El Correo de Burgos

El frío corta las alas a una Feria del Libro 'ganada' por Albert Espinosa

'Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven', el título más pedido en una cita con mucho público, pero menos ventas que el año pasado

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven, la historia de un buscador de niños que relata su vida al tiempo que se dirige a una nueva misión, ha sido el título más pedido en las casetas de la Feria del Libro, que ayer se desmantelaba y se despedía hasta el próximo año.

Albert Espinosa ha sido el gran vencedor de esta cita a la que el frío, más que la crisis económica, ha cortado las alas y ha impedido que se convirtiera en una edición redonda. Con todo, los libreros realizaban ayer un balance positivo, más en asistencia de público que en caja.

Más entusiasmada que nadie estaba la presidenta de la Asociación Provincial de Libreros, Pilar Pérez-Canales, que no encontraba ningún pero. «Estamos contentos al cien por cien. Hemos tenido mucho público y es lo que importa porque nuestro primer objetivo es acercar el libro a la calle, que la gente lo vea, lo toque, con independencia de que luego lo compre. La feria es un motivo de promoción, se hacen muchos clientes, por eso importa menos la venta inmediata», señala antes de admitir que, a la espera de un balance definitivo, haya habido menos ventas que el año pasado: «Parece ser que así ha sido, aunque no es muy representativo y no le echo la culpa tanto a la crisis como al clima, hemos tenido días de frío considerable, la gente no se anima y son ventas irrecuperables».

La crisis, por supuesto, también se ha dejado sentir. «Es para todo el mundo», dice Pérez-Canales, quien ve su reflejo en el aumento de compras del libro de bolsillo.

Pero estos dos nubarrones pronto dejan ver un azul espléndido. «Lo esencial es que el libro se vea como algo cotidiano y a la feria como un acto cultural abierto al público de los más importantes», enfatiza antes de quedarse con la del viernes como paradigma de una tarde ideal en esta cita que ha llegado a las treinta y cinco ediciones.

Ese día, cuenta, las casetas rebosaban de público, la carpa acogía el bullicio de los niños en un nuevo taller, la música de Fetén Fetén atraía a un nutrido corro de espectadores, ante la maravillada mirada de la periodista Nieves Concostrina, que ha sido una de las autoras que más han firmado, y en el cercano templete continuaban las visitas a la propuesta de Diego Palacín e Ígor Torres. «Era maravilloso. Un día precioso para ser pintado por Laura Esteban. ¡Qué pena no haber podido coger los pinceles y retener esa estampa para decir esto es la Feria del Libro de Burgos!», exclama emocionada.

En ese cuadro aparecería Sonia Alonso como una de las libreras más dicharacheras del lugar. Ha hecho frente al frío en la caseta de Música y Deportes sin escatimar en palabras. «En general, ahora tienes que hacer más esfuerzo para vender lo mismo. Tienes que recomendar mucho, hablar mucho y haber leído mucho para aconsejar al público». Ella señala el libro de Albert Espinosa como uno de los más solicitados junto a El bolígrafo de gel verde, de Eloy Moreno, -«se ha promocionado mucho y la gente compra lo que ve y oye en la televisión y la radio»-, Prométeme que serás libre, de Jorge Molist, ¡Indignaos!, de Stephan Hessel, o La educación del talento, de José Antonio Marina.

Ni un segundo se lo piensa Adelaido García, de Léxico, al dirigir su dedo hacia Si tú me dices ven... Este establecimiento no ha faltado un año a este encuentro y las sensaciones son idénticas a las de los anteriores. «Quizás algo menos por los días de frío y puede que también a la crisis», conjetura.

Frente a la veteranía de Música y Deportes y Léxico, se asoman tres librerías que se estrenan en la cita. Tizas es una de ellas. Noelia García está contenta con la experiencia, lamenta que la gente joven no sea mayoritaria entre el público y llama la atención sobre el éxito de las obras de cocina (Saber cocinar), jardinería y autoayuda. Para Ana (de tu muerto), de Nuria Roca y Juan del Val, y Canciones para Paula, de Francisco de Paula, para las quinceañeras, se suman a la lista de éxitos en esta caseta.

El color en esa pintura naif lo pondrían los niños. Siempre que puede, Pérez-Canales insiste en la necesidad de mimarlos porque ellos son los lectores del futuro. El tirón de la literatura infantil es incontestable año tras año y es difícil que un padre se resista cuando el hijo se encapricha por un libro. Las tiendas lo saben y cada vez es mayor el hueco que dejan a estos pequeños tesoros, amén de las especializadas en ellos.

Ocuparían los autores un lugar preeminente en ese cuadro. Aparecerían en la caseta de firmas o junto a una humeante taza en la cafetería Alonso, convertida desde hace tiempo en sede alternativa de la Feria del Libro, sobre todo cuando las bajas temperaturas hacen de las suyas. Escritores de proyección nacional que animan el paseo los días laborables e ilusionados autores locales los fines de semana.

Eduardo Mendicutti, Manuel Vicent, Espido Freire, Nieves Concostrina y Alfonso Mateo-Sagasta engrosan las primeras tropas y han desfilado con éxito. Vinieron y se fueron encantados. Solo el anunciado Antonio Gómez Rufo dejó a sus lectores con la miel en los labios alegando problemas de agenda.

También han tenido sus seguidores los escritores de la tierra. El Borrón de tinta de Rodrigo Pérez Barredo, El día que Burgos gritó libertad, de Fernando Ortega Barriuso y Carlos de la Sierra, Memoria del fuego, de Alberto Herrero, y Los pies del horizonte, de José Gutiérrez Román, se disputan el top ten local. Y en doce meses, más.

 

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