El Correo de Burgos

XI CONCURSO DE CORALES ANTONIO JOSÉ

Las masas 'mantienen el tono' a pesar del olvido institucional

Los directores de algunas de las formaciones diseccionan un sector que apuesta por la cantera y que se enfrenta a un futuro incierto pero esperanzador

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

El molinero, de Antonio José, se despoja de la solemnidad y hasta suena juvenil cuando los coralistas visten vaqueros y camisetas de colores. A las seis de la tarde, las 550 sillas que ocupan el patio de la Casa del Cordón están vacías, aunque, en la puerta, cinco culos ya esperan pillar las mejores. Mientras, las siete formaciones que compiten en el XI Concurso Nacional de Corales Antonio José ensayan sin la presión que caerá sobre ellos dos horas después. Liberados de la misma, algunos de sus directores diseccionan el panorama coral.

La Ametsa Gazte Abesbatza de Irún (Guipúzcoa) calienta voces con la dirección de Jon Aizpuru. El joven lo tiene claro. «Todas las instituciones están recortando presupuesto y afecta a todos los ámbitos, al nuestro también, en el sentido de que tenemos menos poder adquisitivo, pero, sin embargo, en los momentos de dificultad económica social la gente tiende a apuntarse a los coros porque es una actividad económica y una manera bonita de pasar los sufrimientos», analiza.

Nuria Martínez y los 37 cantantes del Coro de la Universidad Carlos III, en Getafe (Madrid), esperan a las puertas su momento.

La directora, Nuria Fernández, da una de cal y otra de arena. «Por un lado, está cada vez más en auge y se está buscando más calidad, aunque en zonas no metropolitanas se está quedando para la gente mayor, pero a la vez hay muchas iniciativas para potenciar la música coral infantil, desgraciadamente no tanto desde las instituciones como desde el ámbito privado», expone y cree que en esta profesionalización tiene mucho que ver la mayor formación de los directores.

En esta apreciación abunda el director de la Tolosako Hodeiertz Abesbatza, Jorge Apodaca, quien cree que es un factor determinante. «En los últimos diez años han proliferado las cátedras de dirección superiores y ha habido una conciencia por parte de los coros amateurs de contar con batutas formadas», indica y, como Fernández, cree que, aunque hay menos coros, la calidad de los existentes es mayor.

Sin embargo, el Concurso de Corales Antonio José se quedó hace dos años en muestra por la falta de solicitudes de nivel. Apodaca apuesta por la reinvención de estas convocatorias, por que se dejen de centrar tanto en la competición y contemplen su carácter de exhibición. «Vivimos un momento de transición y tendremos que ver si se pueden mantener económicamente. En el Estado Español ha habido muchos concursos y cuatro o cinco hubieran sido suficientes», valora.

El interés por cantar está ahí. Nuria Fernández no se queja y prefiere no generalizar. «Cada circunstancia, cada entorno, cada ciudad es un mundo», señala. Solo un pero: «La falta de apoyo por parte de las instituciones y la situación en la que están cayendo las enseñanzas musicales».

Azipuru cree que el secreto para atraer a los jóvenes está en el repertorio: «Es difícil que haya jóvenes mientras se canten obras para adultos». Aunque añade que ellos lo están consiguiendo con la cantera infantil como mayor proveedor.

Ese es el principal desafío de la Coral Comarcal de Pinares (Burgos-Soria), donde la media de edad sube considerablemente. «Necesitamos revitalizar la afición juvenil», observa la directora, Marta López.

Pocos se atreven a sacar la bola de cristal y predecir qué deparará el futuro. La batuta de la Carlos III augura que la crisis puede provocar una reacción a la contra e incitar a la gente a buscar donde estudiar aquello que la Administración le quita. Y el de la Tolosako Hodeiertz Abesbatza cree que el futuro es interesante y dirige su mirada a la cantera infantil.

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