El Correo de Burgos

NOVELA

Historias en la barra del bar

Ana María García presenta su ópera prima, 'El Café del Búho', en la librería Hijos de Santiago Rodríguez del Camino de la Plata el viernes

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

El Café del Búho es el más madrugador del barrio. Su puerta la cruzan los que cierran la noche y los que abren el día. Su especialidad es la tortilla de Adela, la propietaria del local, que emprendió esta aventura junto a su marido, Teo, el alma de la barra, para salir de un pueblo que se había quedado sin futuro. Su buen ojo empresarial empujó el negocio, que forma parte de una rutina que se romperá en varios trozos. La enfermedad se instalará en la barra del bar y desde el otro lado del Atlántico las malas noticias llegarán acompañadas de un rayo de luz. Las historias se fraguan al calor de este local. Allí cada cual encuentra su lugar. El dibujante frustrado, la chica fumadora que cree no saber querer, la camarera argentina que lo ha perdido casi todo...

El Café del Búho es el eje sobre el que gira la novela del mismo nombre, la ópera prima de Ana María García Estrada, que presenta oficialmente en la librería Hijos de Santiago Rodríguez del Centro Comercial Camino de la Plata el viernes.

«Son gente muy sencilla, con problemas laborales, afectivos, miedos, frustraciones... Todos buscan otro camino, una segunda oportunidad, a través de las relaciones que establecen entre sí porque, aunque no lo saben, al final todos se conocen. A pesar de que es una novela triste en su conjunto deja buen sabor de boca porque es una puerta abierta a la esperanza para todos ellos», apunta la autora, quien admite referencias de Irene Némirovsky y Muriel Barbery, que, dice, como ella, dan importancia al desarrollo de los personajes por encima de la trama o de finales de infarto.

A sus treinta y tantos, Ana María García se ha lanzado al mercado editorial casi por casualidad. Todo comenzó hace unos años, aprobó una oposición de la Diputación y la destinaron al psiquiátrico de Oña. Iba todos los días y cada mañana desayunaba en el bar que hay debajo de su casa, el único que abría del barrio, esperando a sus compañeros para coger la carretera. Poco pensaba entonces que el Café del Búho se estaba construyendo.

Allí hablaba con el barrendero, con el jubilado que sacaba a pasear al perro... Confiesa que entablar una conversación en segundos forma parte de su personalidad. Un día uno de sus compañeros la regaló una libreta para que diera rienda suelta a su pluma. Empezó a tomar notas, apuntes, un retazo aquí, un boceto allá, sin orden ni concierto. Cuando tras cinco años y medio la trasladaron a Burgos ella misma se lanzó un desafío. «Escribir una historia con un nudo y un desenlace y que enganche a mí me parecía complicado y empecé a dar forma a todos mis escritos para ver si conseguía sacar un relato o una novela». El reto estaba sobre el escritorio y ella, a la que desde el colegio le gustaban tanto las letras como las ciencias, lo asumió.

El manuscrito pasó de mano en mano, gustaba, recibía aplausos, hasta que alguien le animó a editarlo. Lo hizo. Y no puede estar más contenta.

El Café del Búho (Editorial Círculo Rojo) ha dejado tan buen sabor de boca a su creadora, que ya está embarcada en la segunda novela. Está robando horas al día y a la noche, a su trabajo en la residencia de San Agustín y a su hijo adolescente para escribir una historia protagonizada por un anciano con un problema mental y la jardinera de la institución donde está interno. «Así como en este primer libro no me atreví a hacer referencias al psiquiátrico, en este sí estoy utilizando como escenario el que yo viví con tanta intensidad cuando trabajé en Oña», anota sin atreverse a poner fecha a su publicación.

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