La feria del libro trae la buena letra burgalesa de castellanos recios

Ummm! La feria olía ayer a castellano recio y a quehacer asperón -que diría el fallecido Mazuela-... gracias al paso por la misma de los autores burgaleses Tino Barriuso, Fernando Ortega y José Manuel Prado Antúnez. Los tres autores fueron así los protagonistas ayer de la cita en la feria del libro, donde acudió a verlos un público variado. Éste pudo así profundizar en la historia de una ciudad que se relata a sí misma -con Ortega y su Burgos, memoria de una ciudad-, adentrarse en las calles burgalesas de una novela negra -con Signo de interrogación de Barriuso- o bañarse en poesía, con Perdurablemente anfetamínico de Antúnez.  

El objetivo de los primeros lectores que se acercaron a la feria a pedir la firma de los autores fue Tino Barriuso, quien se encontró allí entre otros, con Iván y con María Teresa. Ambos quisieron acercarse a conocer al autor de Signo de interrogación, lo que permitió a todos comprobar que entre los 10 años del primero y la madurez de la segunda son muchas las diferencias pero también algunas las semejanzas. El amor por la obra del burgalés fue de hecho, una de ellas.

Encuentros con el público

Sin embargo, tal y como la define su autor Signo de interrogación pretendió ser una novela negra en una ciudad amable como es Burgos «y me salió una novela que más bien me parece rosa, donde el amor con mayúsculas se cuela en esta obra nacida para ser leída de un tirón».

María Teresa confesó haber comenzado a leer a Barriuso gracias a sus hijos, ambos alumnos del conocido profesor de Física, quien explicó la imposibilidad de separar al autor del profesor, así como sus orígenes burgaleses de los escenarios de gran parte de sus obras.

«Por eso me encantan estas citas en la feria, ya que una de las agradables sorpresas es ver la enorme variedad de público al que puede llegar tu obra, además de que en ellas el lector te devuelve cosas asombrosas, que a menudo tú no mereces», confesó el también profesor de Física. 

De igual parecer se mostró Fernando Ortega quien destacó la riqueza del acercamiento de citas como la de ayer en la feria, así como de todo aquéllo que potencie la obra de los autores locales, «quienes tenemos así la oportunidad de comprobar la enorme variedad de lectores con que puedes contar».

Por ello destacó de su obra Burgos memoria de una ciudad, el carácter innovador que se desprende  del deseo de dar a la ciudad su propia personalidad como si fuera un personaje más. «Reflexiona sobre lo acaecido en ese siglo a través de las vivencias narradas por escritores o polticos en la que se mezcla literatura y rigurosa historia tras años de estudio en bibliotecas y archivos».

También hubo espacio para la poesía, que llegó ayer de la mano de José Manuel Prado Antúnez, quien cierra con su obra Perdurablemente anfetamínico una trilogía tras la cual quiere romper con su deseo de ver el mundo como una dicotomía donde el bien y el mal, el mundo y 'el yo' parecen ser las únicas combinaciones posibles.

«Y no es así, y eso es lo que quiero experimentar a partir de ahora», comenta, avanzando cómo entre sus próximos proyectos está además, de la poesía, concluir una novela.

El poeta quiso también destacar el contacto directo con el lector «sobre todo cuando vienen para conocer al autor y comprueban si es gordito, si es alguien normal o una persona de la calle como lo es él mismo».