«Los políticos de hoy deberían aprender el sentido de la integridad de Calatrava»

A.S.R. / BurgosPedro J. Ramírez entra en la Sala Polisón con casi una hora de retraso y al aparato. Su teléfono echa humo. Cadenas de televisión, radios y periódicos solicitan su valoración sobre la abdicación del rey. La vuelve a hacer: «Esto va a marcar un antes y un después y existen grandes dudas de que esto sea bueno para España. Inicialmente, parece que es una iniciativa que renueva la monarquía y da nuevo vigor a la institución, pero también introduce un elemento de incertidumbre y confusión en relación a la sustancia misma de reinar. Es extraño que el rey pueda dimitir como si fuera un político».Pero el exdirector de El Mundo ha venido a hablar de su libro y, tras esos apuntes, repetidos hasta la saciedad a lo largo del día, lo hace. Primero en rueda de prensa, luego ante una estancia repleta y un auditorio entregado, se adentra en La desventura de la libertad (La Esfera de los Libros), que reconstruye la caída del régimen constitucional español en 1823 con un nombre propio, el del ministro José María Calatrava, cuyo archivo personal, hallado de modo fortuito en una librería de viejo, da pie al volumen.¿Qué deberían aprender los políticos de hoy de este personaje?«En primer lugar, derecho, sabía mucho de leyes porque era un gran jurista. En segundo lugar, oratoria, porque se expresaba con extraordinaria precisión y con gran vehemencia. Y en tercer lugar, sentido de la integridad, desde el punto de vista de la independencia de criterio, de ser un hombre capaz de posicionarse en los debates en función de lo que honestamente pensaba y no de lo que a un partido u otro le gustaría, es decir, integridad como sinónimo de independencia de criterio y de compromiso con la legalidad constitucional».De repente, el escritor interrumpe su discurso y pide que le traigan el ejemplar en el que tiene marcadas las páginas donde aparece Burgos, que son varias.«Al duque de Angulema le impresionó muchísimo el recibimiento que tuvo aquí, donde la parte más conservadora de la ciudad lo recibió como libertador frente al régimen impío de los liberales, cuando unos años antes, en 1808, la respuesta había sido oposición, guerra y guerrillas», anota Ramírez, quien califica de «riqueza extraordinaria» todo lo que aporta el archivo hallado, «sobre todo para darse cuenta de la psicología de los personajes».«A mí me ha impresionado la astucia de Fernando VII. Todo lo que se diga sobre su maldad es poco, pero, contrariamente al arquetipo que se ha difundido, no era tonto ni muchísimo menos, era un hombre muy astuto, inteligente y en cierto modo maquiavélico», prosigue.¿Dentro de doscientos años, con el archivo de qué persona de la política actual le gustaría toparse como lo hizo con el de Calatrava?«Ya me gustaría encontrarme la transcripción pregunta, respuesta de las conversaciones con don Juan Carlos de algunos de nuestros jefes de gobierno. Si apareciera algo parecido de Adolfo Suárez sería formidable, aunque lo dudo porque no escribía, habría más posibilidad de que lo hiciera de Aznar», responde el periodista y escritor, dos facetas que, asegura, él ve como vasos comunicantes.«Entre el periodismo de investigación y la investigación histórica hay mucho en común. Debes contar con buenas fuentes, saber interpretarlas y tener capacidad para contar una historia. Yo no he sentido la sensación de estar en una esquizofrenia de vivir dos vidas distintas, siempre he visto mucho más en común entre el periodista y el historiador que elementos de divergencia», expone y fe dan sus dos últimos libros, La desventura de la libertad y El último naufragio.