El Correo de Burgos

Salón del Libro Antiguo / Balance

Tremenda caída libre, en ventas y en público

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Ramón Perales (La Trastienda, León) no se anda por las ramas. ¿Qué tal ha ido? «Muy mal». Rotundo. «Ha estado muy flojito. Está contagiado de la crisis», dice este librero de viejo que no ha faltado un año al Salón del Libro Antiguo Ciudad de Burgos, que ayer recogía los bártulos de la décima edición con caras largas. Coinciden los participantes en señalar que ha sido una cita para olvidar, baja en ventas y también en público.

«Caída libre». Ilustrativa es la respuesta de Perales, a quien el corazón le dice que saldrán de esta, pero el conocimiento lo contrario. «Está todo muy paradito. El bajón es tremendo. Las instituciones no se mueven y los particulares están ayudándonos a aguantar. Ahora resistir es no cerrar. Es preocupante», apunta y cifra en una cuarta parte la reducción de las ventas este año frente al anterior, que ya fue pobre en una suerte de primer aviso de lo que se avecinaba. «El interés ha bajado, las ventas, también, y las razones todos las conocemos».

El mismo ánimo transmite Luis Ceballos. El propietario de la librería Lyda de Burgos conviene con su colega. «Ha estado mucho más flojo que otros años, en ventas y en afluencia de gente», anota y añade que no les ha pillado por sorpresa porque ya han visto como este fantasma rondaba sus tiendas.

A pesar de este desánimo, la Asociación Provincial de Libreros no se cuestiona la continuidad de esta cita. Habrá una undécima edición. «Hay que ser optimistas. Este año lo hemos sacado adelante sin ningún tipo de subvención, a ver si el próximo nos ayudan instituciones, particulares, empresas... quien sea», lanza el guante por si alguien lo coge.

El que sí lo hace, en lo que a él le toca, es Antonio Lorenzo (El Asilo del Libro, Valencia). «No hay que amedrentarse, aunque es verdad que estamos en un momento preocupante. No salen clientes nuevos, siempre son los mismos y muchos van faltando», comenta aludiendo a la ausencia de relevo generacional en un sector poco atractivo para los jóvenes, que parece que ya solo ven el mundo a través de una pantalla.

El rayo de luz en San Juan lo ponía ayer Inés Roig. «Teniendo en cuenta la época en la que estamos, ha ido bien. Hay que ser realistas, la crisis es para todos», señala convencida de que el coleccionismo, su especialidad, todavía tiene tirón. Son «cositas» con precios asequibles y muy atractivas para los visitantes.

Y es que este Salón del Libro Antiguo ha vuelto a ser el de las pequeñas compras. El amante del libro mira más que nunca el bolsillo, lo quiere, pero ahora prefiere el barato frente al caro y los profesionales no saben qué pasará mañana.

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