El Correo de Burgos

DIEGO GALAZ Artista

«Los músicos nos tenemos que bajar a las plazas, donde hemos tocado siempre»

El músico burgalés vive un verano de infarto. Quiere tener contentas a todas las novias con las que baila y a las que necesita para vivir. Fetén Fetén, Zoobazar y Mastretta le mantienen de feria en feria, de pueblo en pueblo. Y feliz

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Burgos

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A.S.R. / BurgosDiego Galaz (Burgos, 1976) se está esculpiendo a sí mismo como un personaje omnipresente cuando de cultura burgalesa se habla. Se ha modelado golpe a golpe. Empezó cuando con cinco años vio un violín en la televisión. Lo tuvo clarísimo: quería tocarlo. Dice que le atrajo su forma, la maleta donde se guardaba... «Eran cosas raras», señala. Su padre, amante de la música, que tocaba el acordeón y el órgano, le apuntó al conservatorio, a él y a su hermana María Teresa. No guarda un buen recuerdo de aquella experiencia. La profesora de violín era mala -después Isabel Vila le reconciliaría con él- y le arrojó a los brazos de la guitarra. Era la primera de una sarta de infidelidades. Sus manos acarician cuantos instrumentos se le insinúan. A esta entrevista le pone música de mandolina una mañana lluviosa de agosto.Pregunta- ¿El violín aún tiene secretos para usted?Respuesta- Sí, parece un tópico, pero cuanto más madurez musical tienes, más te das cuenta de que es infinito. También puedes vivir en el triste engaño de que tocas muy bien. Y cuando lees biografías de músicos que admiras y ves que, siendo genios ellos, les pasaron cosas muy similares a ti te das cuenta de que todos llegaron al mismo punto, que no habían aprendido ni el 2% de lo que podían y que es una lucha continua, de inseguridad, de pensar que no llegas a una meta… Yo ahora disfruto mucho más que antes tocando el violín.P.- ¿Se cabrea con él?R.- Mogollón. Te enfadas porque te desesperas cuando no te sale algo o no suena como quieres. Todo el día andas pensando si has elegido lo correcto siendo músico. Lo único que ha cambiado ahora es que con la que está cayendo a nivel de trabajo, probablemente tengamos más seguridad que otros. Somos de los pocos oficios que uno puede hacer en la calle y salir adelante.P.- ¿Lo ha besado alguna vez?R.- Si yo no creo en el amor… Nunca lo he besado, pero sí le he llevado a la cama. Cuando compras un violín nuevo dicen que el calor es bueno para la madera. Besar no, pero decirle cosas, sí. Le doy las gracias por la vida tan maravillosa que llevo gracias a él.P.- ¿Fueron todo aplausos cuando dijo en casa que quería ser artista?R.- Yo he tenido la suerte de que mi padre era amante del arte, aunque sufrió mucho porque los estudios no los llevaba muy bien. En España hay un problema, si eres músico no hay una manera, a no ser que sea la clásica, de ejercer mientras continúas con tus estudios normales, que sí ocurre, por ejemplo, en Estados Unidos. Aquí siempre se planteaba la necesidad de compaginar la música con una carrera. En mi época si tenías talento para la música pero se te daban mal las matemáticas eras un fracaso, y en otros lugares no pasaba esto.P.- ¿Cuándo decide dedicarse a la música profesionalmente?R.- Desde el principio. Terminé Selectividad, dudé si seguir con el clásico, pero la sensación de que perdía el tiempo haciendo otros estilos se disipó cuando conocí a músicos que se habían dedicado a ello. Pronto empecé a ganarme la vida y a depender de mí mismo económicamente tocando por los pueblos, en orquestas. Fue muy duro, pero me di cuenta de que con la música podía salir adelante.P.- ¿Se ve siendo investido honoris causa como ha hecho alguna universidad con, por ejemplo, Alejandro Sanz?R.- Eso denota también que la universidad que le ha otorgado ese título tiene serios problemas con lo que es la música y la cultura, con todos los respetos. En España, en la música se han olvidado a muchos grandes genios y se ha elevado a gente con muy poco talento.P.- ¿Por qué se le da tan poca importancia a la educación musical?R.- Se le da poca importancia y cada vez menos. A día de hoy, los músicos españoles que triunfan son, generalmente, los que han estudiado clásico fuera o gente autodidacta como Jorge Pardo o Paco de Lucía. No hay un gran violinista en primera línea a nivel mundial que haya estudiado solo en España. Hay un vacío brutal.P.