El Correo de Burgos

'Iluminados' gigantes y diminutos

Los ilustradores Emilio Urberuaga, Adolfo Serra y Carlos Velázquez comparten su tiempo y su imaginación con los niños en sendos talleres de la Feria del Libro

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

«El posible arte de los libros infantiles es el de generar la creación de buenos seres humanos». Pide perdón Emilio Urberuaga por la presumible pedantería, pero al creador de Manolito Gafotas le gusta pensar que su trabajo sirve para hacer buenas personas. Y por eso se volcó ayer en el encuentro que mantuvo con su público, con los niños burgaleses que participaron en su taller enmarcado en el programa Ilumina, puesto en marcha por la Junta de Castilla y León y desarrollado por Pencil Ilustradores.

Desde esta agencia, Sandra López explica como principal objetivo de este proyecto la promoción del libro ilustrado y con esa meta están recorriendo las ferias del libro de la Comunidad. A la de Burgos llegaron tras pasar por las de Valladolid, Salamanca y León. Hoy, Segovia.

Urberuaga, que acaba de publicar un nuevo volumen, ¿Quién anda ahí?, se toma estas citas como una oportunidad de encontrarse con sus «clientes definitivos», un «público cautivo» puesto que son los padres los que compran los cuentos a sus hijos, y de aprender de la forma que tienen los niños de mirar las cosas. «Lo fundamental en cualquier actividad creativa es la mirada», enfatiza.

Entre la sorpresa y el regocijo se quedó la de los pequeños cuando Adolfo Serra abrió el libro de Caperucita Roja y todas las palabras se cayeron. Zapatos, sorprendida, estallido, afortunadamente... besaron el suelo. El clásico se había quedado sin palabras y había que construirlo con dibujos. A ello se pusieron y Serra, también él, se quedó maravillado de las soluciones gráficas dadas por los niños, de sus recursos para resolver determinadas composiciones. Definitivamente, estos talleres son un pozo de enseñanza recíproca.

Pronto Urberuaga quita hierro a este rimbombante discurso y se aleja de los formalismos para aclarar que él trabaja para divertirse, él y sus lectores. «Si luego hay una segunda, tercera o cuarta lectura que les enseñe formas para enfrentarse a la vida, bien, pero yo no soy maestro». Aunque ayer más de una vez escuchó eso de 'profesor, profesor'.

Urberuaga y Serra coinciden en el jugo que les sacan a estas citas, pero también en la necesidad de promocionar el libro ilustrado.

«Cada vez más porque con las nuevas tecnologías se va a convertir en un icono del buen gusto. Tenemos que tender a hacer un buen libro, en contenido y continente, que atrape a los adultos y a los niños. Y hay que difundirlo porque hay mucha gente que no tiene un álbum ilustrado, y es la estrella aunque es el que menos se vende. Es reencontrarse con el tacto de los libros», dice el primero sentado en un banco en El Espolón a la espera de tomar el relevo de su colega, que, después, conviene con él: «Nunca está de más promocionar este género, muy amplio, que abarca distintas edades, no solo la infantil».

 

 

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