El Correo de Burgos

Política cultural / Balance

Sin freno y cuesta abajo

A punto de cumplirse un año de la entrada en vigor del incremento del IVA cultural los profesionales se echan las manos a la cabeza y dibujan un panorama desolador, peor que el previsto inicialmente

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Burgos

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A.S.R. / BurgosEl ministro de Cultura, José Ignacio Wert, señalaba el pasado mes de abril que el impacto de la subida del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) aplicado a la Cultura ha sido menor que el vaticinado. Una afirmación para nada compartida por los profesionales afectados por este incremento. El cuadro es negro cuando el panorama lo pintan los responsables de las salas de música en directo, las compañías teatrales, los gestores de los multicines o los programadores. A punto de cumplirse un año de su entrada en vigor -1 de septiembre de 2012- la pregunta se encarama a la mesa de nuevo. Y para la mayoría la realidad ha sido más cruda de lo previsto.Un palo para la músicaLa tranquilidad que destilaba Miguel Ángel Tudanca, Pinky, se ha tornado en cabreo. Entonces, el director artístico del Centro de Creación Musical El Hangar y vicepresidente de la Asociación Estatal de Salas de Música en Directo aún confiaba en que este sector se librara del pisotón. Así lo habían entrevisto en las reuniones mantenidas con responsables del Ministerio de Cultura. Pero el golpe, que finalmente sí recibieron, no los pilló desprevenidos. Y las consecuencias han sido nefastas.«El resultado es que las entradas se han incrementado, si la media de antes era de 15-20 euros, ahora es de 20-25 euros. Este es el gran escollo que ha habido en el último año, que se suma al aumento del IVA por las consumiciones en las salas de conciertos (pagan el 21% frente al 10% de cualquier restaurante)», comenta el responsable del espacio cultural de San Pedro y San Felices.Añade que la batalla está planteada y que están estudiando acciones, aunque aclara que, sobre todo, se harán a nivel nacional. «Quien tiene la llave de todo esto es el Gobierno Central, no a nivel local ni regional».¿Cómo pinta el futuro? «Seguirá habiendo menos espectadores y los grupos en vez de hacer cuatro conciertos al mes harán dos o uno. Esperemos que la cosa no vaya a peor todavía», responde un pesimista Tudanca.El teatro se descuelgaMás acertada fue hace un año la previsión de la entonces presidenta del Centro de Creación Escénica La Parrala. Paloma Fernández Yllana decía: «Se va a sufrir mucho, sobre todo las compañías profesionales. Va a ser una pasada porque la gente no se va a arriesgar, se reducirán los bolos».Sus predicciones se han cumplido. La evaluación de los grupos profesionales de Burgos es poco alentadora. Dos ejemplos bastan. Hablan Marcos Castro, de Cal y Canto, y Quique Méndez, de Los Kikolas. Los más de diez años de trayectoria de cada una de estas compañías avalan su opinión. Descorazonadoras ambas.Fúnebre es la primera pincelada de Quique Méndez: «Ufffff... Pues igual en septiembre cerramos la empresa. No te digo más. Para que te hagas a la idea». Y prosigue: «Antes, el volumen general del año te permitía seguir cotizando, aunque el invierno fuera más flojo, pero ahora ya no salen las cuentas. Es un poco todo: la subida del IVA que ha desplazado a los profesionales en favor de las asociaciones, menos bolos, gasolina más cara... Se está haciendo mucha pupita y ahí estamos, haciendo números».En ningún momento surge esta posibilidad en la conversación con Marcos Castro, recién llegado del Festival de Teatro de Keochang de Corea del Sur.«Está claro que es un palo. Lo más negativo es que afecta al bolsillo de los espectadores porque nosotros como empresa ya teníamos facturación del 18% y solo nos ha subido un 3%», anota.Tanto uno como otro observan el daño que esta medida ha hecho a las compañías profesionales. Dicen que los programadores optan por contratar a los grupos de teatro aficionados, constituidos como asociación, para ahorrarse el IVA.«Es la pescadilla que se muerde la cola: hacen la ley pero no apuestan por los profesionales, que al final son los que pagamos el IVA. Lo venden como la intención de profesionalizar las artes, pero al final no pasa nada. No se valora nuestro esfuerzo, que somos quienes pagamos impuestos y creamos puestos de trabajo», lamenta Castro.Méndez observa que cada vez son más los que se pasan al régimen de asociación. Ellos se resisten. «Somos reticentes porque trabajamos todo el día para esto y nos merecemos estar cotizando como cualquier empresario más», reivindica y sí dice estar barajando cotizar solo siete meses. «Nunca nos habíamos visto en otra igual y no sabemos cómo afrontarlo. El tema está feo, feo», insiste este teatrero que se siente más querido fuera que dentro y que no descarta lanzarse a la vida pirata.Tampoco benefician a los teatreros los nuevos modelos de contratación. Los obliga a caminar por la cuerda floja sin red. Se impone el sistema a taquilla frente al caché. Sus honorarios dependen de las entradas vendidas y el IVA de estas también ha subido (del 8 al 21%). Por no hablar, dice el integrante de Los Kikolas, de los constantes retrasos en el pago de las administraciones.Los programadoresEl Ayuntamiento y Caja de Burgos son los principales programadores de la ciudad. El