- Cuenta que cuando usted empezó el nivel de profesorado en el Conservatorio de Burgos era pésimo y que truncó el camino de futuros músicos. ¿Cómo se construyó el suyo en un panorama tan depresivo?R.- Cuando echas la vista atrás ves que todo lo que pasa tiene un sentido, en mi caso, por ejemplo, si hubiera tenido un buen profesor de violín igual me hubiera dedicado al clásico. El hecho de que pasara todo eso me empujó a buscar otros caminos y ahora me alegro porque al final tuve la oportunidad de estudiar clásico a un buen nivel y no lo hice porque ya había decidido hacer otras músicas. Pero España está llena de historias de gente que se ha tenido que buscar la vida por falta de oportunidades, mientras que cuando vas a Estados Unidos ves que los chavales lo tienen más fácil, y uno toca blues no porque no le hayan enseñado clásico, sino porque lo ha elegido y le han dado facilidades. Tengo la esperanza de que con el tiempo cambie y los chavales aprendan a valorar que cualquier estilo de música es igual de importante que los otros.P.- ¿Por qué reniega tanto entonces de sus giras con Chenoa, Revólver…?R.- No reniego. Cada uno de los artistas con los que he estado me han hecho vivir y vivir bien y me han permitido crecer como músico. El gran regalo de las giras fueron los músicos con los que compartí escenario. Yo soy lo que soy por ellos. Coincidí con músicos mejores que yo y fueron mis maestros. Aunque pude llegar a renegar, ahora mismo estoy súper agradecido a todos los artistas que me han llamado para tocar con ellos.P.- ¿Cómo les está afectando la subida del IVA cultural?R.- La subida del IVA cultural afecta por dos razones muy importantes. Una es que las entradas se encarecen mucho y lo que le llega al artista es mucho menos, por lo que multiplica la dificultad de llenar teatros. Es un grave error y denota que la cultura no se considera una inversión sino un lujo. Y luego está el hecho de que nosotros como autónomos que somos tenemos que adelantar el IVA porque estamos cobrando a seis meses, es demoledor. Pero más allá de lo económico, que uno se acostumbra y tira, es lo que supone ideológicamente. Agravar la cultura o los medicamentos o la educación dice mucho malo de lo que es un país.P.- Crea música para documentales, para museos y para sus formaciones. ¿Cómo arranca esta faceta compositora?R.- Con 19 años ya hice unas sintonías para canales de televisión de Burgos. Y en el momento en el que los músicos nos pudimos montar los estudios caseros todo cambió. Antes para hacer la música de un documental o un corto tenías que irte a un estudio y ahora mismo en tu ordenador no puedes grabar un disco de primer nivel pero sí hacer música para audiovisuales. A mí siempre lo que más me ha gustado es trabajar para imágenes. Me parece lo más evocador. La imagen te facilita la composición y es muy romántico. Firmaba ya dedicarme a componer música de películas.P.- ¿Para la de qué director se moriría por crear?R.- Para Woody Allen, me fliparía. Y la música que hacemos Fetén Fetén va muy bien para Jacques Tati, aunque ya sea imposible.P.- ¿Fetén Fetén es la niña de sus ojos?R.- Supongo que sí, Zoobazar también, y Mastretta no solo es mi grupo sino también el que me hizo cambiar la forma de entender la música. Pero es verdad que Fetén Fetén es especial, quizás porque somos solo dos y la energía que pones es mayor. Y, además, musicalmente es lo que más se acerca a mi sueño como músico, que es poder tocar en cualquier sitio, con una sinfónica en un teatro o en el atrio de una iglesia con dos sillas.P.- ¿Ese es su sueño como músico?R.- Sí, sí, cada día más. Me puedo dar pequeños lujos como los que me he dado con la Sinfónica o con Kepa, pero con lo que realmente estoy disfrutando es con los conciertos sin equipos de sonido, tocando para gente muy cercana y en sitios muy bonitos. Lo que más odio es estar dos horas probando sonido para luego escucharme mal.P.- ¿Son unos titiriteros modernos?R.