El Correo de Burgos

MÚSICA

El Tablero nunca te deja frío

La rumba de El desván del duende arrastra a alrededor de 1.600 personas hasta el Hospital del Rey en uno de los arranques más multitudinarios de este ciclo

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Más de uno miraba de reojo al cielo a media tarde. No tenían buena pinta los nubarrones que se asomaban por todos los flancos de la ciudad. Pero el sol también tenía ganas de Tablero de Música, el astro rey quería marcarse una rumbita, besar a las chicas guapas y, llegado el caso, bailar con la luna. Se hizo fuerte entre esas nubes grises y se enfrentó al termómetro. Y este claudicó y las temperaturas en la tarde-noche de ayer no fueron tan fieras como presumían. La chaqueta no faltó, pero tampoco los pantalones cortos y el vestidito tabletero. Esta cita en el Hospital del Rey es así. Había ganas de ella y ayer se produjo el arranque más multitudinario de los últimos años. Alrededor de 1.600 personas abrieron el verano cultural con la rumba de El desván del duende y la sesión de dj Jacho Pinchaor.

A las nueve y cuarto de la noche, cuando el sexteto pacense ya llevaba treinta minutos moviéndose como fichas sobre el tablero de ajedrez, aún se acercaba gente a la taquilla. Media hora antes, la cola se alargaba y casi desbordaba a los organizadores. Solo casi.

Caminito de la luna, caminito de los sueños, flotando como las plumas... Sonaban los primeros versos de El desván del duende, un grupo cercano a grupos como Los Delinqüentes y El puchero del hortelano, que también han formado parte de este cartel.

Y cada uno se lo montaba a su manera. Óscar y Pili dejaban a los niños con los abuelos para disfrutar del atardecer con buena música. A Ramón se le iban los pies asombrado por el ambiente que se ha perdido durante once años. Era la primera vez que pisaba el césped del Hospital del Rey un jueves de julio y la primera impresión no podía ser mejor. Es burgalés pero ha pasado mucho tiempo trabajando en Teruel. Javi se levantaba de la hierba -había llegado puntual y se le había quedado el culo más que frío- y buscaba una boquilla para fumar otra. Otro Javier bailaba y aplaudía que la calidad del Tablero de Música se haya mantenido a pesar de la amenazante crisis. Él es un fijo de estas veladas veraniegas. Y como él tantos otros que ayer gozaron de este primer concierto a ritmo de rumba.

El desván del duende desgranaba sus canciones al tiempo que se vaciaban cañas, se consumían cigarros, se gastaban los pies, estorbaba la chaqueta y el jersey, se gastaban besos... Madrugada de risa y de pasión, flores, besos, poemas al ladito de tu cama, tú cobijada entre mis brazos. ¡Se para el tiempo! Tú ya no eres un sueño.

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