Dos miradas navideñas de barro cocido

A.S.R. / Burgos

Navidad, dulce Navidad. Pocos rincones quedan sin lucecitas, villancicos o guirnaldas de mil y un colores. Los destinos navideños se multiplican en la ciudad y anoche uno más se abría paso en la agenda cultural: la exposición compartida por Guadalupe Óscar, antes presidenta de Coarte y ahora artesana sin más, y Fray David Leal, monje del Monasterio de San Pedro de Cardeña. Juntos, que no revueltos, muestran su particular mirada, cada uno la suya, del Nacimiento de Cristo, que se celebra estos días, en la sala del Teatro Principal, donde permanecerán hasta el 9 de enero.

Fray David Leal se pasea entre sus piezas y la ilusión se refleja en sus ojos. Son pocas las ocasiones que tiene de enseñar su trabajo fuera de las piedras monacales. El monje trabaja por encargo. Asegura que quedan muchos coleccionistas de nacimientos, seducidos por el misterio de la Navidad. En Valladolid, Palencia, Barcelona o las provincias valencianas, su tierra natal, hay mucha afición.

La especialidad del religioso son las piezas barrocas, con profusión de detalles, a las que se dedica desde hace más de veinte años. Pero en los últimos tiempos también ha abierto la ventana a aires de modernidad y entre aquellas, que son mayoría en la estancia, aparecen salpicadas otras más modernistas, con líneas más sobrias, más limpias, un juego de volúmenes.

A lo que sí ha sido fiel Fray David Leal es al material. Unas y otras están realizadas en barro. Las primeras con terracota; las segundas con uno especial de alta temperatura. Todas tienen una doble cocción.

Se sabe el monje uno de los pocos artesanos dedicados a esta temática. «Exige mucho tiempo y mucha preparación, dominio de la técnica, y hoy todo es más seriado, más mecanizado, y tienes que trabajar mucho el barroco y la espiritualidad, que yo intento transmitir en mis creaciones», ilustra.

También de barro es la mirada de Guadalupe Óscar, de barro refractario. Se acerca la artesana con el corazón abierto a este misterio navideño. Se regodea en las expresiones de sus vírgenes, sus sanjosés, sus ángeles o sus niños Jesús, unas veces más cándidas, otras más duras, algunas de otras latitudes. En las distintas escenas no falta detalle. Hasta el tintero con el que San José escribe en arameo se reproduce sobre la mesa. Su inspiración está en la tradición, con permiso de la naturaleza, de la que no se olvida la artesana en este reencuentro con las salas expositivas.