El Correo de Burgos

JULIA NAVARRO Escritora

«Con cada novela te la juegas»

‘La hermandad de la Sábana Santa’, ‘La Biblia de barro’, ‘La sangre de los inocentes’ y ‘Dime quién soy’ son eslabones de una cadena de éxitos a la que se une ‘Dispara, yo ya estoy muerto’

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Burgos

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A.S.R. / BurgosJulia Navarro llegó ayer a Burgos con una agenda de infarto. La promoción de su último libro, Dispara, yo ya estoy muerto, guio sus pasos por una ciudad vieja conocida. Unas horas antes de encontrarse con los lectores en la librería Hijos de Santiago Rodríguez -«yo siempre aprendo de los lectores»-, se acurruca en uno de los sofás del vestíbulo del hotel NH La Merced para hablar de esta última criatura, que, a partir del trabajo de una cooperante en Palestina, reconstruye la vida de Samuel, marcada por la persecución por ser judío y por su mano siempre tendida, sin ninguna clase de prejuicios.Pregunta- Dispara, yo ya estoy muerto pone la mirada en el conflicto palestino-israelí. ¿Qué chispa le hizo escoger este telón de fondo?Respuesta- Para mí el telón de fondo no es este conflicto, sino el que se establece entre los personajes en su vida cotidiana y cómo esta se ve determinada por las circunstancias. Esta es una novela de personajes. El tema histórico es solo un escenario sobre el que se mueven.P.- La historia interpreta aquí un papel secundario...R.- Mi intención era tratar cómo las circunstancias determinan la vida de los hombres y la lucha de estos por cambiarlas. Ninguno elegimos ni el momento histórico que vivimos, ni el lugar geográfico donde nacemos, ni la situación socio económica por nuestro origen familiar, ni la religión que vamos a tener... Todo esto es un pack que nos encontramos en la mano cuando venimos a este mundo y con ello tenemos que organizarlo. Al final el hombre tiene la última palabra y puede cambiar su vida, pero siempre carga con esas piedras en la mochila.P.- ¿Es también un brindis por la amistad?R.- Es una apuesta por la amistad y el diálogo, que siempre son capaces de borrar todas las fronteras y todas las diferencias.P.- ¿Es necesario reivindicar este valor en los tiempos que corren?R.- Reivindicar el valor del diálogo y la amistad nunca está de más. También apostar por intentar entender al otro, ponernos en su piel, es algo que deberíamos hacer a diario y no solo cuando pensamos en los grandes conflictos.P.- Insiste en que es una novela de personajes. ¿Cuál se le ha resistido más?R.- Yo antes de sentarme a escribir siempre tengo muy claro la estructura de la novela, qué quiero contar, voy definiendo los personajes y siempre me cuesta más describir a la gente con menos escrúpulos, más egoísta, a la que es peor.P.- Que en este caso sería...R.- Aquí lo que más me ha costado ha sido describir los campos de exterminio. He sentido auténtico dolor a la hora de escribir ese capítulo y es una parte muy dura del libro, algunos lectores me lo han dicho. Sin duda es el libro más difícil de los cinco que he escrito y tiene partes muy duras.P.- Cuando está escribiendo esas páginas tan duras, ¿necesita parar?R.- Nunca vuelves a ser la misma después de haber conocido Auschwitz u otros campos de exterminio. Piensas que si el mal absoluto ha existido alguna vez estaba en la cabeza de quienes fueron capaces de montar aquello. Los nazis son el mal absoluto.P.- ¿Cuál sería la contrapartida? ¿El personaje que le dibuja una sonrisa en la boca?R.- Aquí no se trata de personajes, sino de situaciones. Porque aquí los personajes son las víctimas y siento toda la admiración, ternura y dolor hacia ellos. Luego con unos empatizo más que con otros como con la familia Ziad, Dina y Ahmed, por los que siento un cariño especial por su dignidad, por su concepto de la amistad, la defensa de sus principios... Pero también me gusta la fortaleza, la capacidad de afrontar los problemas de Kassia, una mujer fuerte y decidida. Hay muchos personajes con los que empatizo y, en general, he intentado que los lectores lo hagan con todos precisamente porque yo no he querido escribir una novela política ni histórica.P.- De todo el proceso de creación de una novela, ¿cuál es la que más le divierte?R.- Escribir es un trabajo. Tienes que ser absolutamente disciplinado y no lo puedes abordar en función de si hoy estoy más inspirado que ayer. Te tienes que sentar todos los días y yo lo hago 8, 9 o 6 horas. El momento en el que estás creando esos personajes, que empiezas a inventar una vida, es bastante mágico.P.- Después de tantas horas en su compañía, ¿siente que esas personas que solo viven en el papel se suman a su familia?R.- Cuando llevas tres años encerrada con los personajes de una novela, conviviendo las 24 horas del día, son una parte de ti misma. Luego cuando empiezas a pensar en la siguiente novela se produce una ruptura. Ellos ya están ahí, pero tú te vas a otro lugar a crear otras vidas y, de alguna manera, los abandonas. Esto me pasa en cada libro.P.- Dispara, yo ya estoy muerto es su quinto libro, llega después de cuatro con un éxito incontestable. ¿Esos aplausos significan presión cuando prepara el siguiente?R.- Cuando estoy escribiendo no siento nada, siento que estoy creando, imaginando... La de la creación es una parte muy grata y no pienso en qué va a pasar o si va a gustar a los lectores. Estas preguntas me las hago cuando entrego la novela a la editorial. Ese día te cuestionas si lo que has hecho va a interesar, si los tres años de trabajo van a servir para volver a conectar con los lectores... Después sientes el vértigo de saber que nada depende de ti y, además, el hecho de que te haya ido bien antes no significa que vaya a ser así siempre. Cada novela es un mundo, es distinta, con cada una te la juegas, vuelves a empezar.P.- Hasta ahora ha ganado...R.- Hasta ahora he tenido muchísima suerte y he logrado conectar con los lectores. No me puedo quejar. Soy muy afortunada por contar con su favor, pero no doy nada por hecho. A los lectores te los tienes que ganar todos los días.P.- ¿Ha sentido alguna vez el pánico del folio en blanco?R.- No. Quizás porque estoy muy acostumbrada a escribir, porque antes de hacer novelas he ejercido muchos años como periodista y nosotros nunca tenemos el pánico al folio en blanco, nunca te planteas que la página vaya a quedar en blanco. Ese bagaje me ayuda a no tener miedo, pero no significa que dé por hecho que todo va a ir sobre ruedas. No doy por hecho nada.P.- Según suma títulos a su trayectoria, ¿la mirada de la periodista se mantiene o se ha perdido?R.- Siempre está ahí. Yo he dedicado más de treinta años de mi vida al periodismo y eso no se puede borrar de un día para otro. Sigo mirando y analizando al mundo con esos ojos. En mis libros hay mucho de la periodista que fui.P.- ¿Conviven bien la periodista y la novelista?R.- Ahora se llevan mejor que al principio. Yo intentaba vivir en los dos mundos y era una situación esquizofrénica. O te dedicas a una cosa o a otra. Escribir es un trabajo y así te lo tienes que tomar.

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