Ignacio Galaz y el hado inspirador de 'Nueve rosas'

A.S.R. / Burgos

Como el mendigo de su cuento Un barrio cualquiera, Ignacio Galaz desearía saber hablar todas las lenguas vivas de la tierra y leer todas las muertas. En estas pocas palabras se esconde uno de los pedazos del escritor repartidos por los quince relatos contenidos en Nueve rosas, el último libro del burgalés, fiel a este género (Cuentos del bosque, Lengua de sal...).

Hay más retales de su biografía escondidos en estas páginas, pero no entra en detalles. «Están mis miedos, mis anhelos, mis pasiones...», sugiere.

Estas pinceladas pueden o no encontrarse en ese joven aspirante a poeta protegido por unas oposiciones a Notarías (Un barrio cualquiera), esa pareja que mata el día a día escribiendo nuevos guiones para su historia de amor (La rutina), el inquilino que cumple religiosamente con un caprichoso casero de elegantes ademanes (El ritual), el albañil que descubre El lazarillo entre ladrillos (Literatura de andamio), un desconsolado y abrumado Felipe IV que ha perdido las ganas de reír (Las sabandijas del arca de Noé), el matrimonio dominado por la amargura de la infertilidad (Una pareja de hoy)...

Son los personajes que habitan en el nuevo volumen de Galaz. En él reúne una vez más una miscelánea de textos, con dispares temáticas, con variopintas estructuras, con viajes al pasado y miradas al presente, con una presencia constante, siempre, de la naturaleza. «No hay un hilo conductor que los enlace, quizás sólo el destino», comenta el escritor.

Es ese hado el que inspira sus historias. Con las que se encuentra en una anécdota, las que se le aparecen cual fantasmas cuando menos las espera, las que se revelan a través de una noticia leída en un periódico, vista en la televisión o asomada en un libro. «A partir de ahí no hay esquema previo ni estructura determinada. El cuento se va haciendo poco a poco, unos personajes mueren enseguida y otros son más duraderos», señala este profesor de literatura del Instituto López de Mendoza, que considera la sorpresa como un ingrediente esencial en esta receta improvisada. «A veces no lo logras, no consigues ese final luminoso, extraño...», lamenta.

Reciclaje en literatura

El reciclaje, práctica habitual en las artes plásticas, lo es menos en literatura. Pero Ignacio Galaz hace uso de esta técnica en Nueve rosas. ¿Cómo? Incorporando a este volumen cuentos escritos para viejos proyectos. Algunos han salido del cajón donde se guardaron cuando su autor consideró inabarcable su pretendida Historia de España en cuento y otros son fragmentos aspirantes a ser novela.

No le salieron bien estos planes al escritor burgalés, que, en cambio, ha cogido la buena senda en otro de sus negociados. Antiguo es su anhelo de completar una Historia de la Literatura. «He decidido escribir un primer tomo de literatura antigua, desde el comienzo de la escritura hasta la caída del imperio romano. Quizás luego me anime a continuar con la Edad Media y momentos posteriores», traza Galaz, consciente de que se encuentra frente a un trabajo ingente, pero demostrando que sarna con gusto no pica: «Me encanta porque estoy leyendo cosas a las que de otra forma tal vez no me hubiera acercado».

Son canitas al aire de Ignacio Galaz con otros géneros, aunque siempre regresa al cuento, el que más feliz le sigue haciendo.