El Correo de Burgos

REPRESENTACIÓN SOLIDARIA

En busca de una sonrisa en Namibia y de la sensibilización en España

Javier Rey y Javier Ariza han realizado 15 actuaciones para 3.800 niños desfavorecidos

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Burgos

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MARTA CASADO / Burgos

Dos narices rojas se han colado entre la miseria, el hambre, la enfermedad y la soledad de huérfanos, discapacitados y refugiados de la República de Namibia. Javier Rey y Javier Ariza, del grupo burgalés Teatro La Sonrisa, han representado, durante 15 días del mes de octubre.Entre pitos y flautas, una obra que ha sacado de la rutina a 3.800 niños desfavorecidos de este país africano asolado por el Sida. La ruta confeccionada desde la ONG Payasos sin Fronteras, a la que pertenecen, les ha llevado por localidades como Windhock, Katutura, Walvis Bay, Omaruru y Osire. «Ha salido todo muy bien, estamos muy contento porque a pesar de la miseria y el hambre que rodea a estos niños, no sufren una guerra y después de estar en países como Kosovo, Palestina o Líbano, donde estuvimos el año pasado, lo necesitábamos», afirma Javier Rey que lleva en este tipo de expediciones, «al menos una al año», desde hace dos décadas.  Pero si otros años la tensión de un conflicto bélico minaba a estos soldados de la sonrisa, este año se ha tornado en impotencia. «Allí hay niños muriendo de hambre o de Sida y sientes una impotencia tremenda cuando ves que con unos antivíricos podrían sobrevivir o con medicamentos ingeridos por la madre se podría haber evitado la enfermedad en un niño como sucede en occidente... Vas allí y es.... ver que lo que aquí se soluciona fácilmente allí es un problema que no hay manera de arreglarlo».

El Sida afecta al 25% de la población de Namibia y  es lo que ha dejado a estos niños huérfanos. Sus familias los abandonan a la puerta de las casas de mujeres conocidas como mamis que «por su cultura acogen a todos, no son instituciones los que se ocupan de estos orfanatos son mujeres que los acogen en su casa e intentan darles, al menos, un plato de comida al día y un poco de educación», afirma Rey. Son niños a los que les falta estimulación para saber responder a la magia, los malabares o la música que dos payasos les ofrecen por primera vez. «Cuando actúas con estos niños en concreto, y es algo que nos ha pasado sólo en esta ocasión, no responden se quedan como colapsados y no saben qué hacer».  Más respuesta han obtenido de sus actuaciones en colegios de Namibia. «Son niños muy necesitados también pero han tenido la suerte de estar en un colegio y están más acostumbrados a cantar, a bailar, a la música y responden de una forma más activa». Otro de los colectivos de desfavorecidos de Namibia ante los que ha actuado La Sonrisa son los discapacitados, estigmatizados con la oscuridad y el olvido en estas tierras. Allí la respuesta a las dos narices rojas ha sido más activa pero también muy emotiva. «Es tal el cariño con el que te reciben, los abrazos y besos que te dan que te los comerías», recuerda Rey.

Salir de la rutina no es fácil en medio de la miseria, aunque sea en un entorno pacífico, por ello los miembros de Payasos sin Fronteras tienen que estar preparados. «No es fácil abstraerte de un entorno tan duro para poder actuar y hacer reir. Te puedes venir abajo porque ves una realidad totalmente distinta y tienes que ser muy profesional y también tener una estabilidad emocional muy fuerte para no derrumbarte. Algo completamente necesario si estas en un lugar en guerra», aclara Rey que en esta ocasión han actuado, también en el  único Campamento de Refugiados de Namibia, el Refugee Camp Sehteinent, gestionado por la ONU. Rey y Ariza también han llevado una sonrisa a niños de una de las etnias más antiguas de África. Con 6.000 años de existencia los 600 miembros de la etnia Topnaar han descubierto a una tribu de zapatos grandes y trajes de colores que les han hecho disfrutar. Las sensaciones generadas en los orfanatos y colegios, entre los refugiados y entre los Topnaar se ha guardado en la maleta de estos soldados de nariz roja que ahora tendrán que abrir ante los incrédulos de casa.

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