El Correo de Burgos

ANDRÉS PÉREZ DOMÍNGUEZ Escritor

«La satisfacción por terminar una novela es impagable»

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Una pareja bailando un vals en el andén del metro de Viena sin música se convirtió en el inicio de una bonita historia de amor. Andrés Pérez Domínguez había viajado a la capital austriaca en busca de documentación sobre el campo de exterminio de Mauthausen, el 'campo español', y esta imagen propició su última novela, El violinista de Mauthausen, Premio Ateneo de Sevilla, de la que ayer firmó ejemplares en la Feria del Libro. «Es un triángulo amoroso entre Rubén, republicano español exiliado en París, Anna, su novia francesa, con la que se va a casar, y a los que los alemanes desbaratan sus planes por lo que ella se convierte en una espía al servicio de los aliados, para salvar la vida de su prometido, y un violinista alemán, ingeniero, que ha abandonado Berlín para no colaborar con los nazis. La obra discurre en tres escenarios: el campo de exterminio de Mauthausen, el París ocupado por los alemanes y el Berlín de la posguerra, del 45».

Pregunta- ¿Pesa más la historia de amor o el marco histórico?

Respuesta- Es una novela que toca muchos palos. Es histórica, romántica, de espionaje, de intriga... Mi obligación como narrador es contar una historia de la forma más entretenida posible para el lector, que se lo pase bien, se emocione y disfrute. Luego ya vendrá lo demás: aprender cosas del campo de concentración, una lectura moral que, por supuesto, tiene...

P.- En ese momento de hilatura. ¿Qué miedos asaltan al escritor?

R.- Ahuyentar esos miedos es parte del oficio: no preocuparte demasiado, que no te obsesione la publicación, la presentación en un premio o si va a tener o no lectores. Cuando me siento a escribir procuro mantener el mismo espíritu que hace un montón de años, cuando lo hacía sólo por el placer de hacerlo y no me leía nadie.

P.- ¿Qué siente cuando consigue ese objetivo como es el caso con 45.0000 ejemplares ya vendidos?

R.- Es muy gratificante y muy saludable. A mí me gusta el contacto con los lectores, el trabajo de escribir es muy solitario.

P.- Esta expectación por el libro, esta locura de cifras... ¿Aumenta la responsabilidad para el siguiente?

R.- La exigencia siempre es mayor tras ganar un premio. Cuando me dicen que voy sobrado, les paro y digo 'el que va sobrado tiene todas las papeletas para estrellarse'. Hay que mantener el espíritu, olvidarte de los premios, de las ventas y de las expectativas depositadas en ti...

P.- ¿Ha temido endiosarse?

R.- No porque tengo los pies en el suelo y esto es el resultado de muchísimos años de trabajo. No es que me hayan dado con la varita mágica o me haya tocado la lotería. Y hay un componente importantísimo que es el azar. La novela podría haber ganado el premio o no, podría haber tenido lectores o no y sería igual de buena o igual de mala.

P.- ¿La Segunda Guerra Mundial está de moda como marco literario? Está en Julia Navarro, habla de los nazis Clara Sánchez...

R.- Los años 30 y 40 para mí son muy interesantes porque hay una serie de elementos que me gusta desarrollar en mis libros como son la traición, la culpa, la lealtad... Y este tiempo es un territorio muy apropiado para explorarlo.

P.- En laseparata.blogspot.com dice A mí lo que me gusta es escribir y ejercer de escritor te deja poco tiempo... ¿Cómo compagina una y otra tarea?

R.- Le tienes que dedicar una serie de horas, unos días te sale mejor y otros, peor. No creo en la inspiración, sino en el trabajo diario y, por ejemplo, ahora que estoy liado con la promoción me he acostumbrado a escribir en aeropuertos, trenes, salas de espera, hoteles... Tengo la ventaja de que me gusta escribir a mano, el primer borrador siempre es manuscrito, voy con mi pluma, mi cuaderno y en cualquier momento...

P.- Aunque esta novela le ha situado en la picota, su carrera literaria la jalonan premios en prestigiosos certámenes de cuentos...

R.- El cuento no es un género menor ni mucho menos y sigo trabajando en él pero, por desgracia, no tiene tanta repercusión como las novelas, es injusto, pero es así.

P.- ¿Cómo podría terminar esta injusticia? ¿Hay algún culpable?

R.- Puede ser por falta de tradición, aunque en España hay muy buen nivel de cuentistas, sobre todo, gracias a los certámenes literarios que te dan un motivo para escribir. A mí me ha ido muy bien, sin ellos no me hubiera dedicado a escribir porque no habría ganado la necesaria confianza en uno mismo. El lector de cuentos es más refinado que el de novela, aunque al lector medio le cueste un esfuerzo adicional pasar de una historia a otra y, también es verdad, que si te gusta un libro no quieres que se acabe y cuanto más voluminoso sea, mejor.

P.- ¿Cuándo se decide terminar una novela? ¿Siempre tiene pensado el principio y el final?

R.- Sí y también un esbozo de la novela, aunque luego improviso mucho porque es más divertido escribir así, te llevas sorpresas, encuentras cosas... Normalmente tengo muy claro el final y lo que quiero es llegar a él, aunque suelo ir por caminos secundarios.

P.- ¿Qué cuesta más los primeros párrafos o rematar bien la faena?

R.- Ni una cosa ni la otra, lo que más cuesta es la parte del medio. El principio es como enamorarse, te dejas llevar por la ilusión, pero luego la convivencia es más complicada. Llegar al final es un proceso largo, complejo, aunque poner la palabra fin es muy gratificante. La satisfacción por haber terminado una novela es impagable.

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