El Correo de Burgos

La esencia del lenguaje del bosque animado

Miguel Ángel Blanco expone algunas de sus cajas-árbol en la exposición 'El bosque quemado' del Museo de la Evolución

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Burgos

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MARTA CASADO / Burgos

La esencia de un incendio natural o provocado transmite un mensaje. Su lenguaje no es perceptible por todos. Solo algunos saben captar su esencia. Es lo que, tras años aislado en el bosque de Fuenfría como ermitaño, hoy puede entender y transmitir Miguel Ángel Blanco. Lo hace a través de sus cajas-libro que han visitado espacios expositivos como la Biblioteca Nacional, la Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Fundación Lázaro Galdiano o, en colaboración con el Museo Reina Sofía, la Abadía de Santo Domingo de Silos.

Desde el pasado viernes también se pueden ver sus creaciones naturales en Burgos. En la exposición temporal 'El bosque quemado' ha prestado siete cajas-libro relacionadas con el incendio. Son parte de los 1.122 libros de su Biblioteca del Bosque, un proyecto artístico y vital del que ya se cumplen 26 años y que pretenden ser «un sistema para recolectar los misterios de la naturaleza a través del arte». El proceso de recolección es el más arduo y laborioso. Blanco no es un artista que incide en el paisaje para generar arte (denominado land art) sino que recoge «lo que la naturaleza buenamente me da, procuro no dejar huellas en el paisaje».

Este rescatador de «fragmentos poéticos de la naturaleza» observa los diferentes matices y significados del fuego. Éste es versátil porque «las llamas son diferentes y tienen distintas tonalidades en función del material que arde, las cenizas presentan diferentes texturas y gamas de grises» reflexiona el artista.

Esas diferencias se pueden resumir en los libros-caja que ha cedido a esta muestra del Museo de la Evolución. Carbones de una cabaña quemada. Es el libro más antiguo de la selección y refleja los efectos sobre un pino finlandés de un fuego de rabia de los vecinos de las Dehesas de Cercedilla que ante las imposiciones del director del parque natural queman la cabaña. Se incluyen en la caja los carbones de madera. Las hojas anteriores están pintadas con estos mismos carbones.

Otro incendio. En el Monte Abantos, cerca del Escorial. Su recuerdo se guarda en esta caja-libro de 1999. En las páginas una imagen del incendio. En la caja cenizas, una pequeña corteza y unos fragmentos de malaquita verde. «Es como un ritual de germinación para ayudar a regenerar el bosque», reconoce.

En esa misma línea otra pieza. Un mandala realizado con materiales del incendio de Abantos. «Se recrea un círculo que concentra las fuerzas que ayudarán a la regeneración con piñas comidas por ardillas, raíces del pinar, una semilla de muérdago y un sol de pirita, son elementos que pueden ayudar a ese proceso de recuperación» insiste.

Un negro intenso formado por un pino quemado por la acción de un rayo. «Se produce tal energía, tal calor concentrado que en la corteza que es más negra supura la resina por el fogonazo». Un negro del espacio que permite generar una constelación formada por gotas de resina de darmar».

Una lectura. No todo el fuego es igual. Incluye los picones de encina, utilizados para avivar las estufas, que tienen su particular partitura. Todo esto y mucho más se puede ver en 'El bosque quemado', una exposición didáctica que permite aquello que persigue Miguel Ángel Blanco «reencontrarnos con el bosque, esencial si queremos seguir viviendo».

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