El CAB y los tres malabaristas de la realidad y el artificio
La temporada se abre con las propuestas de Rufo Criado, Georges Rousse y Gabriel Kondratiuk
A.S.R. / Burgos
La misma ilusión y expectación que rodeaba antaño la llegada del circo al pueblo, se respiraba ayer en el Centro de Arte Caja de Burgos (CAB). Había ganas de él tras más de un mes guardando su ausencia. Y bajo su carpa tres nuevas propuestas: El mundo ilustrado, de Georges Rousse (foto), En la distancia verde, de Rufo Criado, y The wanderer, de Gabriel Kondratiuk. Emilio Navarro, director de este espacio, cose estos tres retales, dispares, distintos, con un hilo común, el que le aportan dos conceptos: naturaleza y artificio.
Convertido en maestro de ceremonias, Navarro presenta certero a sus creadores.
Comienza con su antecesor en el cargo, el arandino Rufo Criado. Primero unas flores -«uno de los creadores locales con mayor repercusión nacional e internacional»-. Después, un sucinto análisis de su trabajo, «siempre preocupado por establecer relaciones con la naturaleza y plasmarlas mediante una serie de formas geométricas, siempre presentes en su pintura, fotografía o impresiones en las que combina distintas disciplinas».
Sin aplausos entre uno y otro, el director del CAB posa sus ojos en Gabriel Kondratiuk, argentino afincado en Austria, cuarto inquilino de las Cuatro paredes, proyecto consistente en pintar un cubo blanco. «Es su visión particular y personalísima del medio natural en el que ha nacido y ha desarrollado su vida, que es el sur de Argentina, con una pintura nada convencional, con una cierta abstracción de todos los elementos que componen el paisaje», pinta Navarro, quien termina su intervención hablando de Georges Rousse.
El autor parisino comparte una colección de fotografías de las instalaciones con intervención pictórica realizadas en edificios viejos y abandonados desde finales de los ochenta. Un conjunto al que se une una pieza de nueva factura en el patio de la Casa del Cordón.
Y tras las presentaciones, el maestro de ceremonias se esconde detrás del telón para seguir el espectáculo y el hacer de sus artistas.GEORGES ROUSSE Patrimonio en ruinas que tapa sus vergüenzas
Como una estrella de Hollywood cuando presenta un estreno en rueda de prensa se sentía Mónica Álvarez Careaga, la comisaria de la muestra El mundo ilustrado, de Georges Rousse, a quien no tuvo reparo en referirse como su George Clooney particular. Glamour aparte y tras dejar claro que el ambiente respirado durante el rodaje no ha podido ser mejor, la experta se mete en su papel.
Georges Rousse -cuenta ella- es un artista nómada que va por el mundo invitado a realizar obras en diferentes espacios. Centros de arte, industriales, palacios o edificios patrimoniales se convierten en taller del artista. Durante unos días este estudio ha estado instalado en el patio de la Casa del Cordón dando lugar a una pieza nueva, cuya fotografía ocupa una de las paredes del nivel 1 del CAB.
Es la única, a bote pronto, recogida en un inmueble vivo. Sus compañeras reflejan desvanes sin trastos, canchas de baloncesto sin canastas, viviendas deshabitadas, naves industriales sin ruido... En todas, biombos de colores y con diferentes formas tapan estas vergüenzas.
Ruinas, elementos pictóricos y fotografía. Estas tres pasiones se aúnan en el trabajo de Rousse. El creador parisino reconoce que en un primer momento su ánimo era la denuncia de la especulación urbanística. «Después le cogí el gusto a transformar estas edificaciones para convertirlas en arte». Esta intervención da lugar a «una arquitectura independiente, autónoma y efímera». RUFO CRIADO El hombre 'verde' en busca del silencio
Rufo Criado cruzaba ayer las puertas del CAB como artista, ya en el olvido su etapa como director de este espacio. En la distancia verde supone también su regreso a las salas capitalinas después de siete años de ausencia. Y lo hace con dos propuestas. Una más exterior y otra más intimista.
Una primera, en el nivel 0, compuesta por un conjunto de fotografías que reflejan el viaje de su autor por distintos países acompañado por sus obras, más unas piezas de gran formato con la locura de color y el juego de formas geométricas made in Rufo Criado.
Ese trabajo fotográfico, «modesto y contenido», escondido hasta ahora, es una de las aportaciones, también su conexión con el exterior, del artista ribereño, quien confiesa necesitar más esa distancia verde para alejarse del ruido de la sociedad actual. «Necesito apartarme para tener el silencio necesario con el cual darme cuenta de lo que acontece alrededor, conectar con todo lo que en la naturaleza ocurre y ahí me encuentro muy a gusto».
Y una segunda, en el -1, realizada expresamente para este espacio. Una atmósfera sugerente, cajas de luz incrustradas a lo largo de los doce metros de anchura de las paredes trasladan a un mundo mágico al espectador. A éste le premia con dos cajitas sorpresa. Una roja y una negra. «Es una inmersión en la naturaleza con la que trato de comunicar sensaciones claramente visuales», comenta Criado y añade: «Hay imágenes con un componente real como fragmentos de reflejos de río y otras que rompen límites de la pintura, pieza pictóricas hechas con una paleta digital y Photoshop». GABRIEL KONDRATIUK Paisaje personal pintado en Cuatro paredes
Rosa Rubio, Teresa Moro y Julián Valle. Gabriel Kondratiuk es el cuarto inquilino del proyecto Cuatro paredes. Nubes, árboles, troncos, soles, montañas, pájaros, lagos... en tonos blancos y azules, todo muy cálido, todo muy puro, envuelven al espectador cuando se adentra en este pequeño cubo instalado en el nivel -2.
Ocho días ha estado trabajando el pintor argentino, que ha volcado en estos cuatro muros el paisaje de su infancia y juventud, pero no el que ve todo el mundo, sino el suyo, más íntimo. «Es una reconstrucción a partir de elementos abstractos tomados del paisaje que normalmente en mi pintura son más modestos en cuanto al tamaño y más intimistas», comenta Kondratiuk, abrumado por las enormes posibilidades que ofrecía esta superficie: «Decidí desbordarme hasta abarcar el último rincón posible y dar esa sensación de panorámica, donde uno se puede sumergir».
El creador argentino está contento con el resultado, a pesar de que la improvisación ha sido su única inspiración. Traduce esta felicidad en palabras: «Ha sido una de las experiencias más fantásticas de los últimos tiempos para mí, así como haber asumido esta especie de experimento, para mí que no supe qué me iba a encontrar ni cuál iba a ser mi reacción, y también para la institución que no tenía manera de saber a qué resultado iba a llegar».