El Correo de Burgos

III CONCURSO DE CUENTOS 2º PREMIO

EL MISTERIO DE EXCALIBUR

Por: MARÍA CADILLO

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Burgos

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Todo está en silencio. Son las cuatro de la madrugada y Enrique continúa trabajando en su laboratorio. Los años de trabajo y los fracasos anteriores no le han hecho perder las ganas de seguir adelante. Apenas duerme porque sabe que está cerca de encontrar la solución. Un ligero sonido metálico de su ordenador le confirma que ha terminado su espera. Mira la pantalla y esboza una amplia sonrisa.

¡Lo he conseguido, por fin!, exclama emocionado.

Enrique acaba de completar el método que permite  seguir el rastro biológico que haya impregnado cualquier mineral, en cualquier momento de la historia. Es un avance espectacular, especialmente para los arqueólogos, porque gracias a este descubrimiento, resolverán  los misterios que hasta ahora no tenían explicación.

Pero, sobre todo, lo que Enrique quiere es el reconocimiento de Sara, la mujer de su vida, a la que apartó  de su lado para dedicarse a su trabajo. Con el paso de los años se dio cuenta de que se había alejado de lo que más quería, y ahora podía arreglarlo.

Sara, como arqueóloga del equipo de investigación de Atapuerca, también siguió su camino, aunque  él siempre estuvo al corriente, por sus amigos comunes, de que nunca había vuelto a salir con nadie.

Ahora Enrique tiene la excusa perfecta para llamarla por teléfono. Vienen a su cabeza las conversaciones sobre su trabajo, las dudas sobre cómo apareció en la Sima de los Huesos  aquella cuarcita roja, a la que llamaron Excalibur, cuando no había en los alrededores este tipo de material. Sara podrá, por fin, completar su trabajo de investigación sobre Excalibur. El descubrimiento de Enrique arrojará luz a este misterio.

Enrique marca nervioso el número de Sara.

¿Diga?.

¿Sara?. Soy Enrique…Ya sé que hace años que no hablamos por teléfono pero tengo algo importante que decirte. Lo he conseguido, he descubierto el método para rastrear restos biológicos en los minerales. ¿Sara?

Si,… estoy aquí. Son las cuatro de la madrugada…

Lo sé, Sara, pero tenía que contártelo. ¿Puedes viajar mañana a Madrid y traerte a Excalibur?.

No lo sé, voy a hacer unas llamadas. Pero, ¿en serio lo has conseguido?

Si.

¡Es fantástico!....Bien, entonces, mañana a mediodía nos vemos en tu laboratorio.

Ambos colgaron el teléfono. Enrique se quedó mirando al infinito con una amplia sonrisa en los labios. Sara empezó a hacer las llamadas pertinentes para poder trasladar a Excalibur con seguridad.

A media mañana, Sara llegó  al laboratorio del CSIC donde Enrique trabajaba. Después de saludarse con dos besos en la mejilla que dejaban dilucidar algo más, se pusieron a trabajar. El análisis de Excalibur fue sorprendente. El ordenador empezó a mostrar los primeros datos sobre el bifaz; había restos de sangre humana de dos hombres y una mujer de hace 500.000 años, del homo helderbergensis; de polen de varias plantas; de sangre de oso, de tigre dientes de sable, …  Todo remite al pleistoceno medio…Era increíble.  

 

 

 

El programa informático podía determinar también el origen de la roca. Según el mapa geológico que tenía Enrique en su ordenador, Excalibur tenía similitudes con un 97% con la cantera de El Guijo, en la Sierra de Béjar, en Salamanca.

Sara se queda perpleja mientras Enrique sonríe de nuevo. En menos de media hora han realizado un descubrimiento que permitirá avanzar significativamente en el estudio de la piedra, pero también plantea múltiples interrogantes. A su cabeza viene preguntas como: ¿cómo llegó Excalibur a Atapuerca?, ¿porqué hay sangre de varias personas y animales en el bifaz?....El trabajo a partir de este hallazgo será minucioso y metódico y supondrá muchos años de trabajo.  

Lo que nunca podrá descifrar el equipo de Sara es la historia humana que acompaña a Excalibur. Hace 500.000 años la tribu de Org habitaba en las orillas del río Tormes, en una pequeña cueva, en la que apenas podían vivir los ocho que componían el grupo. Org era el único hombre adulto y el lider. Su madre anciana, su mujer, su hermana y sus tres hijos, todavía pequeños para cazar completaban el grupo, los que habían sobrevivido a una extraña dolencia que había acabado con los otros tres hombres del poblado.

El día en que fueron atacados en el poblado, Org estaba cazando. Tuvo que alejarse bastante de su territorio habitual porque a principios de la primavera las piezas escaseaban. No le gustaba demasiado abandonar su reducido territorio de caza porque dejaba desprotegida a su familia. No consiguió cazar nada, y a media tarde, tuvo un mal presentimiento. A medida que se acercaba a la cueva vio huellas de oso en la nieve. ¿Se habían despertado ya los osos?. Lo cierto es que habían empezado los días de calor, pero todavía era pronto…Aceleró el paso y al llegar a su cueva descubrió que todos estaban muertos. Su mujer intentó defender a los niños con todas sus fuerzas y todavía tenía en la mano el arma que había utilizado para ello, el bifaz tallado por Org unos días antes, al recoger una de las cuarcitas rojas tan abundantes en la orilla del río.

