El Correo de Burgos

EL CUARTO GÉNERO SE CONSAGRA

Una antología del microrrelato de Cátedra elige dos de Óscar Esquivias

El burgalés 'se codea' con Gómez de la Serna, Matute, Lorca, Baroja, Aldecoa...

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Afirma Óscar Esquivias entre risas que se siente como un pequeño Garcilaso al ver su nombre en el interior de las páginas de uno de esos clásicos libros negros de Cátedra. No es para menos. El escritor burgalés forma parte de la Antología del microrrelato español (1906-2011), que acaba de salir al mercado de la mano de la veterana editorial, y que incluye a setenta autores.

Nombres que ya forman parte de la historia de la literatura como Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Federico García Lorca, Pío Baroja, Ana María Matute, Max Aub, Ignacio Aldecoa, Fernando Arrabal, Álvaro Cunqueiro, Luis Mateo Díez, José Jiménez Lozano, José María Merino, Andrés Neuman, Felipe Benítez Reyes o Rubén Abella.

«Me ha hecho mucha ilusión», comenta a bote pronto el autor con el volumen ya entre sus manos. Él está presente con dos microrrelatos que la editora, la profesora Irene Andrés-Suárez, seleccionó de los que trufan la novela La ciudad del Gran Rey, la segunda parte de la trilogía iniciada por Inquietud en el paraíso. Concretamente aquellos que empiezan por Cuando cerraron el Salón Parisiana (reproducido en esta página) y Últimamente ocurren cosas extrañas en casa, primeras líneas que además sirven de título.

Esta circunstancia le hace gracia a Esquivias e incluso se siente un poco un intruso. «Los microrrelatistas son muy beligerantes en la defensa del género breve y consideran que las novelas son todo palabrerías, que el talento está en hacer un relato en cinco líneas», apunta sobre el que ya se denomina cuarto género de la narrativa junto a la novela, la novela corta y el cuento.

Confiesa que desde aquella ocasión, en que se pusieron al servicio de la historia, no ha vuelto a escribir ninguno. «No es un género al que tenga una inclinación especial, aunque me pongo muy contento cuando me sale uno, pero hacerlos como churros, no. A mí cada idea me pide una extensión», dice y añade: «Lo bonito es que te convierten en poeta, no solo porque busquen la palabra exacta, como la poesía, sino porque te permiten ir a recitales».

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