El Correo de Burgos

Erasmo de Rotterdam, presente

Erasmo de Rotterdam, presente

La filóloga Lourdes Fernández ha rastreado los volúmenes en Burgos de los que el humanista holandés es autor, comentarista o traductor para el proyecto nacional Bibliotheca Erasmiana Hispanica

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A.S.R. / BurgosEl alcance del pensamiento de Erasmo de Rotterdam es mayor del que se estudia en el instituto y de él beben teorías contemporáneas como los nuevos movimientos de la iglesia. El respeto que suscitó durante su vida, considerado una de las personas más influyentes de Europa y que le valió amigos y aliados en la Corte y hasta en el Tribunal del Santo Oficio, hizo que sus obras corrieran por los centros de estudio españoles del siglo XVI. Una bibliografía que, tras su muerte, la Inquisición persiguió. Muchas, aunque mutiladas, se salvaron de la quema.El proyecto Bibliotheca Erasmiana Hispanica rastrea los ejemplares escritos, traducidos o comentados por el humanista holandés que existen en España. La filóloga Lourdes Fernández Ruiz se ha encargado de brujulear en las bibliotecas burgalesas y una vez más ha confirmado el rico patrimonio bibliográfico que tiene la provincia. Ha sido la que más ha catalogado y eso que la crisis económica la obligó a dejar a medias el trabajo.La investigación, subvencionada por el Ministerio de Educación y por el Ministerio de Innovación y coordinada por el profesor de la Universidad de Córdoba Julián Solana Pujalte, se suma a los repertorios erasmianos de otros países europeos y americanos.«El objetivo fundamental es contribuir al mejor conocimiento tanto de la recepción material como de la lectura que se hacía de Erasmo en España en el siglo XVI (y accesoriamente también en los siglos XVII y XVIII) a partir del estudio de las obras del humanista holandés que se conservan actualmente en las bibliotecas españolas y de las que tenemos constancia documental que existieron en bibliotecas históricas», señala su web, www.uco.es/humcor/behisp.La misión estaba planteada y la encargada de ejecutarla en Burgos es una licencia en Filología Hispánica y Clásica con una amplia experiencia en el trabajo de archivos y conocimiento del latín.Su aventura la ha llevado a las bibliotecas de los Carmelitas Descalzos (26 libros), Facultad de Teología (53) y de los Jesuitas (8) y a la Biblioteca Pública (113). La crisis no se quiso perder el festín y truncó la continuidad del proyecto, que contemplaba catalogar la presencia en el Monasterio de la Vid, con cinco obras de especial interés, Silos y el Convento de los Sagrados Corazones de Miranda de Ebro.Su periplo la ha llevado a registrar hasta los 200 ejemplares, más de la mitad en el fondo antiguo de la Biblioteca Pública formado por más de 11.000 volúmenes, procedentes sobre todo de las desamortizaciones del siglo XIX.Adagia y De copia verborum son las obras más populares y se repiten en todas las bibliotecas, así como la traducción del griego al latín que hace Erasmo del Nuevo Testamento y sus comentarios a los santos padres (San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín...). Todas obras muy útiles en los monasterios, de donde procede la mayoría.Burgos leía a Erasmo. O, por lo menos, había oportunidad de hacerlo. Fernández es la colaboradora que más volúmenes ha registrado del humanista holandés. Su amistad con el cardenal Íñigo López de Mendoza, obispo de la ciudad y declarado admirador suyo, tiene mucho que ver, en opinión de la investigadora. Ambos formaban parte del consejo del emperador Carlos V, otro de sus protectores.Destaca el hallazgo de un ejemplar de Los Diálogos o Coloquios en la biblioteca de la Facultad de Teología ya que se encuentra en la lista de cinco títulos prohibidos completamente por la Inquisición.La investigadora aventura que al censor se le debió escapar porque no tiene portada, arrancada por el paso del tiempo.Fernández llama la atención sobre la abultada producción de Erasmo, que ha dejado de tener secretos para ella.Ha ido desnudando uno a uno sus libros en una exhaustiva catalogación: título completo, autor principal, secundarios, traductores, comentaristas, datos del pie de imprenta y del colofón, paginación, errores de foliación y signatura tipográfica.A cada edición, además, quedaban vinculados los ejemplares hallados con la descripción de la encuadernación, los sellos de propiedad como ex libris, marcas de lectura que puedan evidenciar si se ha leído o no, los índices de censura en los que aparece, las expurgaciones sufridas y las fechas, el tipo, que podía ser con tachones, con papel pegado para impedir la lectura o directamente páginas recortadas.«Ha sido un auténtico trabajo de chinos», ilustra Lourdes Fernández y al mismo tiempo reconoce que ha caído seducida por este desconocido personaje.¡Qué viene el lobo feroz!Erasmo de Rotterdam (1466-1536) contó con el respeto de relevantes personajes españoles en vida. Le protegieron cuando sus detractores levantaron la voz contra sus escritos y propiciaron que estos corrieran con alegría, incluso traducidos al castellano. Todo cambió tras su muerte y la de muchos de estos aliados, sobre todo desde 1538 con la del inquisidor general Alonso Manrique, amigo personal y compañero en el consejo del emperador Carlos V, también confeso admirador del humanista holandés.El Tribunal del Santo Oficio se cebó con su pensamiento y también inició una persecución contra sus discípulos. Se condenaron todos los libros en lengua vulgar y se expurgaron los escritos en latín.La Inquisición prohibió completamente cinco títulos de la ingente producción del humanista y ejecutó expurgaciones en el resto. Esta censura es palpable en los volúmenes custodiados por la Biblioteca Pública, algunos incluso sufrieron la acción de varios inquisidores a lo lardo de los años y aparecen en distintos índices.Raro es el libro que no luce tachones negros, que es la forma más habitual de censura. Menos frecuente, aunque también fácil de encontrar, son los párrafos que se ocultaban con un papel pegado sobre ellos. Y en algunos casos se recortaba el texto maldito o se arrancaba toda la hoja de cuajo.El rastro de esta censura formaba parte de la investigación para la Bibliotheca Erasmiana Hispanica. Los investigadores debían dar cuenta del fragmento condenado anotando la última y la primera palabra que lo enmarcaba.Implacable fue el Santo Oficio con cinco de sus títulos. Los prohibió completamente. Pero alguno de estos ejemplares se escaparon de sus garras y el hallazgo de alguno está cotizado. Lourdes Fernández encontró un ejemplar de 1695 de Los diálogos o Coloquios familiares (Colloquia familiaria), que de las dos formas se conoce, en la biblioteca de la Facultad de Teología. Erasmo los escribió para enseñar latín a sus alumnos y contenían críticas a las clases sociales.El resto de libros a eliminar fueron Elogio de la locura (Moriae, seu stultitiae encomion), una pequeña obra que arremete de una manera muy mordaz a la jerarquía eclesiástica colocando sus palabras en boca de la locura, que luego inspiraría entre otros a Cervantes en El Quijote; Sobre la prohibición de comer carne (Epistola de interdicto esu carnium), que consideraba absurdo dejar de comer carne; Sobre la institución del matrimonio (Christiani matrimonii institutio), que teoriza sobre la esencia de la pareja; y Sobre el uso y abuso de la lengua (Lingua, seu de lingua usu atque abusu).

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