El Correo de Burgos

Pictogramas para contar la historia del peregrino Juan Carlos

La presentación de 'El Camino de Santiago' se convierte en un homenaje a Juan Carlos Estébanez

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Soy Lucas el peregrino, soy pícaro y aventurero, vengo de tierras lejanas puedo vivir sin dinero... Acaba de empezar una historia, la del peregrino Lucas y su aventura por una senda muy famosa. El Camino de Santiago (Grupo SM) es un cuento especial. Porque abre el mágico mundo de la ruta jacobea a los más pequeños a través de pictogramas (dibujos sustitutos de palabras) y porque es uno de los últimos personajes creados por Juan Carlos Estébanez, escritor, investigador y trabajador del Instituto Municipal de Cultura (IMC), fallecido el pasado mes de octubre.

En un emotivo homenaje al autor se convirtió anoche la presentación de este libro ilustrado por Avi. No hubo butacas suficientes para todos los amigos -escritores, bibliotecarios, editores, solidarios, pintores, compañeros del IMC...- que se encontraron con él en estas páginas de color, alegría, esperanza..., en esta historia de un peregrino llamado Lucas, que, en compañía de su perro Rufo, partió de Roncesvalles rumbo a Santiago.

En las ardillas de los bosques, en la concha que guía la senda, en la gallina de Santo Domingo de la Calzada que cantó después de asada, en las agujas de la Catedral burgalesa y en las vidrieras de la leonesa, en las aguas cristalinas de Castilla, en el botafumeiro, en la noche estrellada... Con las pinceladas de este libro, Maricarmen Espinosa, su mujer, pintó a Juan Carlos Estébanez, a aquel peregrino feliz en el camino de la vida, con la calabaza llena de agua fría para el que tenía sed, con el bordón dispuesto para el que estuviera cansado, con la capa para proteger al desprotegido; a aquel peregrino que fue Patrimonio de todos, sin preguntar nunca por ideologías, creencias, colores o preferencias; a aquel peregrino que viajó con la mochila ligera porque su única necesidad en la vida fue hacer feliz a los demás; a aquel peregrino que un día, cansado, empezó a hacer los pasos más cortos y los descansos más largos, que sabía que su camino se acababa, pero no se quejó y se fue «de puntillas, sin hacer ruido, como a él le gustaba hacer las cosas».

Cuando Maricarmen, con la atenta mirada de sus hijas, María y Cristina, y el resto de la familia, terminó el retrato, el aplauso fue largo, muy largo, y las lágrimas saladas, muy saladas. Y fue el alcalde, Juan Carlos Aparicio, el que descubrió en una de las estrellas del Camino el destello de la sonrisa de un Juan Carlos Estébanez convertido en rey mago.

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