El Correo de Burgos

Las artes se conjuran para rescatar a León Felipe

El Ballet Contemporáneo aglutina danza, pintura, circo, teatro, visuales y poesía en 'Los girasoles rotos'

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

¡Qué lástima / que no pudiendo cantar otras hazañas, / porque no tengo una patria, / ni una tierra provinciana, / ni una casa / solariega y blasonada, / ni el retrato de un mi abuelo que ganara / una batalla, / ni un sillón de viejo cuero, ni una mesa, ni una espada, / y soy un paria / que apenas tiene una capa... / venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!

De estos versos del Autorretrato de León Felipe tira Sabine Dahrendorf cual hilo de Ariadna para tejer Los girasoles rotos, la nueva producción del Ballet Contemporáneo de Burgos, en la que distintas disciplinas artísticas se conjuran para rescatar la obra y la figura de León Felipe. Danza, teatro, poesía, pintura, audiovisuales y circo se cogen de la mano en este montaje a estrenar el 4 de junio en el Teatro Principal. Ocho días después llegará al Teatro de Guarda (Portugal), desde donde espera emprender una gira mayor.

Todo el equipo se reunía esta semana en el Teatro Clunia para los ensayos. Oscuridad. Suena la música compuesta por Josep Sanau expresamente para el espectáculo. Un actor recita mirándose en un espejo. Las bailarinas ponen movimiento a sus palabras.

Dahrendorf llama la atención sobre la reunión de artistas de diferentes disciplinas en escena. «El planteamiento es rescatar la poesía de León Felipe sumergiéndonos en el mundo de su poesía, utilizando su capacidad de evocar», dice sin destacar un arte sobre otro. «Todos se alimentan, se potencian, uno hace que el otro destaque». La coreógrafa alemana compara el montaje con un viaje a través de múltiples imágenes. Las que provoca a la imaginación de cada uno la poesía de León Felipe, «un poeta muy conocido, pero que sigue siendo un extraño».

La cara teatral de Los girasoles rotos es la de Javier Semprún, un actor curtido en los clásicos, con una dilatada carrera desarrollada casi en su totalidad dentro de la compañía vallisoletana Corsario Teatro. Para él esta propuesta, alejada de lo realizado hasta ahora, ha sido «apasionante y novedosa», como abrir la ventana de par en par y recibir una bocanada de aire fresco. Por enrolarse en esta fusión de artes y por recitar los versos «de un autor muy olvidado, pero con una potencia increíble en su obra».

No hay un personaje que encarnar. Dice el actor que éste va surgiendo del propio texto, muy próximo al poeta rescatado, al que él está creando, buscando, al que se está acercando. «Es un personaje que lleva una cierta amargura encima, con una experiencia amorosa dura, pétreo, pero con mucha sensibilidad», pinta Semprún.

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