El Correo de Burgos

Bocetos aseados para salir de casa

Luis Alberto Portilla acicala sus esbozos para presentarlos en la UBU junto a una colección pictórica que vuelve a regodearse en el volumen

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Piensa Luis Alberto Portilla (Santander, 1960) que no se puede salir de casa en zapatillas. Se sea pintor o se sea el boceto que siempre precede a una gran obra de arte. Y él quería sacar estas pequeñas pero imprescindibles piezas del estudio, mostrárselas a los alumnos del campus burgalés. Creyó que no podía hacerlo de cualquier manera. Se le caería la cara de vergüenza si enmarcara esos trabajos con la mancha de café a un lado, con un número de teléfono anotado por las prisas en el margen... Había que asearlos, acicalarlos, sin excesos, sin estridencias, pero sí hacerlos presentables. Ocupan estos bosquejos una discreta, pero destacada ubicación en la exposición que el artista inauguró ayer en el vestíbulo de la Biblioteca Universitaria, donde, de nuevo, volúmenes y colores juegan al escondite en grandes formatos.

«Estos dibujos son un paso adelante de lo que es el boceto. Mi idea original era acompañar las pinturas con los trabajos previos porque la obra viene de unas orientaciones iniciales, que hacemos con esbozos rápidos, y poco a poco va creciendo en su tamaño y color», comenta el autor, quien resume sus palabras: «Es poner el boceto en limpio, más pulidito, más aseadito».

Rotulador, lapiceros de distintos colores y guach han sido los aliados del pintor en este fino trabajo.

Y estos, como si de caballeros británicos se tratara, escoltan una colección pictórica con la inconfundible firma de Luis Alberto Portilla, con el volumen interpretando el papel principal de esta película, cuyo avance ocupó la sala del Colegio de Aparejadores en 2010 y la de FAE el pasado mes de mayo en la Noche Blanca.

«El claroscuro para mí es muy importante. Son formas que nacen, que brotan, que se descubren, se tapan... Sus límites están inacabados. No sabemos qué hay alrededor. Todo podía tener una continuidad en otro cuadro o en una existencia ideal», describe el creador al mismo tiempo que la batuta de Rodrigo Calzada dibuja una pirueta en el aire para dirigir las voces del Coro Universitario. Noche multidisciplinar en el campus. Una pincelada que también acompaña a Portilla en sus aventuras plásticas. Le gusta colaborar con poetas en sus propuestas expositivas y la música es su más fiel compañera cuando se encierra en Susinos del Páramo, donde tiene su estudio. Allí baila el pincel a ritmo de jazz, soul, country, clásica, rock, pop...

Su mano, su cabeza y su corazón se dejan guiar muchas veces por las notas compuestas por amigos, que también se convierten en banda sonora de las muestras. Escúchese Jesús Gil de Juana. «Tiene un golpe de intimidad que acompaña muy bien a mis cuadros».

Unas pinturas que a Luis Alberto Portilla le encanta ver en el campus y, es más, en un espacio con las particularidades de esta sala expositiva, un vestíbulo, un lugar de pasada para los alumnos y el resto de la comunidad universitaria. «Es importante que la obra tenga una vida normal, no solo de museo. El cuadro sufre con la presencia, el ruido, pero está en vivencia con la sociedad. Debe convivir». Aquí cohabitará hasta el 9 de diciembre.

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