El Correo de Burgos

Cuarentón y curioso 'e-book'

Las bibliotecas municipales prestan, durante el primer día, 20 de los 28 lectores de libros electrónicos . Se agotan en Berceo y Teatro Principal

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Hombre, de alrededor de cuarenta años, poco convencido de que pueda sustituir al papel, pero con curiosidad por conocer su funcionamiento. Es el retrato medio del usuario que acudió a las bibliotecas municipales interesado por los lectores de libros electrónicos que se empezaron a dejar ayer en la Gonzalo de Berceo, Miguel de Cervantes, María Teresa León y Teatro Principal. Ha habido expectación, pero no tanta. Cada centro disponía de siete y solo la primera y la última prestaron todos. En la segunda solo fueron dos y en la tercera, cuatro, según los datos proporcionados por el director de la Biblioteca Municipal, Juan Carlos Pérez Manrique, a las ocho de la tarde, a una hora del cierre.

«La cuestión es poner en marcha y facilitar el acceso a todos estos dispositivos y sí esperábamos interés por parte de los usuarios», comenta y llama la atención sobre el perfil medio de los interesados. No le ha sorprendido la mayoría masculina porque siempre que han implantado una nueva tecnología -pone como ejemplo las máquinas para CD Rom instaladas antaño- los más inquietos han sido ellos, a pesar de que las mujeres dominan entre el público lector.

Fue un señor y bien mayor -entre 70 y 80 años- el primero en llevarse uno de estos libros electrónicos de las estanterías del Teatro Principal. Para él, la posibilidad de aumentar y disminuir el tamaño de la letra es toda una revolución ya que lleva años leyendo con lupa. El último, en cambio, se lo quedó una chica de veintipocos años. Los cinco restantes, apunta la bibliotecaria, estaban entre los 30 y 40 años y, principalmente, se movían por la curiosidad de verlos, saber cómo funcionan y familiarizarse con ellos. A las dos y media de la tarde ya no quedaba ninguno.

Y es que, anota la misma trabajadora, desde que la noticia apareció en los medios de comunicación han sido muchos los usuarios que se han acercado al mostrador a preguntar por estas máquinas. A ella le parece irremediable su entrada. «Renovarse o morir. Hay que adaptarse. Ya lo hemos hecho más veces, cuando el CD sustituyó al vinilo o el DVD al VHS», recuerda e informa que se dejan por 21 días, como el libro de papel, pero sin opción a renovar ni a hacer reserva.

Más a cuantagotas se produjo el servicio en el barrio de San Pedro de la Fuente. A las cuatro y media de la tarde solo dos habían salido del armario y así, en principio, se quedaría aunque los bibliotecarios confiaban en su rápido préstamo durante las horas siguientes, cuando se produce la mayor afluencia de público en la sala. Al parecer, no fue así.

La memoria de los dispositivos disponibles cuenta con un millar de títulos en español e inglés de dominio público -con más de 75 años-, aunque el lector puede introducir en ellos novedades siempre y cuando luego lo elimine y deje el cerebro como lo encontró.

Ayer también era el gran día para las tabletas con las que se ha dotado a estas cuatro bibliotecas. La curiosidad ha sido menos. Lógica, según Pérez Manrique, porque sus servicios son los mismos de los ordenadores disponibles en sala, aunque más manejables.

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