San Pedro de la Fuente inspirador, bohemio y soñado
Trece artistas del barrio recuerdan a sus colegas Eugenio Rincón y Pedro Saiz

-
A.S.R. / Burgos
Con un cielo violeta arropa Arahuetes la espadaña de la vieja iglesia. La acuarela de Marticorena pasa de puntillas por el puente de Malatos. Con el mismo mimo lo cruza Carlos Santamaría en aguada compañía. El colorido, la naturaleza y la tranquilidad del Paseo de la Isla embrujan a Cinta Aller Krähe y es el negro el que se cierne sobre la paleta de Juan Manuel Criado para saltar a la Casa del Cura. Las calles de ayer y de hoy se confunden en el viaje de Gerardo Ibáñez. Las flores del Arco de San Martín huelen en la fotografía de Ángel Herraiz... Trece artistas atrapan el espíritu de San Pedro de la Fuente y lo comparten con el público en la sala de exposiciones de la Biblioteca Miguel de Cervantes hasta el 5 de marzo.
Cinta Aller Krähe, Fernando Arahuetes, Juan Manuel Criado, Gerardo Ibáñez, Marticorena, Juan Mons, Ángel Herraiz, Blanca Mons, Ana Núñez, Revilla XII, Ignacio del Río, Carlos Sáez y Carlos Santamaría se dejan seducir por los colores de sus atardeceres, por sus añejos rincones y sus bohemias tabernas y se confabulan en el recuerdo de dos vecinos y colegas fallecidos, Eugenio Rincón y Pedro Saiz. A ambos dedican esta muestra orquestada por Revilla XII.
El coordinador señala que la iniciativa nació por la inquietud de tiznar con pinceladas culturales las fiestas del barrio. «Para que no sean sólo comer cecina». Una cosa y otra llevaron a poner en marcha esta iniciativa. Su intención era que todas las obras reflejaran el alma de esta zona. Las prisas lo han impedido y cada uno ha intervenido con lo que ha querido.
Algunos de los participantes viven en el barrio. Otros no. Entre los que aún se patean sus calles con el caballete a cuestas está Juan Manuel Criado, que ha intensificado en los últimos meses este idilio. Las intensas lluvias y nieves no han arredrado a este joven pintor que desde noviembre anda volcado en una serie de pinturas al natural de los rincones que le han visto crecer. Ya tiene a La Isla cubierta de hojas y de nieve. Ahora espera paciente a la primavera. «Me ha venido bien salir del estudio y callejear como los pintores de antes, aunque al principio mi presencia sí chocaba a la gente ahora ya se han acostumbrado a verme con los bártulos», comenta.
Vecino del barrio también es Ángel Herraiz. Cerró su tienda de fotografía del centro y la abrió cerca de la muralla. No se arrepiente. «Fue un acierto tremendo. Estoy encantado. La gente es fenomenal». Aunque reconoce que el barrio no tiene tantos rincones singulares como sus lugareños piensan, este veterano fotógrafo sí se deja engatusar por sus luces, por sus recovecos y hasta tiene sus lugares favoritos. Realiza un seguimiento constante al Arco de San Martín -«lo tengo de día, de noche, en invierno, en primavera, de un lado, del otro...»- y las luces y las cigüeñas le guían sin remedio al cercano templo.
«No pintas lo mismo viviendo aquí que haciéndolo en Gamonal o en el centro». Revilla XII, paisano de estos lares, que se congratula porque han retenido un característico sabor a pueblo, lo tiene claro. No hay más que decir.
Por culpa del Revi llegó Juan Mons a San Pedro de la Fuente. Define su relación con este lugar de entrañable. Aquí le acogieron en 1990 y aquí preparó la exposición que al año siguiente colgaría en el Consulado del Mar. Recuerda que en aquellos años lo veían tan recoleto, tan acogedor y tan íntimo que hasta soñaron con hacer de él un barrio para vivir en amistad y armonía. Bonita utopía.