El Correo de Burgos

Destinos recónditos para un verano en el CAB

El centro de arte abre temporada con Geert Goiris, Eduard Resbier e Iván Navarro y recuerda a Luis Sáez

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

La tormenta azota con fuerza. La nieve crea una cortina cada vez más difícil de atravesar. Su coraje le obliga a avanzar sin mirar atrás. Emula a los grandes montañeros de antaño. A los viejos románticos. Como a su manera son románticos, aunque no viejos, los nuevos inquilinos del Centro de Arte Caja de Burgos (CAB): Geert Goiris, Eduard Resbier (foto) e Iván Navarro. Allí estarán hasta el 12 de septiembre. Tres nombres en plena construcción de su carrera creativa que comparten espacio con otro con ella ya labrada y encumbrada. La de Luis Sáez. La entidad financiera comparte sus catorce obras del pintor burgalés, fallecido el pasado 18 de mayo, en En recuerdo, una colección de óleos, dibujos y litografías abierta hasta el 27 de junio.

Pero antes de ponerse frente a la inquietante pintura del creador de Mazuelo de Muñó, el visitante debe adentrarse en otros territorios recónditos, inhóspitos, luminosos, comprometidos, utópicos...

Estancia en el desierto es el destino propuesto por el barcelonés Eduard Resbier. Sus dibujos sobre papel se cuelan en el vaivén de la tormenta, en ciudades fantasma, en habitaciones vacías, barandillas comidas por las telarañas, salones caídos en el olvido que alguien cubrió con sábanas blancas, teatros desvencijados, miradas melancólicas... «Son situaciones que fundamentalmente hablan del paso del tiempo, de sus efectos sobre la naturaleza y sobre el hombre», resume el propio autor, a quien muchos sitúan en la línea del neorromanticismo de nombres como Friedrich o Turner.

Llegados a este punto, el director del CAB, Emilio Navarro, reivindica una vez más el dibujo como expresión artística: «No hay que decir que la pintura ha muerto. Es un oficio fantástico y él demuestra el gusto por conocer gente y lugares y por conocerse a sí mismo».

En un tiempo concreto está inspirada la colección fotográfica Czar Bomba, de Geert Goiris. El artista belga, que intervino en la colectiva sobre creación flamenca El hilo conductor instalada en esta misma sala en 2007, tira de un hecho concreto para regodearse en sus consecuencias: la bomba que el zar Gran Iván lanzó en una región rusa en los años sesenta. No era una cualquiera sino el arma nuclear más potente jamás construida. Un horror que es zozobra, desasosiego, desazón... en la mirada de Goiris.

A ningún lugar viaja Iván Navarro (Santiago de Chile, 1972). Tierra de nadie es su propuesta en el nivel -1. Una luminosa instalación y un vídeo copan esta intervención de la que Emilio Navarro dice que, a través de la poesía, invita a reflexionar sobre las injusticias sociales y otras problemáticas dominantes aún en muchos países.

El chileno, presente en la pasada Bienal de Venecia, asegura que su planteamiento tiene mucho que ver con la idea de utopía. «Significa ninguna parte, es el deseo, el sueño de encontrar un lugar nuevo, que no es muy específico», comenta y aclara que este trabajo tiene distintos niveles de lectura. Uno se refiere a la posibilidad de atacar el espacio artístico desde distintas partes. «Es un terreno libre, sin dueño, cualquiera puede hacer lo que quiera, sin distingos». Y otro está relacionado con todo lo que atañe a la inmigración, el exilio, la ausencia de patria...

No queremos representatividad, no necesitamos banderas, no reconocemos fronteras, no escucharemos más sermones... dice una voz femenina en el vídeo al tiempo que un hombre pedalea su bicicleta en medio de la noche en una gran ciudad. La misma bicicleta con un carrito construido con resistencias que el espectador podrá encender en la exposición.

Estos fluorescentes comparten protagonismo con las notas musicales. Las imaginadas de una batería y las que salen de una caja sorpresa instalada en el medio de la planta que bien podría ser un bar pequeño, ruidoso, oscuro... Allí nadie sabe la religión del que tiene al lado, ni su condición sexual, ni su procedencia, ni su ideología política... Si el arte no entiende de fronteras y, según Iván Navarro, no hace distingos, la música, tampoco... Campanas, soledades y victorias.

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