El Correo de Burgos

Exposición / 'Cuando la luz despierta a los pinceles'

Filippova salta de la calle a la sala

La artista rusa muestra una colección pictórica de bodegones y paisajes burgaleses y algunos de su tierra natal en la Sala Espolón de Cajacírculo hasta el 20 de mayo

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Tienen los artistas un punto de locura del que no se libra Ksenia Filippova. A la creadora rusa no le gusta pintar cuadros a partir de fotografías y aquel día lo había hecho, y el resultado no le gustó, y un arrebato la llevó a tirarlo por la ventana, y se quedó sobre el toldo de la tienda de abajo, y alguna persona con sensibilidad o sin ella lo tendrá ahora en su casa. Repitió esa vista de la plaza de Santa María, pero esta vez con el caballete y la paleta de colores a pie de calle. Este sí le satisfizo y este sí forma parte de Cuando la luz despierta los pinceles, inaugurada anoche, hasta el 20 de mayo, en la Sala Espolón de Cajacírculo. Su primera exposición en Burgos tras su regreso a la pintura, de la que estuvo alejada mucho tiempo.

Cuarenta y nueve cuadros componen esta muestra. Bodegones y paisajes se disputan las miradas de los espectadores. Sobre todo las vistas de la capital burgalesa. Rincones que son explosiones de color, que se beben a tragos su luz, la misma que tanto envidia esta artista moscovita, unas veces con un estilo más cercano al puntillismo, otras con pincelada más impresionista, pero todas con una alegría que llama la atención del visitante. Más oscuras son las contadas vistas que comparte de Moscú, con sus típicas cúpulas, con el archiconocido Kremlin. Unas estampas turísticas que si fuera por ella nunca realizaría, pero le han animado a ello.

No se ha traído más de su tierra natal porque, cuenta, el invierno se ha alargado hasta abril, más de lo normal, y las bajas temperaturas hacen imposible permanecer más de una hora en la calle pintando. Aun así, lo ha intentado y luchado con la nieve.

Allí, dice, nadie se para a curiosear, todos pasan de largo, solo algún niño merodea. Y eso que esta situación no es habitual. «Aquí hay otra inquietud, la gente te comenta cosas, es más curiosa», anota la artista que durante el tiempo que dure la exposición sacará sus bártulos por el Espolón para que el público conozca cómo es este trabajo, una pasión a la que volvió para recuperar el amor del que hoy es su marido. Pero esa es otra historia.

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