El Correo de Burgos

TRES PROPUESTAS EN EL CAB

Artistas en rebeldía con la realidad

El escultor Pello Irazu juega con el espacio, el volumen y los objetos. El burgalés Gregorio Méndez vuelve a las salas, tras diez años, con su trabajo videográfico. Y una colectiva se regodea en Burgos

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

La obra de Pello Irazu (Andoain, Guipúzcoa, 1963) nada tiene que ver con la de Gregorio Méndez (Burgos, 1963) y, sin embargo, un fuerte hilo une sus creaciones por su mera condición de artistas, de personas que se interrogan sobre la realidad que los rodea y deciden encontrar la suya propia, la que responde a sus inquietudes y da lugar a una nueva o reafirma la que tienen delante. Puede ser, como en el caso del escultor vasco, a través de la relación establecida entre espacio, volúmenes y objetos o, en el del burgalés, exorcizando sus obsesiones. Ambas miradas constituyen la nueva temporada expositiva del Centro de Arte Caja de Burgos (CAB), que se completa con una nueva colectiva, Burgos, marca de fábrica, que recoge un conjunto de composiciones en las que la ciudad del Arlanzón es protagonista o musa.

«Mi trabajo es un ejercicio de discontinuidad con la realidad. Esta se nos aparece normalmente neutralizada. Los objetos, los espacios, las relaciones que vivimos están dominadas por factores culturales convencionales que provocan una relación de uso inmediato e irreflexivo. Yo como artista tengo que emplear los argumentos, herramientas y lenguajes necesarios para intentar afirmar la percepción de esas convicciones», dice Pello Irazu sobre su trabajo, plasmado en Una oportunidad cada día, por la que hoy guiará al público (13 horas).

«El arte que yo creo trabaja contra la cultura desmontando las condiciones de invisibilidad de las cosas, para ello los objetos deben de extrañarse, aparecerse ante nosotros como si fueran vistos por primera vez, dotados de un carácter simultáneamente familiar y extraño», añade.

El autor vasco es una de las figuras de la renovación de la escultura española desde finales de los ochenta y años noventa. Su obra está presente en importantes colecciones como la del Reina Sofía de Madrid, el Guggenheim de Bilbao, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) o el Artium de Vitoria.

Del consolidado al emergente

Y si Irazu representa la apuesta del CAB por los creadores consagrados, Gregorio Méndez lo hace por la de los emergentes, a pesar de su larga carrera.

Vuelve el artista a las salas tras diez años en la sombra y lo hace con un huracán audiovisual en el que Emilio Navarro, director del CAB, ve reflejadas sus obsesiones y el creador prefiere resumir como la búsqueda de lo extraordinario en lo ordinario.

Esta tarea le ha mantenido ocupado en este tiempo obligándole a mantener un Pulso -título de la muestra que hoy comparte con el espectador (12 horas)- entre la ausencia de presión para exponer y la tensión ante el hecho creativo.

Y, a juzgar por los resultados, ha ganado la batalla. Méndez guía al espectador por tres salas. En la primera abre varias ventanas al mundo e interroga al visitante. Él habla de política y poética. Un ambiente más onírico se esconde en la segunda. Es inquietante el sonido quejumbroso de la naturaleza. Y una película también inquietante, por momentos incluso de terror, es la que asalta en el tercer espacio. Espiritualidad y trascendencia en la mesa. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores...

Burgos es musa

Francisco Infante y Nonna Goriunova, José Manuel Ballester o Fernando Renes encontraron en Burgos a una protagonista de su obra o su inspiración. Y patente queda en la colectiva Burgos, marca de fábrica, que reúne una veintena de piezas con este sello, declaración de amor incluida. Esta propuesta tiene ánimo participativo. El CAB invita al público a pasarse por allí y poner en su obra aquella marca con la que los canteros atestiguaban su trabajo (información en www.cabdeburgos.com).

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