OSCyL y Seminci unidos por ‘El acorazado potemkin’

«La Seminci nos ofreció elegir entre dos o tres películas, entre ellas Juana de Arco y El Acorazado Potemkin, y aunque la primera es una obra maestra absoluta, la segunda resultaba más atractiva como espectáculo, con el aliciente de interpretar la música que ha estado olvidada durante muchísimos años, y que Edmund Meisel compuso para el estreno berlinés, en 1926, con los cortes debidos a la censura, aunque la película se estrenara antes en Moscú en 1925», explica Julio García Merino, archivero musical de la OSCyL.El acorazado Potemkin se proyectará con música en directo en el Auditorio, hoy, desde las 20,00 horas, con la Sinfónica de Castilla y León dirigida por Damian Iorio.García Merino, uno de los artífices de la idea, aporta datos desde su lugar de trabajo, valiéndose de algunas fechas relevantes para la recuperación de esta película muda. «Escrita en principio para orquesta de salón y olvidada tras la Segunda Guerra Mundial, en 1971 hay un primer intento de reconstruir la partitura, aunque será en 1986 cuando la Joven orquesta alemana de Francfurt le encarga a Enno Patalas su restauración, y a Mark Andreas recuperar la partitura, esta vez para gran orquesta, volviendo a su estructura original en cinco actos e incluyendo las imágenes censuradas», observa.La versión que se verá hoy será la segunda recuperación realizada para la Filmoteca alemana de Berlín, presentada en 2005, realizada también por Patalas y reconstruida musicalmente por Helmut Imig. Esto supone, según García Merino, que «se recupere la idea absolutamente original de Eisenstein», lo que le da «el verdadero valor a esta versión».Echando la vista atrás el archivero reseña que «cuando se estrenó en Moscú llevaba el típico popurrí que se utilizaba para acompañar películas», por lo que para él «la partitura específica para esta obra es la de Meisel». Un compositor del que reivindica su figura por «lo avanzado de sus ideas». A lo que suma el que «escribió música para el teatro de Brecht e Erwin Piscator y estuvo muy próximo ideológicamente a Eisenstein», (la película celebra la revolución de 1905), lo que contribuyó a que «llevara a la música las teorías cinematográficas de Eisenstein, con una partitura exenta de todo romanticismo, tomando elementos de la vanguardias, para despertar en el espectador emociones revolucionarias no románticas».Argumentos por los que para García Merino esta función es única. «Poder conjuntar imagen y música en directo es un espectáculo para los que aman el cine y la música, con el valor añadido de que se está intentando recrear un momento histórico del cine, una película con una potencia expresiva enorme, lo que es un placer para los sentidos y supone estar ante un hecho excepcional».