El Correo de Burgos

ARTE

Adónde irán los besos de colores

El universo de Pablo del Barco juega a las tres en raya en la Universidad de Burgos con una colección de pinturas, poemas visuales y grabados. 'Miradas desde el Sur' se expone hasta el 23 de marzo

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

No sabía los límites impuestos, / límites de metal o papel, / ya que el azar le hizo abrir los ojos bajo una luz tan alta... Fue el azar quien hizo abrir los ojos y extender la mano hacia el pincel a Pablo del Barco. El artista burgalés se quedó en blanco tras la exposición Cernuda, verso y papel que realizó en su ciudad natal en los primeros años del siglo y tardó tres o cuatro, no recuerda bien cuánto, en reencontrarse con el caballete. Hacía pequeñas cosas, pintaba aquí y allá, pero no se gustaba. Hasta que llegó Los mares del sentido. Un pequeño velero, una enorme margarita. La vida volvía a ser de colores. El pintor sabía adónde iban sus besos. El resultado compone Miradas desde el Sur, la exposición que ocupa el vestíbulo de la Biblioteca Universitaria hasta el 23 de marzo y que reúne pintura, poesía visual y grabado.

¿Qué pasó para que Del Barco recuperara el pálpito de la pintura? Nada. Tenía que suceder y sucedió. «Reanudé la actividad y ahora tengo ganas de pintar y escribir, no paro de escribir», cuenta el artista ya en Madrid, camino a Sevilla, porque solo ha estado tres días en su ciudad natal, el tiempo justo para asistir a la inauguración, la suya y la de su amigo Revilla XII en la Biblioteca Miguel de Cervantes, y ser jurado del concurso de dibujo de San Pedro de la Fuente. Un lujo. Pero el fin de semana ya disfrutaba del sol madrileño, sentado en un banco en Recoletos, junto al Café Gijón, después de ver la obra de Odilon Redon, que le ha gustado más que Marc Chagall.

Mucho de soñadora, como la del ruso, tiene la pintura de Pablo del Barco. Recibe con un beso que suena pasional y, al mismo tiempo, inocente. De todas las bocas, una. Aparece en este cuadro el número 4. El talismán del pintor burgalés. No sabe por qué cuenta la vida en cuatro.

Y en color. Siempre el color. «Para mí es fundamental. Muchas veces empiezo un cuadro por el color, no por la forma, y a partir de él construyo la pintura. Y dentro de lo importante que es para mí, lo trato de forma muy sencilla. Esencialmente utilizo rojo, amarillo, azul, negro y blanco, además vivos, sin mucha mezcla. Uso mucho el pastel, trabajar con él es una forma de escribir sobre el lienzo».

El pastel domina en Lo que sé de Alicia y sabe que es un mundo de sueños, de colores, de realidades imaginadas... Como el resto de cuadros de Del Barco. Los sueños se escriben / con la tinta simpática / y los corazones fríos dice el autor en su libro Vivir contra el espejo.

Poesía y pintura, pintura y poesía. Se aman las dos artes en sus manos. ¿Cómo se retroalimentan? «Nunca lo he sabido. Siempre digo, aunque parezca un poco pedante, que me gustaría escribir como un pintor y pintar como un poeta. No sé por qué sale una, por qué sale la otra, por qué se mezclan, por qué una tira de la otra. En mi pintura hay mucho texto escrito y, a veces, cuando escribo poesía lo hago a través del dibujo, de la fotografía», responde este polifacético artista que se reencuentra con las salas burgalesas en el campus.

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