«La gente es cómplice de nuestro juego y se deja llevar por la fantasía»

Es la pareja que mejor y durante más tiempo se ha tirado los trastos a la cabeza, con elegancia y sin llegar nunca a las manos, que van al pan. Joaquín y Lucía Galán se han peleado como nadie y como nadie se han mandado al carajo. Han pegado una vuelta que dura más de veinticinco años y que llevan dos celebrando con Diamante, un DVD con las treinta canciones más míticas y un CD con doce nuevos temas. Ellos son Pimpinela y el sábado recalan en El Hangar en una gira española que ya los ha llevado a Granada, Barcelona, Bilbao y Mallorca. Les queda Madrid, donde presentarán un adelanto del musical que cuenta su historia y ellos protagonizan.

Pregunta- ¿Este disco marca un antes y un después en su carrera?

Respuesta- Sin duda, es el final de una etapa y el comienzo de otra. Las canciones nuevas son el Pimpinela de hoy y la visión del hombre y la mujer de la actualidad. Nosotros siempre le hemos cantado al amor y en esa pareja siempre ha habido una protagonista que es la mujer. En los años ochenta tratando de salir de ese machismo iberoamericano y en esta época con su autoridad recuperada y de igual a igual con el hombre.

P.- ¿Y cómo es esta nueva mujer?

R.- Hoy en día tanto la mujer como el hombre se han vuelto más individualistas, él se ha replegado ante ese avance de ella, que es profesional, que prefiere estar sola a mal acompañada, que lucha a la par que el hombre por salir adelante. Estamos en una etapa de transición y me imagino que habrá un punto de encuentro entre el hombre y la mujer porque por más cambios que haya ambos seguimos necesitando tener una pareja, formar una familia, contar con un compañero o compañera, que es el fin último de mujeres y hombres, más allá de la realización personal.

P.- Encima del escenario son pareja y al bajar, hermanos. ¿Cómo mudan la piel?

R.- Es un proceso que tiene mucho que ver con la vocación de teatro que Lucía tenía de pequeña, ella estudió teatro, yo me acoplé luego cuando se formó Pimpinela. Nos ponemos los disfraces de los personajes que estamos interpretando y en esos tres minutos de esa historia nos olvidamos de que somos hermanos. La gente es muy cómplice de este juego nuestro y se deja llevar por la fantasía y en nosotros ve su propia historia reflejada.

P.- ¿Esa originalidad en el planteamiento ha sido la que les ha mantenido 25 años?

R.- El secreto es el haber creado algo diferente, ni mejor ni peor, distinto, que no se había visto antes. También puede haber influido llamar la atención con un estilo de canción teatralizada, una especie de opereta del siglo XX; lo cotidiano de la letra, son canciones muy sencillas que hablan como uno lo hace en casa, sin rebusques, nos decimos lo que se dice cualquier persona en el bar, en la calle o en el trabajo, este lenguaje directo involucra a la gente; y también, como reza el dicho 'A Dios rogando y con el mazo dando'. Heredamos Lucía y yo la perseverancia y el oficio de nuestros padres españoles emigrantes que, desde pequeños en Argentina, nos hablaron de lo bonito de tener un sueño y lo importante de luchar por él.

P.- Esencial también es el humor en sus letras...

R.- Para nosotros es vital. No podríamos ser nosotros ni vivir sin el sentido del humor que tenemos, nos encanta reírnos aunque estemos cansados, es lo que nos pone bien, lo que nos comunica a Lucía y a mí, somos dos personalidades distintas pero nos complementamos muchísimo a través del sentido del humor.

P.- Si tuviera que elegir una canción como banda sonora de estos 25 años sería...

R.- El amor no se puede olvidar, la que compusimos a nuestro padre después que falleció.