El Correo de Burgos

Muestra / 'Líneas de aire'

La ciudad se insinúa a Saiz Manrique y él la sube al caballete

El artista burgalés debuta en el Arco de Santa María con una colección de 'collages' y de pintura con aerógrafo

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Conecto la vieja radio negra y el sonido de la emisora que tengo marcada con tippex sobre el dial me acompaña mientras voy rasgando trozos de las páginas de las revistas y dominicales que esperan apilados en el suelo de madera. Los papeles se amontonan unos sobre otros... y sobre las tijeras, lapiceros, pinzas y los pequeños pinceles de mango granate. Escribe estas palabras Juan Ángel Saiz Manrique en el catálogo de su nueva muestra, Líneas de aire, que inaugura hoy en el Arco de Santa María, sala donde el burgalés expone por primera vez de forma individual.

Y lo hace con una colección en la que la ciudad interpreta el papel protagonista. Es ella la que se pavonea por todos y cada uno de los cuadros colgados. Por los collages que dibujan los edificios, las calles y los puentes con retazos de periódicos, de revistas de moda, de dominicales... Papeles que luchan por robar espacios a los acrílicos de colores puros, con arquitecturas construidas con espátula, que se pelean por borrar las líneas de dibujo que ha trazado la mano. Pero también por las pinturas con aerógrafo que parecen miopes, pero que pisan fuerte y se regodean en las luces de sus coches, en las esquinas de sus monumentos y en los luminosos de sus comercios.

Ciudad y Metrópolis son las dos colecciones que aglutina Líneas de aire. El autor trabaja con técnicas mixtas, acrílicos y collages en la primera y el aerógrafo es su aliado en la segunda, con especial atención a las luces que se suceden a lo largo del día y la noche, las naturales y las artificiales.

En una y otra, Burgos es la niña de los ojos de Saiz Manrique, pero no la única en su caballete. Otras que le dejaron huella como Lisboa, París o Venecia se asoman a esta muestra, que permanecerá abierta hasta el 10 de junio.

Con los collages, el de Gamonal hace una nueva muesca en su trayectoria. A esta técnica se acercó hace cuatro años. Expuso una pequeña pieza en una colectiva en el Consulado del Mar. Al público le gustó. Su galerista, Mónica Freijo, vio muchas posibilidades en ella. Y el artista asintió y llenó de revistas y periódicos su estudio.

Pero no solo de papeles. También puso a punto su aerógrafo. Ambas técnicas se disputaron las manos del creador, sus cariños. Y él atendía a una y a otra, las mimaba. Las dos colecciones fueron creciendo a la vez en su estudio. Al mismo tiempo, también lo hacían las páginas de su bitácora, en la que escribe: Es media tarde y la pared de cristal del taller se ha vuelto oscura, como la luz de la calle. He perdido la cuenta de las veces que he vaciado el depósito del aerógrafo y cambiado de color la pintura. Ya no queda rastro, sobre el lienzo, de los primeros trazos de lapicero que señalaban la posición de los edificios. Ahora es el aire quien dibuja...

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