El Correo de Burgos

Un policía solitario y cínico, una pija desaparecida y la sublevación del 36

Miguel Fortea se adentra en el género negro en su segunda novela, 'La ciudad del trueno', con la Guerra Civil como escenario de la acción

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Dalmau golpeó la puerta por segunda vez. Antes de hacerlo ya había escuchado la respiración contenida de quien no respondía. Alguien que sin duda oyó sus pisadas subiendo por una escalera demasiado vieja. Allí dentro un hombre, al menos, aguantaba la respiración y dejaba que las gotas de sudor se acumulasen en su frente sin limpiarlas. Sabía quién era ese hombre: el Chino. El Chino muere en las primeras páginas de La ciudad del trueno (Plaza & Janés), aunque sobre él se cierne una alargada sombra que reaparecerá a lo largo de este libro que es el debut de Miguel Fortea (Burgos, 1965) en la novela negra.

El escritor narra la investigación de la misteriosa desaparición de Sonia Araujo, la hija de un rico empresario, producida días después de la también enigmática ausencia de su novio, un anarquista que dejó la pensión en la que se alojaba sin dejar más rastro que unos apuntes. La resolución de ambos casos quedará en manos de Dalmau, un policía de la vieja escuela que logrará abstraerse del caos en el que la sublevación del 36 sume a Madrid para esclarecer el suceso en el que las apariencias engañan.

«Dalmau se encontrará solo frente a un mundo en el que acaba de estallar una guerra y en el que los problemas cotidianos parecen desaparecer para todos menos para él», comenta Fortea, quien pinta a su protagonista como un personaje perseverante, cínico, descreído, que no pertenece a ningún partido político, aunque sí tiene el carné de la UGT, solitario, sin anclajes, aunque con una problemática familiar que se descubrirá al tiempo que avanza la novela.

Dalmau conseguirá abrirse camino en una ciudad en la que el caos y el desorden reina. Y en su búsqueda se topará con curiosos personajes: brigadistas internacionales, políticos, periodistas... Hasta Hemingway paseará por este relato.

Estas incursiones históricas han obligado al autor a hacer una importante labor documental. «Ha sido uno de los retos que me he impuesto después de la primera novela (Mujeres que van y vienen del baño, de 2005) en la que me permití más fantasía», comenta Fortea, quien rechaza hablar de La ciudad del trueno como un libro más sobre la Guerra Civil. «Esta época histórica es simplemente el escenario en el que se desarrolla una historia clásica de investigación. Efectivamente la Guerra Civil aparece desde la página 30 del libro y se narran acontecimientos históricos a la vez que se produce el desenlace», matiza el escritor.

Fortea hace hincapié igualmente en la diferencia entre novela negra y policiaca. La suya se encuentra en el primer círculo. «Aquí lo importante no es la resolución del caso sino todo lo que le va ocurriendo al personaje en este recorrido vital: dónde va, con quién habla, las reacciones, las conversaciones mantenidas, el sentido del humor...», especifica y asegura que ha escrito la novela que a él le hubiera gustado leer.

Y espera, no podía ser de otra manera, que al público también. La publicación bajo el sello Plaza & Janés ayuda. Fortea explica que la entrada en esta importante editorial llegó después de encomendar el primer manuscrito de La ciudad del trueno a un agente literario. Tras un proceso de pulido y limpieza el original entró en imprenta. Tardó en aparecer pero finalmente llegó.

El escritor que presume de burgalés

Miguel Fortea presume de burgalés en la solapa de La ciudad del trueno y allá donde va. Le gusta hacerlo aunque las aguas del Arlanzón sólo arrullaron su alumbramiento. Su padre trabajaba en Obras Públicas y a mediados de los sesenta andaba por estas tierras. Ni siquiera celebró su primer cumpleaños aquí, pero allá donde ha residido -Madrid, Barcelona o Valencia- le ha gustado sacar la partida de nacimiento como carta de presentación.

Pero hasta ahí. Porque cuando en alguna tertulia radiofónica le han preguntado por tal o cual familia de rancio abolengo cidiano, el bueno de Fortea ha tenido que confesar que no, que no, que él de burgalés sólo tiene el epígrafe correspondiente en el DNI y sus viajes a una ciudad que le encanta.

En este documento no aparecen sin embargo sus pinitos en el mundo literario. Que haberlos hailos. Su currículum creativo incluye una incursión anterior en la novela con la publicación de Mujeres que van y vienen del baño en 2005.

Pero si un género ha sido su fetiche es el cuento. Hace nueve años incluyó uno en Antología de relatos originales y se ha hecho con el primer y segundo premio de relatos de la Federación Nacional de Asociaciones Culturales y Recreativas de Empleados de Cajas de Ahorros (Acreca). Es coordinador igualmente del concurso de relatos convocado por la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio Estudio de Madrid (Adanae) y colaborador habitual de la revista Cuadernos de Adanae. A la crítica cinematográfica también le ha dedicado su tiempo y como tal se ha retratado en Cinemanía.

Como de letras el hombre a veces no vive, y es el caso, Miguel Fortea ejerce en el ámbito económico y financiero al que consagró su formación.

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