El Correo de Burgos

LA LITERATURA INFANTIL PISA FUERTE

Las palabras escondían un secreto

La autora burgalesa Carmen Mínguez debuta con el álbum ilustrado ‘Miss Válida’

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Burgos

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A.S.R. / BurgosUn día, un gato callejero, que no sabía leer ni escribir, se encontró a Lidia en las escaleras. Estaba enfadada. El minino no sabía qué le ocurría hasta que vio como la palabra CASTIGO trotaba peldaños abajo empujada por la niña. La echó una mano, la acompañó a su habitación y se sobrecogió al ver el secreto que se escondía en ella. La voz de este animal narra Miss Válida (Editorial Hotel Papel), de la burgalesa Carmen Mínguez Díez, que debuta en el mundo de la literatura infantil con este libro ilustrado por la argentina Natalia Colombo.Aunque Carmen Mínguez eligió de pareja de baile a la fotografía        -hace diez años montó su propio estudio, Cien besos y mil sonrisas, especializado en niños-, las letras siempre habían danzado alrededor de ella, hacía tiempo que escribía pequeñas cositas, relatos para su disfrute personal.Un día se puso frente al ordenador y la palabra INFANTIL salió a su encuentro. No le había pasado hasta el momento. Le gustó. Le salió alguna historia más. Hasta se apuntó a un curso de escritura para niños. Otro día pensó que tenía que hacer algo con esos textos y empezó a enviárselo a editoriales.La misión fue complicada hasta que un día recibió una llamada de teléfono de una de ellas. Hotel Papel, dedicada a «cuentos alejados de estereotipos, sin guerreros ni princesas, editados con cuidado artesanal y en edición bilingüe, castellano-inglés».Su alegría pronto cayó en un pozo. Antes de que terminará el plazo de dos años del contrato firmado con ella, la crisis la abocó al cierre. Pero la palabra ILUSIÓN reapareció hace unos meses. El sello resurgía de sus cenizas y su libro sería el primero en esta nueva andadura.Su autora cuenta que Miss Válida, en su origen La coleccionista de palabras, es la historia de una niña que nace sorda y que, ante la dificultad para entender las palabras, hace mucho ahínco en estudiarlas hasta que consigue darles vida y a través de ellas vive aventuras...La elección de una niña sorda no tiene más explicación que exigencias de la historia. No hay motivos sentimentales ni deseos moralizantes. Surgió sin más, como lo de zambullirse en literatura para niños. Aunque ahí. Ahí puede que algo tenga que ver su trabajo como fotógrafa. Lleva diez años rodeada de pequeños, amén, dice, de su personalidad, que define como muy infantil, y su gusto por las historias de Carmen Martín Gaite y Beatrix Potter.Eso sí, cuando se le pregunta qué es más difícil, si hacer una foto a un niño o escribirle un cuento, tiene pocas dudas: «Cuando escribo lo hago para que me guste a mí, no pienso en ninguno en concreto, pero en el estudio te enfrentas a niños muy distintos, muy dicharacheros, muy tímidos, más abiertos... Cuando haces una foto es de persona a persona».Aclara también que mientras la literatura es una pasión, una afición a la que dedica el tiempo libre, la fotografía es pasión, pero también su modo de vida. Es diferente.

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