El Correo de Burgos

Un paseo por el cielo de Óscar Martín

El escultor burgalés convierte el Arco de Santa María en un templo con la obra 'VII El carro'. Acompaña este estreno con una retrospectiva desde el año 2004. Hasta el 19 de febrero y con visitas guiadas a diario

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

El Arco de Santa María fue sede del concejo de la ciudad y del Museo Arqueológico Provincial y ahora se convierte en templo. Un lugar para la espiritualidad por obra y gracia de Óscar Martín. El escultor burgalés ha trasladado su misticismo a la céntrica sala con una pieza que ocupa todo el espacio inferior. VII El carro, de tres metros de alto por cuatro de ancho, no dejará indiferente a nadie.

Esta escultura se levanta imponente en el centro, crece hacia los arcos superiores y mira al Fernán González de Vela Zanetti. Está modelada en poliestireno expandido, revestida con resina y acabada con carburo de silicio y el espectador puede sentarse frente a ella o adentrarse en la misma y... Y experimentar, y emocionarse, y extrañarse, y entender mucho o no comprender nada, y mimetizarse con ella, y sentir la tentación de acariciarla o de jugar al escondite, y quedarse o irse.

Y sabrán que es el fruto de mucho sudor. Los últimos días, Martín estuvo trabajando a destajo en su estudio de Villagutiérrez para terminarla a tiempo. Tal era el frenesí, el derroche de energía, las horas robadas al sueño, que, dice, los vecinos de este pequeño pueblo se ofrecieron a ayudar en lo posible y lo hicieron, aunque solo fuera con una taza de té.

Una creación de estas dimensiones también urge una fuerte inversión. El artista ha tocado a todas las puertas y no han sido pocas las que se han abierto. Un esfuerzo que espera tenga su recompensa y ya piensa en concertar una cita con el director del Museo de la Evolución Humana para proponerle su instalación en un espacio del MEH al que ha echado el ojo. «Aunque si no es ahí habrá otro lugar. No me importaría llevarla a otras ciudades», comenta Martín, quien ya en anteriores ocasiones ha hecho las maletas para llevar su arte a otros países europeos, africanos y asiáticos.

La espiritualidad de esta gran escultura se refuerza con la presencia de un Buda, que ilumina la estancia y conforma un espacio para la ofrenda. «No tiene que ser ningún motivo religioso, ni budista, ni hinduista, simplemente es que este lugar se presta como un claustro, con sus arcos y se puede pasear entre ellos», ilustra Óscar Martín, inspirado por un reciente retiro espiritual en Santo Domingo de Silos. De ahí los originales bancos de cartón que ha colocado para la contemplación de VII El carro como si en un monasterio estuviera.

Se completa esta irrupción en el mundo personal del artista con una mirada retrospectiva a su obra desde 2004. Son piezas en pequeño formato que invita a imaginar convertidas en gigantes. Algunas incluso ya lo han hecho como el Cid que da la bienvenida a quien se acerca por la A-1.

Son catorce esculturas de distintos materiales (madera, aluminio, bronce, resinas...) colocadas para que el visitante las rodee, las observe al detalle y quede tentado de acariciarlas.

Martín lo tiene claro: «Quiero que las personas vengan y den un paseo suave. Intento que las exposiciones se conviertan en algo ocioso, enriquecedor, por supuesto, pero mientras una película o un concierto se asocian al ocio y no tanto a la cultura, y lo son, las exposiciones se alinean con la intelectualidad, la cultura, y pierden visitantes porque se ven como algo aburrido cuando realmente pueden ser algo divertido y agradable».

Y con este propósito aspira a transformarse en el mejor cicerone de cuantos artistas han habitado las piedras nobles del histórico inmueble. Hasta el 19 de febrero, salvo los lunes, desde las 17 horas en laborables y desde las 11 horas los domingos, se pone a disposición del público. Creará pequeños grupos a los que guiar por este particular templo. También está abierto a ellos todo el año en su estudio (www.oscartinned.com).

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