- Es que a los músicos se nos ha ido un poco la pelota. Los músicos nos tenemos que bajar a las plazas, que es donde hemos tocado siempre. Hay dos formas de entenderlo. Se te pueden caer los anillos y sentirte mal por no estar en un gran auditorio y estar tocando en una iglesia, pero es que a mí me está pasando lo contrario. Cada vez que tengo que ir a un teatro me da mucha pereza, aunque me encanta, pero cuando me llaman para dar un concierto en una ermita soy feliz porque están las condiciones que quiero: buen sonido, gente que te escucha y, posiblemente, al acabar nos inviten a merendar.P.- Dice que Mastretta es el músico que le cambió su forma de ver este mundo. ¿Qué hizo?R.- Cuando él me llamó, yo seguía inmerso en las giras, y era alguien que cobraba como yo. A mí me parecía inaudito. Alguien que lo primero que me dice es que piense en hacer mi proyecto, en mi música, y que, sobre todo, me cuida como amigo. Me ganó por goleada. Económicamente no era comparable pero fue el músico que más me valoró. Yo le veo a él como un Duke Ellington, gente que aglutina a músicos que tienen sus proyectos y los alienta. Eso es muy generoso.P.- ¿Qué cambió en Madrid para que hace cuatro años decidiera regresar a casa?R.- Madrid es una ciudad que está bajo mínimos a nivel cultural, las expectativas son peores. Mantengo el contacto con la capital, pero vivir en Atapuerca me da lo que pide cualquier músico, que es tranquilidad, vivir en una casa mejor por menos dinero... Y Burgos ha sido una revolución cultural. Era un desierto y ha pasado algo que va más allá de la candidatura a Capital Cultural Europea o de la apuesta de las administraciones. Ha pasado que el público ha entendido que hay que pagar por la cultura y se llenan las actuaciones aunque sean de pago y lo están consiguiendo grupos locales. Es una pasada. La gente alucina. La apuesta por invertir en Cultura es importante, luego se acertará más o menos, pero es un paso alucinante. Igual la gente que vive aquí no lo ve, pero los que nos movemos a nivel nacional e internacional somos conscientes de que ha sido una pasada.P.- ¿Los burgaleses tienen motivo de queja? ¿Cómo está respecto a otras ciudades?R.- Ahora mismo hay ciudades muertas muy cerca de Burgos. Junto a Salamanca es la que más movimiento cultural tiene en Castilla y León y, en proporción al tamaño, una de las que más en España. Además todos los grupos profesionales y muchos aficionados tenemos la posibilidad de presentar los proyectos en algún momento y eso no pasa en todas las ciudades, aunque algunos lo discutan.P.- ¿Se mima a los artistas?R.- Hay respeto y se les tiene en cuenta y eso es importante.P.- Ahora se ha convertido en productor artístico de un joven grupo, La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.). ¿Hay cantera musical?R.- En la música popular en Burgos no puede haber cantera porque no hay escuelas, salvo la de Dulzaina y cosas puntuales. Son muy pocos los grupos que, aun teniendo mucho apoyo, han trabajado como hay que hacerlo. Y uno de ellos es La M.O.D.A., que ha entendido lo que tiene como un regalo y se ha puesto a trabajar, trabajar y trabajar y aprender, aprender y aprender. Es el caso más obvio de que se puede invertir dinero en que algo mejore. Se merece como poco respeto.P.- ¿Qué futuro les augura?R.- De pronto, el disco es muy serio, suena bien y tiene buenas canciones. No es el estilo en el que más me muevo pero toda buena música debe tener tres cosas en común: honestidad, trabajo y talento. Si te mueves en estos parámetros todo está bien. Y Burgos está en un momento en el que puede lanzar cosas fuera. La M.O.D.A., como poco, va a sobrevivir y si se mantiene el grupo de amigos y sigue trabajando va a ser una banda de referencia.P.- ¿Cómo se lucha contra el ego y la vanidad que acompañan a los artistas?R.- Hay una vanidad sana y necesaria. Luego la otra es muy estúpida y superarla es cuestión de años. Si tienes 20 años y te subes a un escenario con Revólver en un estadio lleno y te miran las chicas, te lo crees, claro que sí. Pero ahora mismo a mí me sube mucho el ego saber que he hecho un concierto bonito y la gente se acerca a decírmelo. El peligro que tenemos los músicos conocidos un poco a nivel local es que se te vaya la pelota y contra eso el mejor remedio es viajar. Yo disfruto mucho de que la gente me conozca en Burgos, me da mucho juego, pero sé lo que hay.

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