concejal de Cultura, Fernando Gómez, y el responsable de Educación y Cultura de la Fundación heredera de la entidad de ahorro, Óscar Martínez, exponen cómo les ha afectado.El edil, que contesta a bote pronto y desde su destino vacacional, diferencia entre los espectáculos que van a caché y los que van a taquilla. «En estos últimos, obviamente, desconocemos si el IVA ha hecho encarecer las entradas o se han recortado los beneficios de las empresas. En cuanto a los cachés, no hemos notado un incremento de los mismos y supongo que será porque lo han asumido los artistas», señala y aclara que ellos solo asumen los costes de producción -y en los espectáculos de taquilla no siempre- y en ellos el IVA ha subido lo mismo que en cualquier otro producto comercial, el 3%.Anota igualmente que el precio de las localidades se mantiene «porque como administración pública nuestras entradas no llevan IVA».Caja de Burgos tuvo clara su estrategia desde el anuncio de la subida del IVA cultural repartiendo el sacrificio entre las tres partes implicadas: público, artistas y programadores.Y el alma se cae a los pies al observar la estampa que plasma Óscar Martínez, quien cree que la gestión de la cultura se ha resentido muy notablemente.«Se percibe un descenso en la ocupación media de los espectáculos (aunque en el caso de Burgos la irrupción del Fórum hace muy difícil un análisis cuantitativo detallado); se cancelan algunas giras y se restringe el número de plazas a visitar en no pocas; se reduce el formato de las producciones (espectáculos de un par de actores o bandas reducidas); se priman las apetencias del gran público sobre la calidad de algunas propuestas y se vinculan las contrataciones a la consecución de segundas plazas lo que complica programar con la necesaria anticipación. Hay casos dolorosos de teatros, compañías y festivales que han echado el cierre o subsisten en situación de absoluta precariedad».No quiere el responsable de Educación y Cultura que los nubarrones cubran el cielo por completo y deja pasar alguna estrella fugaz que ilumina el firmamento: «La originalidad de algunas propuestas que buscan abrir nuevos mercados, la cercanía con el público de montajes de pequeño formato, la relajación de ciertos divismos, una mayor facilidad para programar en régimen de riesgo compartido…».¿Y el futuro? «Confío en que se tomen medidas correctoras. Primero porque el régimen de IVA que España aplica a la cultura no tiene equivalente en Europa y, segundo, porque de seguir así la situación de buena parte del tejido cultural terminará siendo insostenible. Nuestro futuro está estrechamente ligado a algunos intangibles (innovación, ciencia, formación y cultura) que deben promoverse de manera ambiciosa superando la habitual tentación cortoplacista. Algunos países lo están haciendo y ya empiezan a notar los frutos, en términos de imagen y de creación de riqueza». Amén.El cine tiemblaEl Ministerio de Cultura dice que los cines de la provincia ganaron 438.493 espectadores durante 2012, que se tradujo en tres millones de euros de beneficios. La gerente de Cines Van Golem, Alicia Alonso, está de acuerdo en que los estrenos de Intocable y Lo imposible mitigaron la subida del IVA en el último trimestre del año pasado. Pero el tirón de ambas películas cesó y las gotas de sudor aparecieron con la cuesta de enero.«Este año se ha notado una barbaridad. Febrero, marzo, abril y mayo han sido desastrosos. No sé si es la subida del IVA (el precio de la entrada es de 7,30 y 7,90 en función del día), que hay más gente en paro...», conjetura.No cabe en su cabeza la posibilidad de cerrar el chiringuito. La sangre no ha llegado de momento al río. A su favor tienen que el local que ocupan en la avenida del Arlanzón es en propiedad y pueden aguantar mejor los baches ya que el alquiler se lleva un buen pellizco en cualquier negocio.Sin embargo, no viven en jauja y tienen los pies en el suelo. Su mayor temor es que la gente pierda la costumbre de ir al cine. Que la pareja que ahora no puede ir todas las semanas a la sala porque uno de los dos está en paro ya no regrese cuando las cosas pinten mejor. Tampoco olvida el daño que les ha causado el pirateo. Las descargas ilegales en casa parecen haberse normalizado.Sin comentarios en lo que se refiere a la situación de las otras salas de cine de la ciudad, los Cines Box, en el Centro Comercial El Mirador. Su gerente rehúsa pronunciarse y se remite a la nota de prensa emitida en junio a nivel nacional en la que se avisa del proceso de liquidación de la empresa, que puede alargarse meses.Desde Van Golem lamentan esta desaparición, una más en la ciudad, pero saben que a ellos se les abre la puerta de sus espectadores.Mientras tanto, sí han tomado medidas para hacer más liviano el peso de la subida del IVA en el bolsillo del público. Han lanzado el pack familiar, que sale a 6 euros la entrada siempre que vayan dos adultos y dos niños menores de 12 años o un adulto y tres niños.Alicia Alonso indica que los exhibidores poco más pueden hacer.«Si las distribuidoras no ceden nosotros no podemos hacer mucho. Ellas son las que se llevan el mayor porcentaje. Nuestro margen es mínimo», anota y confía poco en que esto pueda pasar.Y es que el desánimo aparece como el principal sentimiento entre los que sufren el zarpazo de Wert.

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