El Correo de Burgos

Museos, 'menudo' destino de vacaciones

Los niños se acercan al arte contemporáneo y al clásico en los talleres del CAB y el Museo de Burgos

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

«¿Sabes una cosa? Cuando me vaya te voy a echar mucho de menos». Cuando Virginia escuchó estas palabras de boca de Sergio se emocionó. Un sólo momento como éste da por bueno un verano de levantar la voz, de niños con la cabeza en el césped, de convertirse en enfermera para arreglar tropiezos... Situaciones normales en uno de los talleres infantiles que copan el verano en el Centro de Arte Caja de Burgos (CAB), convertido en destino vacacional para alrededor de un centenar de pequeños que hacen un hueco en sus agendas para acercarse al arte contemporáneo. No sólo éste ha seducido al público menudo. El más clásico, también. Más de cuatrocientos participantes -infantil y otros colectivos- ha tenido el Museo de Burgos. En el primero son semanales; en el segundo, diarios.

El agua del grifo es lo más parecido al mar en el sótano del CAB, pero Adriana, Andrea, Sergio y Diego se encargan de girar esta realidad. Una manta azul obra el milagro, la crisis de la construcción no se nota en esta ciudad playera que empieza a ser gracias a castillos de colores, copas de champán de plástico, hueveras o rollos de cinta.

Trabajar la imaginación es uno de los objetivos de estos talleres dirigidos por Virginia Calvo y Estela Rojo. Pero hay más. «La idea es continuar con el proyecto educativo del curso pero de manera especial porque estamos más tiempo, podemos profundizar y hacerlo más lúdico y divertido. Pero la meta es la misma: acercar a los niños al arte contemporáneo y volcar esta experiencia en trabajos de expresión plástica», convienen.

Lo mismo persigue la oferta del Museo de Burgos. Lo expone Miguel Ángel Pérez, uno de sus artífices: «Queremos que los peques se acerquen a nosotros y, al ser verano, lo hacemos de una forma amena. El fin último es que no se coja miedo al museo».

El Camino de Santiago ha sido el tema estrella en todos los museos de la Comunidad. Peregrino Jones y Llegar el primero no es lo importante son las dos propuestas.

«Abordamos la Ruta Jacobea a través de la iconografía del santo en las distintas expresiones artísticas y además realizamos trabajos manuales», añade Pérez, quien considera alcanzado el objetivo a juzgar por el entusiasmo de niños y padres.

Los participantes se emocionan cuando descubren a Santiago en una pintura hispano flamenca o dan con él en el sepulcro de Juan de Padilla firmado por Siloé. Demuestran más destreza que el mismo Indiana y en un tris hallan el bordón escondido tras una pieza en el patio de la Casa de Miranda. Ni te cuento cuando Miguel Ángel les premia con la calabaza y la concha tras contestar tres difíciles preguntas. Se alzan con el tesoro sin sudar, casi sin mancharse las manos y sin enfrentarse a malvados competidores. Completarán su aventura en la sala con trabajos manuales: cortar, pegar, pintar, doblar...

También en el barrio de San Esteban combinan las visitas a las exposiciones con la expresión plástica y los juegos. Uno de los momentos más esperados es el recreo. Almuerzo en la terraza con vistas a la Catedral.

Hoy toca una vuelta por las fotografías del belga Geert Goiris. Una con un árbol ha sido el objeto de todas las miradas. Y ahí están ellos haciendo el suyo, mágico para unos, árbol sin más para otros. Guillermo elige el azul. Tiene 5 años y le gusta pintar. Igual que a Alejandro y Pablo, gemelos de 8 años. Pero ninguno quiere ser artista. No se lo piensan ni un segundo a la hora de contestar como tampoco Pablo pierde tiempo al señalar que él de mayor será arquitecto. ¿Por qué? Porque le gusta dibujar. A Juan, en cambio, le encanta el fútbol y dedicarse a él es el sueño de este niño de 6 años.

Andrea, hermana de los gemelos y de 5 años, tampoco parece que se vaya a presentar en casa diciendo eso de mamá, quiero ser artista. ¿Quién piensa en futuros pudiendo estar jugando con Adriana?

Las mayores son Gema e Irene. Mientras los otros construyen su urbe, ellas dan sus últimas pinceladas, de rosa. Tienen 10 años. La primera, más parlanchina, señala que se lo pasa muy bien en este lugar porque siempre hace cosas originales. La segunda, más callada, asiente.

Todos se encuentran en el CAB como en casa. La mayoría ha estado en esta misma sala con el cole y muchos han llegado de la mano de sus padres.

Ese interés y el trabajo de Calvo y Rojo hacen que la meta se supere. Ambas observan que la relación entre el arte contemporáneo y los niños es mejor que la mantenida por los adultos por su falta de prejuicios. «Ellos no emiten juicios de valor, llevan lo que ven a su mundo». Un mundo de árboles de pintura de colores y casas de reciclaje.

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