la que no podía parar porque estaba el riesgo de las mareas y además porque al estar el Parque Natural de Doñana está prohibido acampar. “Los últimos dos kilómetros lo pasé bastante mal porque la marea amenazaba con subir, pero en cuanto llegué me pegué un baño desnudo en el mar… es una de las mejores experiencias que he tenido”.

Tras pasar por Cádiz y por Tarifa cogió un ferri a Marruecos donde estuvo en ciudades como Fez, Marrakech y Tetuán. “Tetuán es súper recomendable, es de lo más auténtico de Marruecos”, aconseja.

Fiel a su filosofía inicial, en el viaje no faltan los trabajos esporádicos y los voluntariados como el que hizo en el desierto aprendiendo a construir y a hacer ladrillos con excrementos animales o el que realizó en Tanzania impartiendo clases de inglés y matemáticas.

En Marruecos hizo la ruta de las Mil kasbahs, terrenos lunares, súper áridos donde las noches son “híper estrelladas y hay tanta belleza que emociona”. “Parece irreal, cuesta creerlo. Son lugares mágicos”, subraya sin olvidar otras paradas obligadas como el gran lago de Malawi donde ante la atenta mirada de hipopótamos un cocodrilo adolescente le recordó que está en terreno salvaje. “Era como un especie de hotel donde te dejan zonas para poner la tienda de campaña. Ese día aprendí que no te puedes fiar mucho de lo que te dicen. Es mejor seguir el sentido común y tu criterio”, asegura a sabiendas de que la chica que ocupó su lugar, una joven de 38 años que lleva 8 viajando sola por el mundo, durmió en una simple hamaca. Desde entonces y tras verse rodeado en otra ocasión por una veintena de monos babuinos, a los 40 kilos de carga que lleva la bici, Alberto suma un garrote.

Malawi

Ahora vive sus últimos días en Malawi, el tercer país más pobre del planeta. “Sorprende porque es bastante caro”, afirma. Su próximo destino es Zambia, luego viajará a las cataratas Victoria en Zimbabue; Botsuana, Namibia, y de ahí un avión dirección Gansbaai (a las afueras de la ciudad de Cape Town en Sudáfrica), “el mejor lugar del mundo para observar tiburones blancos en libertad”. “Intento coger los menos aviones posibles pero cuando lo tengo que coger voy con calma porque cada compañía tiene sus reglas para transportar la bici y no siempre es fácil”.

En Arusha (norte de Tanzania) vivió la experiencia del safari pero no le conquistó. “10 horas al día en un coche… no es lo mío. Me gustó mucho más Mikumi, el único parque nacional de África que se puede cruzar en bicicleta; 70 kilómetros viendo desde mi bici jirafas, cebras… una preciosidad”.

Como en todo hay una parte negativa. “Echo de menos a mi familia pero sobre todo me da mucha pena estar perdiéndome la infancia de mi sobrina de 5 años, Cecilia. Me encantaría enseñarle a bucear, a admirar la naturaleza, los animales”, asegura con la mente puesta de vez en cuando en su sofá. “Llevo un año sin casa, días de mucho calor, frío, lluvia, y a veces lo pienso: lo bien que estaría yo en mi sofá. Por suerte luego se me pasa”, ríe.

Próximo destino: Asia

Aunque no le gusta fijarse fechas en el calendario, una boda en España pondrá en junio punto y final a su estancia en África. “Antes de irme espero poder recorrer Egipto porque es uno de mis objetivos de viaje. Como con bici es complicado e incómodo la dejaré en un hotel y estaré por ahí un mes. Luego volveré a España por la boda y ya después de verano iniciaré la segunda parte del viaje, a Asia”.

Viaja sin patrocinadores y cada día más alejado de las redes sociales. “Al principio me gustaba la idea porque quería concienciar sobre la belleza del mundo y los estragos que ya está haciendo el cambio climático, pero con el paso de los meses lo veo una pérdida de tiempo. Estoy aquí y lo quiero vivir, no retransmitir, pero si algo estoy convencido es que tenemos que ser mucho más respetuosos, consumir menos plásticos, menos energía. Viviríamos mejor nosotros y vivirá más el planeta”.

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