El Correo de Burgos

Espectáculo / 'Leyes de Burgos. 1512-2012'

Los colores del Nuevo Mundo

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

A las once de la noche, lunares de colores conquistan las monocromas piedras de la Catedral como hace más de quinientos años lo hicieron los españoles con los indígenas que habitaban el entonces llamado Nuevo Mundo. Y de todo esto va la cosa en la plaza del Rey San Fernando. El Grupo Espliego, con Ernesto Pérez Calvo a la cabeza, y el Ballet Folclórico de la Universidad de Colima de México, dirigido por Rafael Zamarripa, aúnan esfuerzos en el espectáculo de danza, luz y sonido Las Leyes de Burgos. 1512-2012, que hoy vive su tercera y última función (23 horas, entrada libre).

El sonido de okarinas, tubos de agua, xilófonos y otros cascabeles empujan al público a viajar en el tiempo y en el espacio. Se sitúa al otro lado del Atlántico. En medio de la selva. Un pequeño paraíso donde vive un puñado de personas ajenas a lo que se les viene encima.

Corría el año 1492. Unos marineros se mecen en medio del gran océano. La desesperación se dejaba vencer por el cansancio, que cerraba los párpados de sus ojos ya abatidos. De pronto se produjo el milagro; los ojos de todos se abrieron deseosos de que lo que tanto habían soñado fuera realidad. El entusiasmo se tradujo en un grito ensordecedor: ¡Tierra!

Ese ¡Tierra! cambiaría muchas vidas y el guión firmado por Pérez Calvo, Javier Moreno Ibáñez y Julián Herrera Maestro, que se desgrana en el montaje por capítulos separados por las coreografías de la formación mexicana, habla de las distintas sensibilidades que se citaron en aquellas tierras conquistadas. La metáfora: unas gafas de cristales sucios y otras con ellos limpios.

Unas y otras se cuelan en la narración. Se suceden acontecimientos. Se asoman nombres propios como los de los Reyes Católicos o Montesinos hasta llegar al año 1512. A una ciudad llamada Burgos. En la Sala Capitular del Convento de San Pablo se firman las llamadas Leyes de Burgos. Derechos y deberes para los indios. «Si bien estas leyes no fueron injustas, al estar los indios en poder de los españoles, fueron vanísimas y superfluas, más para cumplir con el mundo que para remedio alguno de los indios», dijo el dominico Fray Bartolomé de las Casas, férreo defensor de los indígenas.

Dicho y bailado queda en la propuesta del Comité de Folclore para recordar el quinto centenario de la firma de estas ordenanzas, consideradas el germen del Derecho Internacional, en el que mucho tuvo que ver el jurista Francisco de Vitoria, o la Declaración de los Derechos Humanos.

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