CRIMEN EN EL CAMINO DE SANTIAGO
Muñoz donde murió Denise: «No sé qué me pasó, le pegué y ella cayó»
El asesino confeso reconstruye los hechos sobre el terreno y sostiene que la mató el mismo día de su desaparición / Dice que la mujer se golpeó la cabeza con una piedra y niega el móvil sexual
«No sé qué me pasó, le pegué con un palo y ella cayó». Miguel Ángel Muñoz, el autor confeso de la muerte de Denise Thiem fue conducido ayer al paraje en el que acabó con la vida de esa nortemericana de 41 años, que peregrinaba en solitario a Santiago.En ese terreno, entre las localidades de las Santa Catalina de Somoza y San Martín de Agostedo, bajo un triste y lluvioso cielo gris que anticipa el otoño, Muñoz, junto a la juez –que ha dictado su ingreso (efectuado ayer) en prisión provisional y sin fianza por homicidio– y los investigadores evocaron lo ocurrido un día de primavera. En concreto, el 5 de abril. Muñoz admitió que la muerte de Denise se produjo el mismo día en el que se dató su desaparición.A la luz del día de ayer la fatalidad tiñó el caso Denise. La desaparición que dio lugar a la tensión con Estados Unidos por la tardanza en resolver el caso resultó ser la eterna historia con la que se asusta a las jóvenes de todo el mundo para que estén en guardia ante lugares y momentos equivocados: la de Caperucita sin el providencial cazador, el bosque solitario y el lobo en forma de un extraño irracional y violento.Como ya dijo a los policías que lo detuvieron en la localidad asturiana de Granjas de Salime, Muñoz insistió en que nunca pretendió matar a Denise Thiem. Fuentes de la investigación señalan que el vecino de Castrillo de Polvazares reconoce haberla golpeado al menos en dos ocasiones con un palo y, al menos, una de ellas en la cabeza. Pero remarca que cuando la mujer cayó también se golpeó en el cráneo.Asegura, también, que el pánico se apoderó de él al comprobar el alcance de lo ocurrido y que, tras un burdo intento de ocultar el cuerpo con algo de vegetación, salió corriendo para no volver al lugar hasta que el viernes guió allí a los policías. En esa explicación se olvida del momento en el que se apoderó de los 1.000 dólares, que una semana después cambió en una sucursal bancaria, acto que le convirtió en el principal sospechoso.Muñoz niega que el móvil de sus acciones fuera sexual, aunque la Policía mantiene esa tesis por delante de la del robo, dados los antecedentes del detenido por hostigamiento y que proviene de una familia pudiente, que ayer salió en auxilio de su oveja negra al cambiar el abogado de oficio por un penalista.«Nada en Muñoz es racional», dictaminó ayer un agente cercano a la investigación, que se quejaba de la dificultad de un dispositivo de vigilancia sobre un hombre impredecible, como demostró el lunes. Después de negar ante la juez la autoría de la muerte, confesó ante los médicos forenses que evaluaban su cordura para ser imputado. Su abogado, entonces, le aconsejó que realizara una nueva declaración.