El Correo de Burgos

CULTURAL CORDÓN

Cuando Dios anda entre pucheros

Clara Sanchís y Pedro Miguel Martínez interpretan 'La lengua en pedazos', escrita y dirigida por Juan Mayorga, inspirada en Santa Teresa de Jesús, «mujer contemplativa y mujer de acción»

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Burgos

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La singularidad es subversiva. Juan Mayorga rescata esta frase del escritor Edmond Jabès para explicar el porqué de La lengua en pedazos, el porqué de llevar al escenario a la mística por excelencia. «Recuerdo esas palabras cada vez que pienso en Teresa de Jesús. Nos han acostumbrado a verla como centinela de un cierto orden, pero basta abrir sus escritos y recordar el modo en que levantó sus fundaciones para reconocer en ella a una insurrecta», dice el dramaturgo, convertido por primera vez también en director, en el montaje que esta noche llega al escenario de Cultural Cordón (20.30 horas, entradas: 9-12 euros).

Clara Sanchís y Pedro Miguel Martínez interpretan esta obra donde la palabra se levanta poderosa en un escenario apenas vestido. El gran inquisidor, guardián de la Iglesia, y la monja, rebelde en sus ideas, se enzarzan en un combate en la cocina de un convento. Allí se irá desmigando la revolucionaria, serena y compleja manera de enfrentarse a la vida de esta mujer, que va más allá de la aureola de santidad con la que la ve el imaginario colectivo. Esta fascinante personalidad ha atrapado al autor, que, convertido en director, ha escrito y reescrito la pieza durante los ensayos con los dos intérpretes, con la ayuda de Alejandro Andújar y Ana Belén Santiago. Una complicidad que ha cristalizado en compañía, en La loca de la casa, nombre que Teresa de Jesús daba a la imaginación.

«Mujer contemplativa y mujer de acción, no hay en Teresa brecha entre la visionaria y la fundadora de monasterios. En Teresa la oración es acción, y cada acto es un modo de orar. Ambos están atravesados por el amor. Y ese amor hace de Teresa una subversiva que desestabiliza espíritus, pone en crisis instituciones y divide sociedades», prosigue en su explicación Mayorga, uno de los autores contemporáneos más reconocidos y representados en la actualidad con títulos como La tortuga de Darwin, Últimas palabras de Copito de Nieve, El chico de la última fila, Si supiera cantar, me salvaría, Cartas de amor a Stalin o Alejandro y Ana, lo que España no pudo ver de la boda del hijo del presidente, esta junto a Juan Cavestany.

«En todo caso, para dejarse arrastrar hacia Teresa es suficiente leerla y advertir lo mucho que le debe nuestra lengua y, por tanto, lo mucho que le adeuda nuestra experiencia del mundo. Solo nuestros mayores poetas han sometido a tan extrema tensión la lengua castellana, solo ellos han abierto para nosotros territorios como los que conquistó aquella mujer dueña de una palabra igual de poderosa cuando pinta las criaturas celestiales que cuando habla de las gentes».

Y en estas palabras se encuentra el primer objetivo de La lengua en pedazos: «Ganar para el teatro esa palabra y el personaje que la acuñó». «Me propuse arraigar palabra y personaje en una situación ficticia pero verosímil en cuyo centro estuviese la grave decisión tomada por la todavía monja de la Encarnación de abrir, con gran riesgo para sí y para las que la seguían, el monasterio de San José: la primera de sus fundaciones», se explica Mayorga.

¿Cuál es el papel del Gran Inquisidor? El creador, en el texto que escribe en el dossier de prensa, también responde a esta pregunta. Habla de una aparición en su fantasía. Un personaje que va creciendo hasta convertirse en el doble de Teresa. «Acorrala a la monja con incómodas preguntas, la enfrenta a momentos de su vida que acaso ella querría olvidar y prende en su corazón la duda, que, como todo en Teresa, es un incendio», pinta antes de subir el telón de La lengua en pedazos y dejar al público con «un combate entre un guardián de la Iglesia y una monja desobediente. La pelea tiene lugar en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios». Palabra de autor.

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