El Correo de Burgos

MERCEDES CASTRO Escritora, autora de 'Mantis'

«Un personaje malvado es divertido porque te permite poner de todo»

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Mediodía. Mientras en la Plaza Mayor se pelan gambas, se come a dos carrillos, se pide un vino, se moja el gaznate con una cerveza..., en la librería Hijos de Santiago Rodríguez se degusta Sopa de recuerdos amargos con nube de tormenta al aroma de miel, café y menta o Sesos de consejero delegado con espinas de rosa y clavos a la grasa de cerdo sobre lecho de cardos. Son dos de los platos de la carta del restaurante de moda propiedad de Teresa Sinde, la afamada cocinera protagonista de Mantis, el segundo libro de Mercedes Castro. La autora gallega los compartió con sus lectores.

Pregunta- ¿Cómo se construye el personaje de esta mujer fatal?

Respuesta- Desahogándote. En la historia del cine y la literatura siempre están descritas por hombres, en la mismísima Biblia con Salomé, Dalila... Luego la mitología, el cine negro... Siempre lo cuentan los hombres. Y me apetecía un montón que una mujer contara un mito de construcción totalmente masculina. ¿Por qué le disteis la caja a Pandora? ¿Por qué te comiste la manzana, vale que te la ofreciera, pero por qué la cogiste? ¿Por qué tengo que cargar yo con las culpas? ¿Por qué tengo que ser yo la que tenga que parir con dolor si la manzana la comiste tú, salado?... Me apetecía, con muchísima ironía, dar la vuelta a todos esos estereotipos.

P.- ¿Por qué la ha metido entre fogones?

R.- En el fondo, en la historia de las mujeres fatales que lo han sido en la literatura, el cine o la mitología la comida es muy importante. Eso de que se conquista al hombre con una buena mesa, a través del estómago. Está constatado que muchas de las asesinas en serie en la historia de España han sido envenenadoras y muchas han utilizado la comida como un elemento de persuasión y seducción.

P.- Cuando se describe a Teresa se habla de la influencia en ella de la relación con su madre muerta. ¿Cómo marca esta historia?

R.- Mantis es una novela de misterio y también tiene mucho de cuento de hadas. Ella vive en una casa encantada, tiene un pasado, hay un policía que la persigue que puede ser un hombre lobo, un periodista que podría ser como el príncipe que la quiere rescatar, la madre sería una madrastra, una bruja que le hace la vida imposible.... Y sí le he dado peso a la madre, ya muerta, porque a medida que corregía la novela veía que daba mucho de sí. Un personaje malvado es muy divertido para el escritor porque le permite poner todo lo que le da la gana, sin cortarse, no tienen moralidad, ni sentido del ridículo ni vergüenza. Dan mucho juego.

P.- Dice que siempre hay una lectura entre líneas. ¿Cuál es?

R.- Hay una crítica al mundo de las apariencias, a un mundo que nos rodea en el que ya no sabemos qué pensar ni de la cultura, ni de la gastronomía, ni de la literatura ni de la música y de cómo nos dejamos llevar por juicios de opinión que no están fundados en el valor artístico sino en, por ejemplo, el comercial.

P.- Teresa escribe sus confesiones en un cuaderno de tapas rojas. ¿Mercedes Castro lo hace en sus libros?

R.- Ninguna de mis dos novelas es autobiográfica, pero sí es verdad que las citas, los apuntes sobre los personajes, sobre lo que quiero que sea la obra, sí las anotaba en una libreta de tapas rojas. Soy muy irónica y hago guiños dentro de la propia historia a cosas que tienen que ver conmigo. Todas las notas para Mantis las tomé en una libreta de tapas rojas.

P.- Empezó con la novela negra en Y punto, ahora se pasa a la gótica con Mantis. Dice que le gusta pillar un género literario y despedazarlo...

R.- Me gusta utilizarlo y jugar con él en el sentido de coger sus reglas y muchos de sus estereotipos para darlos una vuelta y actualizarlos porque creo que la literatura de género, negra, suspense, terror, aventuras..., sigue totalmente vigente pero la manera de escribir nuestro mundo va cambiando y nosotros podemos utilizarlos y actualizarlos. Me gusta mezclar los géneros, unos con otros, no tomar todas sus normas al pie de la letra, tomármelas a broma, ser irreverente, pero no con el ánimo de faltar el respeto al propio género sino con el sentido de experimentar.

P.- Se dice que una novela es como una ensalada con muchos ingredientes. Para hacer la mejor, cuánto ponemos de... amor?

R.- Bastante, por parte de la autora y de todos los protagonistas.

P.-... misterio?

R.- Mucho, mucho.

P.-... mala leche?

R.- ¡Ay! Muchísima porque en el fondo todos estamos necesitados de ironía, de que alguien diga las cosas sin acritud, sin violencia y sin alterarnos.

P.-... dulzura?

R.- Es necesaria porque, por ejemplo, esta protagonista no se explica sin ternura.

P.-... crueldad?

R.- No demasiada. Me dan pudor las novelas que hacen una violencia o crueldad explícita en los personajes, de eso el mundo está demasiado sobrado.

P.-... tristeza?

R.- Tampoco mucha.

P.-... humor?

R.- Mucho, mucho para que, sea del tipo que sea, la gente se pueda reír un rato. Es muy necesario para la vida y para los libros.

P.- ¿Ha sentido más responsabilidad al escribir esta segunda obra tras el éxito de su ópera prima?

R.- Sí, para qué nos vamos a engañar. Cuando publicas tu primera novela no hay ninguna expectativa respecto a ti. Cuando saqué Y punto tuve buenas críticas y sí está ahí el miedo a defraudar a los lectores que leyeron el anterior libro, pero es algo que te tienes que quitar de encima, sacudírtelo, porque si no te inmoviliza y no puedes crear nada que no sea eso que ya has escrito.

P.- ¿Qué cuento clásico definiría su carrera literaria hasta ahora?

R.- Probablemente Cenicienta porque en mi familia no hay ninguna tradición literaria, nos gusta leer y contar historias, pero no tenía a nadie, ninguna ayuda para publicar. Todo lo he conseguido sin padrinos y con mi esfuerzo, después de muchos años de trabajar, corregir y editar.

P.- ¿El éxito sabe más dulce así?

P.- Lo mío tampoco se puede considerar éxito, tengo dos novelas y mucho camino por delante. No soy millonaria, ni me han dado ningún premio ni nada por el estilo. El éxito es muy relativo. Para mí es publicar.

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