Org cogió la piedra de la mano de su mujer y se la guardó instintivamente entre sus pieles. Después, acercó a los tres pequeños a su cuerpo y lloró. Oyó de lejos rugir al oso y eso lo enfureció, salió a buscarlo pero pronto se dio cuenta de que no era una buena idea. El oso se había encontrado con otros dos machos que se disputaban varias truchas en el río. No podía enfrentarse sólo a ellos y además, estaba a favor del viento con lo que no tardarían en olerlo. Arrastrado por la desesperación decidió volver a la cueva. Encendió un fuego y pensó que no quería dejar a los suyos allí tirados. Juntó los cuerpos con cuidado, unos junto a otros, les pintó el rostro con ceniza y arrastró piedras a la entrada de la cueva para cerrarla. El trabajo le llevó toda la noche hasta el amanecer. Estaba agotado y triste, decidió que no podía quedarse allí,  podían volver los osos y no sobreviviría sólo, debía buscar otra tribu.

No sabía a dónde dirigirse pero recordó cómo su madre le contó que habían venido del noreste, donde había más como ellos, así que decidió  ir allí. Caminó durante días vadeando ríos y atravesando montañas. El comienzo de la primavera le ofreció abundancia de caza en el camino, pero no había humanos. A comienzos del verano llegó a un valle hermoso y pensó, sería un buen lugar para vivir. Miró al horizonte y se fijó en que a lo lejos, cerca del río, se movía a una mujer, que estaba acicalándose. Se acercó sigiloso y la observó durante un buen rato. Era una mujer mayor, con el pelo rojo ya encanecido, llena de extraños amuletos colgados por todo su cuerpo. Debía ser una hechicera.  

 

 

 

 

 

Mientras se atusaba el pelo, no se dio cuenta de que un tigre dientes de sable se le acercaba por detrás para atacarla. Pero allí estaba Org que con un lanzamiento certero de su lanza consiguió atravesar al animal que cayó a escasos metros de la mujer. Sin dejarle tiempo a reaccionar, Org sacó su bifaz y le asestó numerosos golpes en la cabeza del animal herido que falleció al instante. Gracias a su valor y a que el animal era joven e inexperto en la caza, tuvo la suerte de matarlo con cierta facilidad.

La sorpresa de Am se cambió en sonrisa al ver que el peligro había terminado y que un extraño le había salvado la vida. Le hizo señas para que lo siguiera y así llegaron a su cueva,  donde presentó a Org e indicó a los demás que les siguieran para despiezar al animal y repartir la carne.

La mayoría de la tribu recibió  bien a Org. Todos excepto Mor, el hijo del jefe, que lo vio como un rival al descubrir a Mam, la mujer más hermosa de la tribu, mirándole con admiración y picardía. La tribu estaba compuesta por veinte individuos de todas las edades, donde la mayoría eran hombres y mujeres adultos. Casi todos habían formado parejas y se suponía que Mam sería en breve para Mor. Pero los planes de Mam, al ver a Org cambiaron. Ella quería al nuevo miembro de la tribu, que además tenía el pelo oscuro, medía 1.80, pesaba más de 100 kilos y prometía ser un espécimen fuerte y valiente. Mor en cambio, aunque debía tener la misma edad, no medía ni pesaba tanto, su constitución era enjuta y además tenía muy mal carácter.

Las diferencias no se hicieron esperar entre Org y Mor. Una mañana, junto al fuego, Mor arrancó de las manos la pieza de carne que saboreaba Org. La discusión llevó a que Mor lanzara una piedra a la cabeza a Org y ambos se enzarzaron en una lucha cuerpo a cuerpo. Aunque Mor era más débil también era más inteligente y había planeado colocar una lanza estratégicamente para defenderse. La pelea terminó con la lanza insertada en el estómago de Org.

Am se acercó a verlo y meneó la cabeza. Esa herida no tenía solución. Moriría desangrado en unos minutos. Org hizo entender a Am que quería ser enterrado con su bifaz y la hechicera accedió con un gesto. Ahora que llegaba su fin, Am lamentaba que Org dejara de moverse, porque habían aprendido mucho el uno del otro. Am le sujetó la mano con afecto y Org dejó de respirar.

Mor se sintió vencedor y miró triunfal a Mam, que le respondió con desprecio. El hijo del jefe pensaba que tendría las de ganar, a pesar de haber ofendido a los dioses por haber acabado con la vida de otro ser humano, por ser alguien privilegiado en la tribu. Pero no fue así. Con lágrimas en los ojos, el jefe de la tribu condenó a su hijo a yacer en misma cueva donde fue depositado Org, con su bifaz. Mor gritó y se lamentó cuando lo bajaron a la cueva, pero nadie le hizo caso. Murió de hambre y sed, unos días después, junto al cadáver de Org.

 

En el laboratorio, Sara abraza a Enrique. No puede reprimir sus emociones y los dos sonrien triunfales. Se miran a los ojos y vuelven a renacer todos los sentimientos que habían estado dormidos durante años. Se funden en un beso intenso, apasionado, lleno de amor, que les hace retroceder diez años en el tiempo. Todavía no es demasiado tarde, ambos lo saben. A partir de ahora, ya nada ni nadie podrá separarlos.

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